Durante los últimos meses de la pandemia de COVID-19, se ha recordado repetidamente a la comunidad de salud mundial que las personas con trastornos mentales diagnosticables son solo una fracción de la población que sufre angustia mental. La pandemia sigue dando forma a los discursos de las reformas sanitarias mundiales. Nos enfrentamos a los desafíos de idear formas de ...
Durante los últimos meses de la pandemia de COVID-19, se ha recordado repetidamente a la comunidad de salud mundial que las personas con trastornos mentales diagnosticables son solo una fracción de la población que sufre angustia mental. La pandemia sigue dando forma a los discursos de las reformas sanitarias mundiales. Nos enfrentamos a los desafíos de idear formas de incorporar explícitamente los objetivos de bienestar mental en las actividades a nivel de población y los programas intersectoriales, para que estos programas se alineen con una definición ampliada de salud mental y bienestar como parte esencial del desarrollo.
En el Plan de Acción Integral de Salud Mental 2021-2030 actualizado, la OMS proporciona una dirección global para la cobertura de servicios, en su énfasis en “promoción, prevención, tratamiento, rehabilitación"
En The Lancet Psychiatry , Ruth Brauer y sus colegas utilizaron medicamentos psicotrópicos como indicador indirecto de la cobertura del servicio en su análisis de los datos de ventas farmacéuticas de 65 países durante un período de 12 años.
Identificaron disparidades en el acceso entre países y una tendencia creciente en las tasas de consumo durante el período de estudio (de 28, 54 dosis diarias definidas por 1000 habitantes por día en 2008 a 34, 77 dosis diarias definidas por 1000 habitantes por día en 2019). Sus datos sólidos sobre varios medicamentos psicotrópicos proporcionan una base para comparaciones similares en períodos futuros.
Los medicamentos psicotrópicos desempeñan un papel fundamental en el manejo de una amplia gama de afecciones de salud mental, y la escasez de estos medicamentos podría causar sufrimiento a las personas con enfermedades mentales graves. A pesar de la solidez de sus datos y la importancia de este estudio, usaría una lente más amplia para discutir algunas de sus implicaciones y conclusiones dentro de las necesidades de salud mental de los pacientes y la población, en medio de la pandemia actual.
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