Normalidad dentro de lo que cabe gracias a los grupos electrógenos, pero rediseño de las dinámicas de individuales y de grupo para evitar la sensación de angustia durante el apagón. Así se podría resumir la decisión que el director del Área de Enfermería del del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos y de la Clínica Nuestra Señora de la Paz de Madrid, Pablo Plaza, tomó este lunes cuando a mediodía toda la Península Ibérica se quedó sin electricidad por varias horas. En esta entrevista comparte su experiencia y las lecciones aprendidas de un suceso que, cree, lleva a “reflexionar a todos”.
¿Cómo vivieron el apagón? ¿Qué protocolos activaron en ese momento?
No había redes, no había luz. Una cosa que en principio ves como normal, se va prologando. Ves el impacto, la trascendencia y entonces lo que hicimos fue coordinar con los mandos intermedios lo que se avecinaba, que era una desconexión más duradera de lo habitual.
Sin embargo, no hubo una incidencia reseñable porque los grupos electrógenos entraron en funcionamiento. Son grupos que están tutorizados con los que hacemos pruebas frecuentes. Lo hicieron de forma muy rápida y nadie notó que se fue la luz.
Yo sí creo que fue más llamativo el tema de la desconexión de las comunicaciones. El no tener móvil, internet, sí alteró más la dinámica.
Eso fue para mí tuvo más impacto si cabe que la luz.“A nivel de mi área, de Enfermería, la gente se postuló para relevarse con el turno de tarde; hubo otra gente que dobló”
¿Cómo se coordinaron en ese momento que no había comunicaciones con el exterior?
Inicialmente lo hicimos por vía WhatsApp con algunas familias que podrían estar más preocupadas. Luego vino la reunión con mandos intermedios para organizar lo más relevante: cambios de turnos, previsión de retrasos por el trasporte público.
También salió lo bueno de los sanitarios, como es lo habitual en estos casos, como vivimos en la pandemia de COVID o en Filomena, situaciones que nos ayudaron a saber cómo trabajar en crisis. Se ha vivido con mucha tranquilidad en ese aspecto, por la experiencia vivida antes.
A nivel de mi área, de Enfermería, la gente se postuló para relevarse con el turno de tarde; hubo otra gente que dobló. En definitiva, mucha generosidad de unos sanitarios con respecto a otros.
A su vez, potenciamos las escuchas activas o hicimos grupos con los pacientes para disuadir esa posible angustia que generaba que no viniese su familiar o no pudieran hablar con ellos.También tenemos unos sanitarios, unos profesionales de salud mental, que tienen mucha destreza.
Lo he dicho en varios sitios: éramos unos afortunados porque teníamos los generadores. También eso ayudó a los pacientes a vivirlo con mucha más tranquilidad si cabe.
¿Cómo actuaron las enfermeras para que se mantuviese la asistencia sanitaria habitual y qué roles específicos adquirieron durante el apagón?
Enfermería es muy conocedora de los pacientes que atendemos. Salió lo mejor de cada profesional. Identificamos a los pacientes más susceptibles de mayor angustia, hicimos un abordaje mucho más personalizado e individual. Todas las tareas que se identifican como imprescindibles se mantuvieron en el tiempo. Se registró qué luces, qué servicios, qué ordenadores eran imprescindibles para mantener la energía de los generadores.
“Potenciamos las escuchas activas o hicimos grupos con los pacientes para disuadir esa posible angustia que generaba que no viniesen su familiares”
Enfermería priorizó todo eso. Otro aspecto fue analizar la cadena de frío de medicamentos o vacunas que tenemos identificadas.
Y sobre todo destacaría mucho la disponibilidad o generosidad de su tiempo para quedarse para en el futuro mitigar si hubo problemas añadidos. Pero no fue muy traumático porque teníamos experiencias previas.
Sus pacientes tienen la particularidad de que tienen alguna patología mental. ¿Cuáles diría que fueron los que más pudieron sufrir el apagón, no tanto por la luz sino más por la incomunicación y la imposibilidad de que los visitasen sus familiares?
Hay un perfil marcado de paciente. No es lo mismo para una persona con discapacidad que espera la visita de un familiar, y este no llega. Para ellos hay que hacer un abordaje de ocio si cabe para que no focalice la visita, con orientación de mitigar esa necesidad.Luego está el paciente de salud mental, más consciente de la situación. Ahí el grupo de Enfermería lo abordó de manera individual. Creo que esa escucha activa y ese abordaje individual mitiga esa posible angustia. Y, con todos, cargar de contenido toda esa tarde de lunes para que también ellos vean que la normalidad es lo que tiene que perdurar.
En cuanto a las visitas de familiares, ¿cómo hicieron para reprogramarlas?
Las familias son conocedoras de las dinámicas del centro, que no son programadas, son espontáneas. Los familiares se tranquilizaron cuando pudieron contactar con sus profesionales de referencia o su familiar ingresado. Eso generó mucha tranquilidad.“Enfermería abordó de manera individual la crisis del apagón con los pacientes de salud mental”Además, los familiares creo que han percibido que había una gran seguridad por parte de ambos centros para intentar atender a su paciente. Percibían un entorno muy seguro, lo que daba incluso más tranquilidad si cabe.
¿Hubo intervenciones rutinarias que se quedaron sin hacer? ¿Cómo prevén distribuirlas en estos días?
En realidad, pocas. Lo que hicimos la tarde del lunes fue reprogramarlas para poner actividades grupales, para relajar a los pacientes. Pero son actividades que algunas se redefinieron, pero tampoco tuvieron que hacerse el martes porque no eran imprescindibles. Apostamos por generar un ambiente más favorable. No se alteró la dinámica del día a día, porque al tener luz no se impidió que se hiciesen.
Después del apagón, ¿se ha planteado revisar algunas estrategias respecto a crisis de este estilo que se pudieran dar?
Sí. Hemos hablado con mandos intermedios para replantear e identificar qué zonas son más prioritarias. Estamos en esa dinámica de detectar áreas de mejora. Sobre todo, revisamos para aprender de este acontecimiento.
¿Había vivido alguna situación similar?
Personalmente, no. La primera vez que la vivo. Sí que te das cuenta de la dependencia del aporte energético quizá es una cuestión que debemos reflexionar a nivel sociedad, no solo en el ámbito sanitario.
Si bien en nuestro caso tenemos planes de contingencia, y estamos muy preparados históricamente para dar ciertas garantías, con los grupos electrógenos que duran entre 24 o 48 horas. Es algo que da mucha tranquilidad.