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El tratamiento con GLP-1 puede desconectar las señales naturales de hambre y saciedad



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Noticia | 24/12/2024

 


Agonistas GLP-1: ¿Un hito en la lucha contra la obesidad o un desafío aún por resolver?


Los agonistas del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1) han revolucionado el tratamiento de la obesidad, marcando un antes y un después para especialistas que durante años carecieron de opciones farmacológicas eficaces. Aunque sus beneficios físicos, como la pérdida de peso, son ampliamente reconocidos, los efectos psicológicos de estos medicamentos son todavía un terreno poco explorado y con resultados contradictorios.


En el reciente Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), este tema fue objeto de debate. La doctora Tatiana Lacruz Gascón, experta en Psicología Clínica y directora del máster en Trastornos de la Conducta Alimentaria y Obesidad de la Universidad Europea, señala la necesidad urgente de más investigación.



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Si bien algunos estudios sugieren que los agonistas GLP-1 ayudan a reducir la sintomatología psicológica y los atracones, otros no encuentran evidencias claras de efectos positivos o negativos. Además, la FDA ha reportado casos preocupantes de síntomas depresivos y conductas suicidas asociados a estos tratamientos.


Lacruz destaca un problema clave: la desconexión entre las señales naturales de hambre y saciedad , propiciada por estos medicamentos. Aunque contribuyen a la saciedad, no permiten una regulación natural de estas señales, lo que podría tener implicaciones a largo plazo en la relación del paciente con la comida.Otro punto crítico es el enfoque excesivo en el peso como único parámetro de éxito.


Según la psicóloga, centrar el tratamiento exclusivamente en el peso perpetúa la estigmatización de la obesidad y puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria. Por ello, insista en que estos tratamientos deben complementarse con intervenciones nutricionales, actividad física y estrategias emocionales para asegurar un abordaje integral y saludable.


Asimismo, la desigualdad económica que existe entre los pacientes con obesidad es una realidad que impide que algunos puedan hacer el desembolso económico necesario, lo que deriva en un aumento de la discriminación.


Los riesgos para la sociedad general señalados por Lacruz son que se puede reforzar la idea del control del cuerpo, lo que deriva en insatisfacción corporal y, de nuevo, en el aumento del estigma vinculado al peso: “Los mensajes asociados a que el peso y la forma del cuerpo son controlables favorecen la insatisfacción corporal, ya que dejamos de aceptar y normalizar el cuerpo que tenemos para tratar de conseguir un cuerpo perfecto”. Explica que sucede de manera parecida con la cirugía estética:


“Si puedo modificar mi pecho, me planteo si mi pecho es suficientemente bueno. Si puedo controlar mi peso, me planteo si mi peso es adecuado”.


'La salud no es cambiar de talla'Un llamamiento similar hace Santos Solanos Nortes, doctor en Psicología Clínica y director de la Unidad de Obesidad y del Hospital de Día para Trastornos de la Conducta del Centro ITEM Madrid, al referirse a la prevención de la obesidad y la promoción de la salud socio-emocional en los adolescentes. Subraya que es necesario desvincular la salud de un tamaño específico del cuerpo: “La salud tiene que ir más allá del peso. Salud en todas las tallas. La salud no es cambiar de talla”.


Solanos alude a un estudio de la Unión Europea realizado entre 300 adolescentes para justificar su reflexión: “No hablan de problemas médicos, sino de presión emocional, insatisfacción corporal e imagen”. En su opinión, el camino es trabajar la autoestima, la aceptación del cuerpo y desarrollar una actitud crítica hacia el ideal del cuerpo perfecto: “Tenemos que ver la salud más allá de la forma del cuerpo.


Trabajar la forma en la que nos relacionamos con la comida y concebir el ejercicio físico como la manera de que el cuerpo funcione bien, que no es solo para quemar calorías”.Papel de la psicología en el tratamientoSobre el papel que la psicología debe tener en el tratamiento de la obesidad, Luis Carlos Álvarez García, psicólogo clínico del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago y del Programa de Preparación de Cirugía Bariátrica, no tiene dudas: “Es eficaz. El equipo tiene que ser multidisciplinar. Deben estar los endocrinos, los nutricionistas y los psicólogos”.


El psicólogo expone que el modelo cognitivo conductual es el que consigue mejor respuesta, pero recuerda que la obesidad es una enfermedad crónica y que el principal problema es mantener los resultados del tratamiento, así que cree necesario mantener contacto a largo plazo con los pacientes: “Depende de los puntos débiles del paciente en cada momento, será uno u otro profesional el que asuma el protagonismo. Las nuevas tecnologías, incluso la inteligencia artificial, nos pueden ayudar”.


Tatiana Lacruz añade que, igualmente, el psicólogo debería estar en la evaluación previa al tratamiento, lo que ya se hace en la cirugía bariátrica. Es importante para identificar los factores conductuales o la presencia de otros trastornos: “El paciente puede tener, por ejemplo, un problema de impulsividad que interfiera en el tratamiento o un trastorno alimentario que haya que tratar antes que la obesidad”.


El psicólogo dentro del equipo se encarga de la motivación y de trabajar para que la adherencia al tratamiento sea buena, así de cómo se regula emocionalmente y cómo se relaciona con la comida y su cuerpo. Además, es valiosa su contribución con el resto de los profesionales sanitarios: “Trabajamos para reducir comportamientos negativos porque los profesionales de la salud tendemos a tener una mirada estigmatizada”.


Tratamiento de personas divergentes


Por otra parte, las personas divergentes precisan de un abordaje adaptado, lo que no es una cuestión baladí pues la obesidad tiene entre ellas una prevalencia muy alta: las personas con autismo tienen casi el doble de riesgo de desarrollar obesidad y más de un tercio de los pacientes tratados de obesidad padecen un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).


Esta doctora en Psicología Clínica señala que la comunicación que se establece con estos pacientes y las pautas de su tratamiento han de ser diferentes porque el funcionamiento de su cerebro también lo es: “No se trata de cambiarlo, sino de adaptarse. Un autista puede tener hipersensibilidad a sabores y texturas, así que hay que acomodar las dietas; una persona con TDHA tiene problemas de planificación, así que hay que dar pautas pequeñas, a corto plazo”.


 

Fuente: Diario Médico
Palabras clave: hambre, saciedad, tratamiento

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