Es difícil no reír junto a Javier Corral. Desde el primer instante, sin esfuerzo aparente, te roba la sonrisa con guiños de humor espontáneo que rebosan inteligencia pero sobre todo una inmensa generosidad. Este madrileño de 46 años, actor, se muestra ante el otro a alma descubierta sin representar papel alguno en uno de los capítulos más duros de su vida. Una "concatenación de desgracias" en los últimos cinco años le fueron precipitando al abismo.
"Pensé que me había vuelto loco. A veces pasas por arenas movedizas y te hundes", recuerda sin poder contener la emoción. Trató de quitarse la vida por primera vez con 12 años y la idea de "desaparecer" no se desvaneció del todo. Ahora habla de ello con la sinceridad y claridad de quien quiere sacar de ese "rincón oscuro y terrible" el tema del suicidio.
Esta realidad aún perturba socialmente. Violeta, de 70 años, "vive "abrazada a la vida y a la muerte". Nunca ha podido hablar sobre sus pensamientos suicidas con su familia y nos pide que cambiemos su nombre. Durante años, sintió que la depresión la había "roto en mil pedazos" y "catapultado" a un "agujero". Eran días y noches de "desesperación, angustia, descontrol, bloqueo y ataques de pánico" en los que la "acechaban" las ganas de "morirse o matarse" de forma "inmisericorde".
No es sencillo ponerse en la piel de una persona que piensa en desaparecer para siempre. "Si tú no has pasado por el mismo grado de sufrimiento, es difícil que puedas entender a esa persona que está convencida de que la única manera de acabar con él es acabando con su propia vida", explica Javier Jiménez Pietropaolo, psicólogo clínico y presidente honorario de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicido y Familiares y Allegados en Duelo por Suicidio (RedAIPIS-FAeDS). "Cuantas más esferas de tu vida personal estén deterioradas más riesgo hay de suicidio", explica haciendo hincapié en la dificultad para detectarlo tanto para los familiares como para los profesionales en muchas ocasiones.
¿QUÉ PERSONAS PODRÍAN TENER UN MAYOR RIESGO?
En 2021, último balance oficial del INE , 2.982 hombres y 1.021 mujeres (4.003 en total) murieron por suicidio en España. Normalmente no existe una sola circunstancia que lleve a alguien a atentar contra sí mismo de forma letal. Existen varios factores que podrían influir. Los más frecuentes son haber tenido un intento de suicidio previo, sufrir depresión mayor u otro trastorno mental como esquizofrenia o ansiedad, abuso de drogas o alcohol,antecedentes familiares de suicidio, violencia o abusos sexuales en la infancia, padecer una enfermedad física, tener desesperanza o tendencias impulsivas o agresivas. Situaciones estresantes como pérdidas personales (divorcio, separación, muertes), financieras (de dinero o de trabajo), problemas legales o conflictos en las relaciones personales pueden ser desencadenantes en personas con otros factores de riesgo, según la Guía de Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida del Sistema Nacional de Salud.
Factores de riesgo y de protección
El haber tratado de quitarse la vida anteriormente es el predictor más fuerte de riesgo suicida. Durante los seis primeros meses e incluso durante el primer año después, éste aumenta entre 20-30 veces.
"La 'población diana', la que hay más probabilidades de que acabe matándose, son los que se han intentado suicidar", advierte Jiménez Pietropaolo. En la tarea de prevención es crucial lograr trasladar a esa persona sumida en la desesperanza que pida ayuda, que no renuncie a buscar una salida alternativa. Él elaboró hace ocho años junto a otros profesionales de la Comunidad de Madrid una de las primeras guías de autoayuda dirigidas expresamente a esas personas que atraviesan un momento de crisis extrema que las ha colocado al borde de la muerte.
