La felicidad tiene su edad, necesita dormir seis o siete horas, hacer ejercicio (150 minutos por semana), consumir alimentos ricos en vitamina D y cuidar los afectos. «Hay tres elementos básicos para el bienestar en la tercera edad, es el trípode de la estimulación integral», señala este especialista en Psiquiatría Clínica y Forense
Hay todo un abecedario de cosas que pueden hacernos sentir bien, pero la felicidad tiene forma de U. Existe una curva de la felicidad universal que tiene la forma de esta letra, toca su momento más bajo entre los 40 y los 47 años, y alcanza sus picos de bienestar (los extremos de la U) a los 20 y a los 70, según las conclusiones de varios estudios, entre ellos uno del economista David G. Blanchflower, elaborado con datos de 145 países. Según esta investigación, a partir de los 50 empieza a remontar la sensación de bienestar. ¿Pero la felicidad se puede objetivar? «La felicidad depende mucho de cada sujeto. Lo que es la felicidad para mí quizá no sea la felicidad para ti ni la felicidad para otro», apunta Álvaro Moleón, psiquiatra especialista en Psiquiatría Clínica y Forense, considerado, a sus 31 años, el mejor médico en su especialidad según la plataforma Doctoralia Awards.
—¿De qué depende sobre todo el significado que doy a la felicidad?
—De nuestros valores, de nuestras inquietudes y de nuestros gustos. No por tener un estrés mayor o una carga de trabajo mayor, eres menos feliz. Lo que cuenta es que te sientas plena.
—¿La felicidad no depende de las circunstancias?
—No, no depende de las circunstancias. Evidentemente, las circunstancias negativas afectan al bienestar psíquico. Lo que pasa es que la felicidad no es algo corto en el tiempo, sino un período de meses, años o una vida entera. La felicidad no varía de un día a otro.
—¿Podemos aspirar, desde una óptica realista, a ser felices, moderadamente felices, todos los días?
—¡Eso es idílico! Entonces, no estarían llenas las consultas de los psicólogos y psiquiatras... Lo que estamos viviendo en los últimos años, en especial a raíz de la pandemia, hace que se resienta especialmente la salud mental de los niños y las personas mayores. Y es muy intenso el ritmo con el vivimos nuestro día a día, sobre todo la población de edad intermedia.
—Un estudio sitúa en los 47 años la edad a la que somos más infelices. ¿La infelicidad, entonces, tiene edad?
—Sí, está alrededor de los 50. ¿Por qué? Porque cuando estamos en la juventud normalmente tenemos menos responsabilidades y la ilusión de conocer, de aprender, de ser alguien y cumplir proyectos... Alrededor de los 20 o 25 años, en el mundo occidental, vamos teniendo más responsabilidades, traumas, desilusiones... En torno a los 45 o 50, alcanzamos un pico de malestar psíquico. Y, a partir de ahí, se empieza a revertir ese malestar, cuando empezamos a jubilarnos...
—¿Es de cajón lo de jubilarse y sentirse liberado, más feliz?
—Aquí de cajón, nada. Hay gente jubilada muy infeliz, sobre todo las personas que no han tenido durante su vida de adultos una plenitud. También las personas que durante su vida de adultos se han dedicado exclusivamente a la vida laboral, no cultivando la vida social y hobbies. Cuando llegan a la jubilación, se ven vacíos... Y entonces se levantan y no saben qué hacer. Eso lo vemos en el colectivo médico. Yo tengo muchos pacientes médicos.
—¿Hay solución, se puede ser feliz en la tercera edad tras haber tenido una vida laboral muy demandante?
—Sí, puedes ser feliz si sabes después gestionar esos años mediante lo que yo llamo el trípode de la estimulación integral en la tercera edad, que sería una estimulación física, una estimulación social y una estimulación cognitiva. Son los tres elementos básicos para ser feliz en la tercera edad. Es importante guardar un sueño reparador (al menos unas seis o siete horas de sueño) y hacer ejercicio regularmente.
—¿El ejercicio es la mejor «pastilla»?
—Sin duda. Para la salud mental es muy importante. El ejercicio no te va quitar los delirios si los tienes, pero para un problema ansioso-depresivo o un trastorno obsesivo-compulsivo realizar ejercicio físico diario (caminar 150 minutos a la semana) mejora mucho la situación, el estado psíquico. Está avalado por estudios científicos.
—¿Hay alimentos que mejoran el bienestar emocional y aumentan la sensación de felicidad?
—Sí, los ricos en vitamina D y en ácidos grasos omega 3, presentes en el pescado, en frutos secos como las nueces, en el aguacate... Son alimentos que hay que consumir en el día a día para cuidar nuestra salud mental. Ayudan sobre todo a pacientes con depresión.
—¿Son los jóvenes más frágiles; los mayores tienen otra fortaleza mental?
—Los jóvenes somos más débiles; creo que hay una sociedad en la que los jóvenes cada vez toleramos menos las frustraciones. En parte por la sobrecarga de trabajo, nuestros padres nos han dedicado menos tiempo, a mi parecer, y nos lo ha recompensado con temas materiales. Somos además una sociedad de impaciencia. No es bueno tener todo al momento, esto condiciona nuestra forma de ser.
—¿La vida va más rápido de lo que nuestra cabeza y cuerpo pueden?
—Sí, creo que sí. Y por eso hay un empeoramiento de la salud mental. Abarcamos más cosas de las que podemos. Eso hace que muchas personas tengan que ir al psiquiatra...
—¿Tendemos a hacer patológicos sucesos y procesos naturales en la vida?
—Lo vemos en consulta. A una chica que ha perdido a su marido hace un mes en un accidente de coche, le digo que no me parece patológico que tenga episodios de llanto, rumiaciones, insomnio... Eso es lo normal, lo anormal sería que anduviera pegando botes.
—¿Abusamos de los psicofármacos cada vez a más temprana edad?
—España lidera el consumo mundial de benzodiacepinas. No tenemos tiempo para cuidarnos, para comer bien, descansar, dormir bien, tener relaciones sexuales con la pareja, que es básico... Esto tiene consecuencias en la salud mental.
—La sexualidad en la tercera edad es a menudo la gran olvidada.
—Yo a mis pacientes de 70 y 80 años les hago mucho hincapié en esto. ¿Por qué no tienen relaciones con sus parejas? Ese contacto, esa liberación de adrenalina y oxitocina que se produce en una relación sexual, da felicidad.
—¿Qué hormonas están implicadas en la sensación de felicidad?
—La serotonina es básica. La noradrenalina, que aumenta el deseo de hacer cosas. La dopamina es la hormona del placer y la oxitocina es la hormona del cariño. Son las cuatro básicas.
—¿Se puede ser más feliz a los 70 que a los 25?
—Claro que sí. Se puede ser más feliz a los 70 que a los 20 y a los 25, sin duda. Ahora, ya no sé cómo seremos de felices nosotros dentro de 40 años...
—Existe un PIB de la felicidad, y se ve que la salud o lo económico no siempre aumentan el bienestar...
—Más que por las enfermedades o los ingresos económicos que tengan, en la sensación de felicidad de las personas mayores importa el autoconcepto, la autoestima. Si siempre te has sentido incapaz, si nunca te has visto que vales, difícilmente vas a sentirte feliz. La autoestima es clave en la felicidad.
—¿Estás de acuerdo con esto que nos advirtió recientemente el doctor Enrique Rojas: «La felicidad está en la cabeza, no depende de la realidad»?
—Sí. Y, con respecto a esto, hay un libro que recomiendo a todo el mundo, El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl.