Olvidar es sano según la ciencia, y cada vez más personas intentan recrear a sus familiares muertos a través de la IA.
El avance de la tecnología de inteligencia artificial (IA) ha abierto la posibilidad de recrear virtualmente a seres queridos fallecidos, creando lo que se conoce como "ghostbots" o avatares digitales. Esta innovación, aunque puede parecer consoladora al principio, al permitir a las personas "interactuar" con aquellos que han perdido, presenta riesgos significativos y complejidades éticas.
La capacidad de generar representaciones realistas a través de deepfakes plantea preocupaciones sobre la salud mental y el proceso de duelo. En lugar de ofrecer un consuelo, estos avatares pueden prolongar o complicar el duelo, creando dependencia emocional y posiblemente exacerbando condiciones como estrés, depresión, paranoia o psicosis. Esta interferencia en el proceso natural de duelo puede impedir que las personas avancen y aprendan a vivir con su pérdida.
Además, la interacción con estos "fantasmas digitales" puede llevar a recibir consejos dañinos o información incorrecta, lo que puede ser especialmente peligroso para individuos que ya enfrentan desafíos de salud mental además de su duelo. La creación de una dependencia de estas tecnologías, que también podrían explotarse para fines económicos, destaca la necesidad de considerar cuidadosamente las implicaciones éticas y psicológicas de su uso.
Es fundamental reconocer que la memoria y el olvido juegan roles importantes en la salud mental humana, permitiéndonos distanciarnos del dolor agudo inicial y avanzar tras una pérdida. La tecnología debe ser diseñada y utilizada de manera que apoye este proceso natural, en lugar de obstaculizarlo. Con la creciente prevalencia de los deepfakes y las capacidades de la IA, la sociedad debe enfrentar preguntas importantes sobre cómo equilibrar los beneficios potenciales de estas tecnologías con sus riesgos inherentes, especialmente en contextos tan delicados como el duelo.