"Si piensas que nadie puede ayudarte y que la única manera de acabar con los problemas es dejar de vivir...; si estás elaborando un plan de dónde, cuándo y cómo suicidarte, debes saber que no estás sólo, que la desesperanza, el dolor y el vacío son estados temporales y con el tiempo y la ayuda de profesionales, familiares y amigos, podrás verlo de una manera diferente", recuerda este manual con recomendaciones de autoprotección muy concretas.
1. Déjate ayudar. No mantengas en secreto tus pensamientos sobre el suicidio, busca a una persona con quien puedas hablar con sinceridad sin demora. Únicamente será imposible ayudarte si eres tú quien no lo permite.
2. Hay alternativas. Que no se te ocurra ninguna solución, no significa que no haya sino que ahora no eres capaz de verlas. Busca soluciones no suicidas ante los problemas que surjan y ten un listado de cinco cosas que puedes hacer si vuelves a tener esas ideas letales. Los tratamientos psicoterapéuticos y médicos te ayudarán a encontrar las opciones adecuadas.
3. El dolor puede desaparecer. La mayoría de las personas que piensan en el suicidio realmente no desean morir sino liberarse de un sufrimiento desgarrador. Aunque ahora sientas que tu abatimiento no va a terminar, recuerda que las crisis no son permanentes. Puedes demorar cualquier decisión acerca del suicidio. Con el tiempo, estas ideas desaparecerán y te sentirás más capaz de enfrentarte a los problemas.
4. Recuerda tus fortalezas. Las razones para vivir ayudan a superar momentos difíciles. Tenlas presentes. Piensa en las cosas que te han sostenido en los momentos difíciles: tu familia, tus amigos, tus aficiones, tus mascotas o tus proyectos de futuro. Ten en cuenta las veces que supiste salir de otros problemas, si otras veces lo conseguiste: ¿por qué no vas a poder esta vez?
5. Mantente seguro. Sobrevivir a un intento de suicidio tiene un fuerte impacto emocional pero es posible recuperarse. Concierta una cita con un profesional de salud mental lo antes posible (psicólogo y psiquiatra) y busca recursos o asociaciones de tu zona donde puedan darte apoyo, como los grupos de ayuda mutua.
6. Aprende a vivir nuevamente y recupera el control de tu vida. Volver a sentir la vida como placentera puede llevarte un tiempo, pero algo que lo puede facilitar es desarrollar una rutina, establecer un horario para las comidas y las horas de sueño, hacer que tus actividades sean regulares y dejar que con el tiempo se siga normalizando tu día a día. Puede que durante tu proceso de recuperación, tu entorno no te motive y te parezca desolador, pero tener unos hábitos puede facilitarte volver a ver la vida de una forma agradable y gratificante.
8. Dedicarte a tus aficiones y pasatiempos. Ésta es una buena manera de ayudarte a enfrentar los momentos difíciles, especialmente si los compartes y practicas con más personas. Es muy importante realizar actividades que en el pasado te resultaran satisfactorias, porque si tus pensamientos negativos regresan, podrás recurrir a ellas para sentirte cómodo. Incluye al menos dos prácticas diarias, de más de media hora cada una, que te gusten. El ejercicio puede ayudarte a sentirte mejor. Al principio, no seas muy exigente contigo mismo. No esperes a volver a tener ganas para retomar tus aficiones. Las vas a recuperar gradualmente.
9. Identifica las señales de riesgo o detonantes de tu malestar
- Reflexiona (si es posible, mejor en compañía), sobre la situación que te llevó a este tipo de pensamientos o actos. Puede que sea una fecha, un acontecimiento, un comentario, un objeto... ¿Cuál fue la "gota que colmó el vaso"? Procura reducir el efecto de estos eventos o circunstancias al mínimo y trata de evitarlos o responder ante ellos de una forma diferente. Puede ayudarte llevar un diario donde registres tus estados de ánimo, pensamientos y planes.
