Ante un panorama de grandes desafíos, la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) acaba de lanzar el Libro Blanco de la Psiquiatría en España. El documento, un volumen de más de 150 páginas en el que se empezó a trabajar en el segundo semestre de 2021, “tiene como objetivo primordial recabar datos con los que realizar una valoración sobre la situación actual de la atención psiquiátrica en España y los retos fundamentales que deben abordarse en un futuro próximo”, explica a Univadis España Manuel Martín Carrasco, presidente de SEPSM.
Como advierten las estadísticas de la entidad, el sistema de salud mental español no pasa por sus mejores momentos, con la demanda de servicios saturados y falta de profesionales. Nuestro país cuenta actualmente con solo 4.393 psiquiatras en la red pública de atención a la salud mental, lo que supone una ratio de 9,27 psiquiatras por cada 100.000 habitantes.
Esa ratio asciende hasta 11,5 si se incluyen en la cuenta los 1.036 psiquiatras que se encontraban en formación en 2021. “Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que el ratio adecuado está entre 13 y -15 psiquiatras por 100.000 habitantes”, expone Martín Carrasco, para quien España queda muy por debajo de una buena posición. “En Europa, países como Portugal o Bélgica se encuentran es esas cifras, aunque la mayoría de los países de la Unión Europea tienen ratios más elevados. Hay que considerar que estamos en el pelotón de cola de los países de nuestro entorno”, añade.
La situación podría incluso empeorar en los próximos años, ya que un 20,8 % de los psiquiatras en activo son mayores de 60 años, mientras que el 6,7 % ha superado ya la barrera de los 65 años, por lo que en los próximos cinco años se prevé un número importante de jubilaciones, alrededor de 1.000. “Estos datos indican que, si no se toman medidas urgentes, la carestía de psiquiatras va acentuarse de manera dramática en los próximos años”, señala el presidente de la SEPSM. Según Martín Carrasco, “entre estas medidas, debería incentivarse el retraso de la jubilación, como ya se hace en las especialidades de Pediatría y Medicina de Familia, y aumentar el número de plazas de formación. Además, sería importante mejorar las condiciones de empleo de los psiquiatras, incidiendo especialmente en que los psiquiatras jóvenes no abandonen el país, como han estado haciendo desde hace décadas”.
Otro de los puntos que se destacan en el documento es el grave problema de inequidad en los servicios a la salud mental en función de la comunidad autónoma. Mientras regiones como el País Vasco y Cataluña se encuentran en ratios óptimas (15 y 13,3 psiquiíatras por cada 100.000 habitantes, respectivamente), en otras zonas como Melilla (4,7), Ceuta (5,9), Comunidad Valenciana (5,9), Andalucía (6,2), Extremadura (6,8) o La Rioja (6,9) la situación es mucho más dramática. Para cambiar esto “en primer lugar, sería necesario definir unos estándares de referencia en los servicios y dispositivos asistenciales que deberían estar disponibles para la población a nivel nacional, y, sobre la base de los mismos, efectuar una planificación que tenga en cuenta las necesidades específicas y los recursos ya existentes en cada lugar.
A continuación, deberían efectuarse las iniciativas oportunas, dotadas adecuadamente, teniendo en cuenta el diferente atractivo que presentan las comunidades. Para todo ello, hace falta una política activa desde una posición más global de la que presta cada comunidad”, opina el presidente de la SEPSM, quien celebra la reciente creación de la especialidad de la Psiquiatría infantil. “Se trataba de una de las carencias de nuestro sistema en relación con la Unión Europea y la mayoría de los países desarrollados. No obstante, no basta con crear la especialidad, ahora hay que desarrollarla adecuadamente. El mayor incremento de la demanda de atención en salud mental se está produciendo en población infantil y juvenil”. Un fenómeno que potenció la pandemia. Como señala Martín Carrasco, esta “fue el detonante de un aumento de las necesidades de atención en salud mental. No solo la pandemia en sentido estricto, sino sus efectos asociados de crisis económica, paro, incertidumbre generalizada, etc.
Por otra parte, al focalizarse el sistema de salud en la pandemia, se dejaron de atender otras necesidades, entre ellas las de atención psiquiátrica” De acuerdo con el experto, “el colapso de la atención primaria fue especialmente dañino, dado su papel en la detección de casos. A consecuencia de todo ello, se produjo un aumento de la sintomatología de tipo depresivo, ansioso y de estrés, que afectó especialmente a la población más joven. Y la demanda incrementada no ha cesado desde entonces”.
Para poner fin a esta grave situación, el Libro Blanco establece cinco retos fundamentales, cada uno de ellos desarrollado en diversos retos específicos. “A grandes rasgos, es necesario introducir la atención psiquiátrica en las agendas políticas y desarrollos normativos, adecuar los recursos humanos y asistenciales a una demanda al alza, optimizar la coordinación y organización intersectorial –especialmente con los servicios sociales–, desarrollar competencias para la atención a colectivos especiales (mayores, discapacidad intelectual, etc.), y mejorar la implicación de los profesionales en la reorganización asistencial que se avecina”, concluye el presidente de la SEPSM.
