Desde 1996 venimos estudiando la soledad y la disminución del promedio de confidentes que tiene la mayoría de las personas. Nos complace que el tema de la soledad ahora sea menos tabú, gracias en gran parte a la cobertura de prensa durante la pandemia sobre lo difícil que fue el aislamiento para todos. Pero también hemos notado cuánto confían los estadounidenses en sus terapeutas para que los ayuden con sus enigmas más íntimos.
No podemos estar más agradecidos con nuestros pacientes que nos han confiado sus confidencias durante muchos años. Pero también nos preocupamos: ¿hemos contribuido a deshilachar el tejido social al insinuar que es mejor guardar las confidencias sobre los enigmas humanos habituales para los oídos de un terapeuta que compartirlas con un amigo cercano?
Demasiados estadounidenses se sienten solos "con frecuencia" o "casi todo el tiempo o todo el tiempo" . Escuchamos de nuestros pacientes que a menudo es un amigo quien dice el equivalente a “Esto es demasiado para mí; tal vez deberías ver a un terapeuta. Y la desesperación y la depresión suicida aumentan a medida que nuestra nación recurre cada vez más a la profesión de la salud mental en lugar de a los amigos y familiares para que los ayuden con los complicados problemas de la vida.
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