Conductas frecuentes entre personas que están considerando quitarse la vida
DesplegableGuía de Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida del Sistema Nacional de Salud
10. Protégete y elabora un plan de seguridad
---Uno de los primeros pasos del plan de seguridad es diseñar lo que los expertos de esta guía coordinada denominan tarjeta "corta - fuegos", donde se incluirán las diferentes señales de alarma de una crisis suicida, que en cada persona puede ser diferente (aniversario de una pérdida, cambios en tu estado de ánimo, pérdida de interés por las cosas, cambios en tu alimentación y sueño, consumo de tóxicos, pensar que las cosas no van a cambiar y todo va a ir a peor...) y los nombres y números de contacto de al menos cinco personas de confianza a los que acudir "antes de que la angustia te bloquee y no seas capaz de autocontrolarte". Habla con sinceridad con ellos y acepta su ayuda. Quizás puedas pactar un "contrato de no autoagresión", que te refuerce en los momentos de mayor fragilidad.
---Elabora un listado con los números de teléfono de los servicios que atienden estas situaciones las 24 horas del día y utilízalos en caso de que los pasos anteriores fallen y exista un riesgo inminente (112, 024, el Teléfono de la Esperanza 91 459 00 55 |717 003 717 o acude a urgencias de tu hospital más cercano)
---Una vez hayas confeccionado tu tarjeta ponla en un sitio accesible, llévala siempre encima y en momentos de mayor riesgo cuélgala en un sitio muy visible como por ejemplo en la nevera. Ten a mano también el siguiente listado, ponlo en un lugar visible y léelo cada vez que lo necesites.
Diez cosas que nunca debes olvidar
1. Recuerda que las crisis son transitorias, la muerte no.
2. Te aliviará comunicar tus pensamientos a alguien en quien confíes (familiar, amigo o profesional).
3. Siempre que creas necesitarla utiliza tu "tarjeta corta-fuegos".
4. Permanece acompañado hasta que disminuyan los pensamientos suicidas.
5. Distánciate de cualquier medio con el que puedas hacerte daño. Tu persona de confianza puede colaborar en esto y ser quien guarde estos objetos. Por ejemplo, si estás tomando medicamentos, quédate con los necesarios para unos días y que sea ella quien guarde el resto.
6. Evita el consumo de alcohol u otras drogas. Sólo empeorarían la situación. Busca ayuda de profesionales.
7. Intenta mantenerte activo/a y ocupado/a. Participa en algún tipo de voluntariado, actividades culturales, deportivas o de ocio o cuida de una mascota. Te ayudarán a sentirte más útil.
8. Escribe sobre tus metas, esperanzas y deseos para el futuro. Hazlo de forma realista. Debes proponer tus deseos y no los deseos de otros. Léelos cada vez que necesites recordarlos.
9. Si tienes muchos problemas y estos te agobian, afróntalos de uno en uno.
10. Recompénsate todos los días con algo placentero, intenta disfrutar con las pequeñas cosas de la vida.
"SUJETARSE A LA VIDA"
Javier y Violeta encontraron refugio y alivio en las palabras. Él ha compuesto canciones y monólogos para poder expresar la angustia de estar atravesando el "peor momento" de su vida y en 2019, también a modo de terapia, escribióBruswilis no sabe cantar pero le pone ganas, una obra esencial para poder entender a una persona que tiene pensamientos suicidas e ir derribando un muro de silencio que provoca aún más dolor.
Ella ha trazado su propio "itinerario emocional de supervivencia". Desde hace años libera sus pensamientos y su soledad en un 'diario de la depresión'. La escritura es su "mayor consuelo". Poco a poco comenzó a identificar aquello que le conducía hasta las ideas suicidas. Le asaltaban pensamientos como "eres una inútil, no sirves para nada, mátate" que no podía "detener" pero sí "afrontar" "con "observación, disciplina y esfuerzo". Cuando aparecen las "acoge" y espera a que "disminuya su intensidad" para "poner el foco fuera" y alejarse algo de sí misma escuchando en la radio, "mirando" las imágenes en la televisión o dejándose atrapar por los colores y dibujos de las mandalas. Cuando la idea de morir se hace demasiado presente busca alguna motivación que le "sujete a la vida" y le ayude a evitar la rumiación (pensamientos negativos intrusivos y constantes sobre una cuestión determinada). Javier la encuentra en la cálida mirada de Jake y Serena, sus dos perros. Es su cariño incondicional lo que le ata más que nada a la vida.
