El perro es el mejor amigo del hombre, y en una época tan rara como la que vivimos, en la que nos enfrentamos a un nuevo tipo de soledad, para muchos su mascota es su gran compañero. Se dice que hay quienes se hicieron con un perro durante el confinamiento, para poder paliar la falta de compañía, y ahora están descubriendo todo lo que supone tener una mascota. Sí, conlleva nuevas obligaciones, pero también una multitud de beneficios de los cuales muchas veces no somos conscientes.
«El beneficio más básico y conocido es el afecto que transmite una mascota de una manera 100% sincera, sin dobleces y desde el puro lenguaje no verbal», afirma Aída Rubio, psicóloga y coordinador del equipo de psicólogos de TherapyChat. El afecto pone en marcha mayor producción de serotonina, dopamina y oxitocina en nuestro organismo, las cuales nos generan a su vez gran bienestar, y ayuda especialmente a las personas que experimentan soledad.
A su vez, comenta la psicóloga que tener una mascota ayuda a que podamos moldear nuestra propia expresión emocional, bajando las inhibiciones incluso de aquellos a quienes más cuesta expresarlas si están abiertos a la experiencia. «Otro efecto colateral es el entrenamiento de la empatía al tener que aprender a leer las necesidades y sentimientos de nuestra mascota», apunta la profesional.
Otra de las virtudes de tener una mascota se ampara en un sentido más práctico, puesto que tener alguien de quien cuidar, hace que aquellos que están pasando por épocas de sufrimiento puedan redirigir su mirada y su atención de su interior al exterior. «Por otro lado, nos crea una responsabilidad, nos genera un objetivo y un proyecto vital, en resumen, un propósito y un sentimiento de utilidad que además nos aumenta la autoestima», resume Aída Rubio.
¿Es bueno hablar con tu mascota?
Hay quienes tienen por costumbre hablar con sus mascotas. Comenta Aída Rubio, psicóloga y coordinadora del equipo de psicólogos de TherapyChat, que aunque nos solemos entender muy bien con nuestro perro o gato mediante el lenguaje no verbal, y la mayor parte de nuestro propio lenguaje también lo es, no debemos olvidar que gran parte de nuestra expresión se realiza mediante palabras.
«Una mascota no es un humano, pero tendemos a tener con ellos relaciones bastantes humanizadas siempre respetando sus propias necesidades. La mascota aprecia el afecto que un humano le da, inclusive en forma de palabras», explica la profesional. De esta manera, hablar con las mascotas es, de cierta manera, darles un lugar en nuestra vida. «Igualmente nosotros valoramos positivamente a nivel emocional nutrir esta relación de las maneras en que sabemos hacerlo», dice la psicóloga.
Por ejemplo, si vivimos solos, la compañía de una mascota puede ser esencial; está con nosotros en los malos y buenos momentos, y creamos un vínculo con ella. Pero no solo es eso, comenta la psicóloga que tener mascota nos enseña mucho a nivel emocional y social, unos aprendizajes que luego vamos a poder trasladar al resto de nuestras relaciones sociales.
También, convivir con una mascota puede darnos un «propósito»: ser responsables de alguien nos hace estar en contacto con el mundo. En especial, pueden beneficiarse de ello niños y personas de la tercera edad. Si hablamos del segundo grupo, explica Aída Rubio que los más mayores «han sido cuidadores toda su vida, han tenido también responsabilidades domésticas y laborales, y encontrarse en una época de su vida en la que no es así sino que son ellos los que deben ser cuidados, puede disminuir su autoestima y producir un momento de crisis vital». «Tener una mascota puede devolverles esa parte de su identidad y ayudarles a adaptarse a su nueva vida», añade.
