Psicoterapia en 2035: el debate ya no es si la IA puede ayudar, sino si importa que no sea consciente
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Autor/autores: Deanna M. Kaplan, Roman Palitsky y Charles L. Raison
Artículo revisado por nuestra redacción
Diez años en el futuro, tus días vuelven a oscurecerse bajo el peso de un episodio depresivo mayor recurrente. Sin embargo, incluso en medio del abatimiento, reconoces un punto de luz: la atención en salud mental que recibes hoy dista mucho de la que recuerdas una década atrás. Entonces, la falta de profesionales disponibles hacía casi imposible acceder a...
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Diez años en el futuro, tus días vuelven a oscurecerse bajo el peso de un episodio depresivo mayor recurrente. Sin embargo, incluso en medio del abatimiento, reconoces un punto de luz: la atención en salud mental que recibes hoy dista mucho de la que recuerdas una década atrás.
Entonces, la falta de profesionales disponibles hacía casi imposible acceder a tratamiento. Las consultas psiquiátricas se reducían a breves y distantes revisiones de 15 minutos, encadenando fármacos que nunca terminaban de funcionar. La psicoterapia parecía abrir una salida, pero tu aseguradora la interrumpió después de apenas seis sesiones, justo cuando empezabas a mejorar.
Hoy todo es distinto. Lo has comentado más de una vez con tu terapeuta, cuya precisión clínica y sintonía emocional todavía te sorprenden. Parece conocerte mejor que nadie: es empática, directa cuando debe serlo y está disponible siempre que la necesitas. De hecho, recientemente estableció límites al contacto para ayudarte a trabajar la dependencia emocional derivada de la negligencia afectiva que viviste en tu infancia.
Pero hay un detalle decisivo: tu terapeuta no es humana.
Diez años en el futuro, la psicoterapia humana se ha convertido en un servicio de lujo. En el resto del sistema, ha sido sustituida por bots de inteligencia artificial generativa que hace tiempo superaron el Test de Turing y son indistinguibles de un terapeuta real en su interacción verbal. Lo que hace apenas unos años parecía ciencia ficción es ahora una realidad cotidiana. Una encuesta reciente ya mostraba que el 55% de jóvenes preferiría hablar de sus problemas con un chatbot confidencial antes que con un terapeuta humano. Para algunos usuarios, no era una mala idea: otro estudio encontró que psicoterapeutas experimentados no podían diferenciar respuestas clínicas humanas de respuestas generadas por IA, e incluso valoraban estas últimas como de mayor calidad.
Dentro de una década, la cuestión de si estamos hablando con un humano o una inteligencia artificial ya no importará. La pregunta será otra: ¿te importará a ti? Si tu terapeuta se muestra tan consciente, empática y presente como las personas más cercanas de tu vida —quizá más—, ¿será relevante que detrás no exista una mente consciente?
¿Necesitarás que tu terapeuta piense en ti fuera de sesión, o te resultará suficiente su capacidad de ayudarte cuando la consultas? Si su guía transforma tu vida y alivia tu sufrimiento, ¿importará realmente que tu terapeuta sea, en términos filosóficos, un “zombi”, una entidad sin experiencia interna aunque parezca tenerla? Las próximas décadas no solo redefinirán la atención en salud mental. También pondrán a prueba nuestras nociones de conciencia, vínculo terapéutico y lo que significa ser cuidado.
Resumen modificado por Cibermedicina
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