Cuando una madre escribe "desesperada" a la Asociación AIPIS porque no sabe qué hacer ante los reiterados intentos de suicidio de su hija o hijo y Jiménez le pide que además de buscar orientación para saber afrontar una crisis trate de entender el proceso mental de alguien que está intentado matarse que aparece reflejado en otra guía editada por la Comunidad de Madrid, la del duelo por suicidio.
"Cuanto más lo conozcas, más le podrás ayudar", insiste. Leyendo esas páginas se comprende que la persona que piensa en suicidarse tiene "una visión distorsionada de la realidad" que provoca que su capacidad de afrontamiento y toma de decisiones "esté limitada" y no sea capaz de "ver otra salida". Jiménez hace hincapié en la necesidad de "sembrar en ella la semilla de la duda", que pueda abrir la puerta a creer que "dejará de sufrir con tanta intensidad" y encontrar una motivación, una ilusión por pequeña que sea aquí y ahora.
Uno de los aspectos que más ata la vida a las personas con ideas suicidas es el vínculo afectivo, pensar en el desconsuelo que sin duda provocaría que las llevara a cabo en aquel al que se siente más unido...su hijo, su hermano, la abuela o esa mascota que busca su compañía al entrar a casa.
No obstante, alguien que está atravesando un sufrimiento tan devastador puede no ser consciente de que su muerte causará un dolor similar a sus familiares y allegados e incluso llegar a creer que les "hará un favor", de ahí la importancia de que conozcan los efectos reales. Escuchar el testimonio de alguien que ha perdido a un ser querido por suicidio puede ayudar a asimilarlo. Esa es la parte con la que Jiménez actualizaría su guía de autoayuda ocho años después de su publicación y de escuchar las vivencias de numerosos afectados y familiares: "Hacerle ver que tiene una visión distorsionada del presente pero también del futuro, que la vida de los que se quedan no va a ser cuando se mate como cree".
Jiménez descubrió el valor terapéutico de confrontar a una persona con ideas suicidas con la realidad mientras atendía a una menor de 16 años que había tratado hasta en tres ocasiones de poner fin a su vida tras sufrir acoso escolar. Él trataba de hacerle entender el dolor que causaría a sus familias si en el siguiente intento lo conseguía. Y ella le espetó, "¿tú qué sabrás de esto? ¿tienes alguna hija que se haya suicidado?". No, efectivamente él no había sufrido una drama así, pero sí una mujer que conocía de edad similar a la de la madre de la adolescente. Concertó un encuentro entre ambas y la chica pudo conocer de su propia voz la desolación que deja un suicidio en la vida de una familia. En la tristeza de aquella madre vio la tristeza de la suya propia y en la de la hermana del chico fallecido, la de su propio hermano.
Cómo actuar si pensamos que un adolescente está en riesgo por suicidio
"Algo le hizo clic en la cabeza ", asegura Jiménez que explica que "hay que buscar la palanca de cambio". Ésta se puede encontrar preguntando "¿quién crees que si logras suicidarte va a sufrir más?", ¿cuando intentaste suicidarte, te arrepentiste y pediste ayuda, en quién pensaste? o ¿quién o qué es lo merece la pena continuar en esta vida?
Hoy la joven tiene 23 años, trabaja, vive en pareja y la última vez que el fantasma de la propia muerte la acechó logró ahuyentarlo escuchando al otro lado del teléfono a aquella mujer que una vez le abrió los ojos. Fue a ella a quién llamó para pedir auxilio y quien calmó su angustia. Sigue abrazada a la vida.