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Entre el 3 y el 4 por ciento de adultos españoles padecen trastorno de déficit de atención e hiperactividad

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Noticia | 18/03/2014
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octor José Antonio Ramos desbarata de entrada a cualquiera que se dirija al TDAH como el “trastorno del siglo XXI”. Desde hace 400 años se conoce, pero a día de hoy el 97 por ciento de los adultos que lo padecen, no están diagnosticados. La paradoja alerta a los propios científicos que advierten de la necesidad de tomar conciencia de un trastorno que ha condicionado, sin saberlo, la vida de muchas personas. Entre el 3 y el 4 por ciento de los españoles, según algunos estudios.

Son un auténtico desafío para los especialistas, que en consulta han identificado hasta tres tipos de pacientes: el que ha seguido un tratamiento desde la infancia, pero cuyo trastorno se mantiene en la edad adulta. El del adulto joven que no ha sido diagnosticado y llega a consulta debido a un comportamiento problemático. Y aquellos otros pacientes que derivan desde centros de drogodependencias. En el 89 por ciento de los casos lleva asociados otros trastornos, como ansiedad, bulimia, ludopatía o adicciones.

“Está empezando a diagnosticarse mejor, y nos tendríamos que felicitar por ello”, dice Ramos. Desde el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona su equipo de investigación ha publicado ya casi un centenar de artículos internacionales sobre la prevalencia del trastorno pasada la infancia y la adolescencia.

Por fin, empieza a desterrarse la idea de que va únicamente asociado a los más pequeños y comienza a ser diagnosticado. “La clasificación de trastornos mentales americanos se ha abierto más a la sintomatología del adulto”, dice Isabel Rubió, de la Fundación ADANA, en la que atienden a personas con el trastorno. “Hasta hace muy poco se creía que solo pasaba en niños y adolescentes. Pasaba más desapercibido porque no había unos síntomas de identificación”.

Ana Miranda, catedrática de Psicología Evolutiva de la Universidad de Valencia, y directora de una investigación para el seguimiento en la edad adulta de niños diagnosticados con TDAH comparte el diagnóstico. “Hasta ahora el TDAH había sido un trastorno que se consideraba que desaparecía en la adolescencia. Se constata que es un trastorno crónico que pude durar a lo largo de todo el ciclo vital”.

Se sabe que el 70 por ciento de los niños que nunca fueron tratados de su trastorno, acabarán padeciéndolo también al llegar a la edad adulta: “es un trastorno del neurodesarrollo, por tanto algunos de los síntomas tienen que haberse manifestado en la infancia. Otra cosa es que hayan pasado desapercibidos”, dice Rubió.

En ocasiones, esos síntomas, en la infancia leves, estallan al llegar a la edad adulta. “Puede que haya sido un niño con TDAH con poca problemática, pero que al llegar a adulto se incrementa mucho, porque desaparecen los muros de contención”, apunta el doctor Ramos. Se caen los patrones de la escuela, de la familia, del núcleo materno... Ese niño ya adulto tiene que organizarse por sí mismo y lidiar con más variables en una vida complicada y eso sobrepasa a estos pacientes.

Un dato revelador lo dan las estadísticas de prevalencia por géneros. En los más pequeños, la brecha se abre del dos por ciento de las niñas al ocho en los niños, pero en adultos la proporción es del uno a dos. La explicación se encuentra en los propios parámetros naturales de comportamiento entre unos y otros, de forma que los niños tienden también a manifestar más síntomas, mientras que las niñas los “silencian”. “Hasta ahora habían sido identificadas como chicas con bajo desarrollo intelectual”, dice Rubió, cuando en realidad padecían un trastorno no diagnosticado.

Precisamente, muchas madres con TDAH se enteran de que lo padecen cuando acuden a consulta por el problema de su hijo y se ven reflejadas en su sintomatología. El trastorno tiene un fuerte componente genético. Tanto, que hasta en el 70 por ciento de los casos, un niño con déficit de atención o hiperactividad tiene unos padres que también lo padecen, en la mayoría de los casos sin saberlo.

Las ahora madres “son niñas que no han sido diagnosticadas porque no han molestado, no han generado una atención por parte de nadie” pero que ahora se ven desbordadas con los síntomas de su hijo, precisamente porque su propio trastorno les impide gestionarlos y responder a ello con eficacia. La situación acaba sobrepasándolas y en algunos casos pueden acabar padeciendo una depresión.

Los expertos recuerdan que el trastorno debe abordarse desde una perspectiva multidisciplinar y afirman que el paciente reacciona ya de forma muy positiva cuando se identifican sus síntomas y se les pone una etiqueta. Eso le alivia, porque ordena  una situación que creía desbordada por su propia incapacidad. A partir de ahí se aplica toda una terapia psicológica y conductual, que, siempre dependiente del grado, suele dar buenos resultados. También la medicación.

“La gente que banaliza el TDAH y lo interpreta sólo como un problema relacionado con las malas notas es porque no ha visto a pacientes. La gran apuesta que tenemos que hacer es predecirlo a tiempo, porque estas personas tienen más riesgo de consumo de sustancias o fracaso escolar. Así podremos hacer tratamientos preventivos”, dice el doctor José Antonio Ramos.

Cerca del 50 por ciento de los adultos con el trastorno desarrollan una adicción a la droga. Unas cifras que destapan un auténtico problema de salud pública y ante el que las autoridades sanitarias aún no han reaccionado. “Sabemos que la obesidad afecta a un porcentaje muy amplio de niños, y hacemos prevención. Pero aquí no. Mejoremos las pautas educativas”, aconseja.

Todos coinciden en que hace falta más especialización. Universitaria y profesional. “Muchas personas no son diagnosticadas, porque en sus comunidades autónomas no hay especialistas”, afirma la doctora Miranda. Falta formación en las universidades, y los médicos, psicólogos y psiquiatras, deben asumirla por su cuenta. Y también se echa en falta más concienciación social y más sensibilidad hacia este problema. “Es verdad que todavía hay muchas personas que creen que el trastorno no existe, que es un problema de falta de educación de los padres. Es un trastorno reconocido”, recuerda Rubió.
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