El mes de marzo salió publicada la ley de Eutanasia, que deja claro que no será de aplicación en aquellos casos en los que el médico responsable certifique que el paciente no se encuentra en el pleno uso de sus facultades ni puede prestar su conformidad libre, voluntaria y consciente para realizar las solicitudes.
Hemos ido asistiendo últimamente a un aumento de suicidios que podían haber sido evitados si los psiquiatras que atendían a esas personas hubieran tenido un protocolo de actuación diferente, similar al que se exigirá en caso de querer la eutanasia. Las familias llevan tiempo reclamando a la Administración que hay ciertas patologías mentales que deberían tenerse en cuenta para no dejar que los afectados puedan decidir sobre sí mismos.
Con la nueva ley que destierra la incapacitación legal, ¿cómo se protegerán las personas de sí mismas? La ley de Eutanasia choca con la ley de incapacitación legal, o sea que, jurídicamente, ¿qué prevalecerá, el deseo de morir (directa o indirectamente -dejando la medicación-) de una persona que tiene una trastorno mental o el razonamiento médico y psiquiátrico que ve que sin tener una enfermedad orgánica mortal, su cerebro le ordena infligirse dolor hasta la muerte? De momento está ganando el derecho a morir por desatención psiquiátrica.