Los trastornos alimentarios son alteraciones que se caracterizan por preocupaciones excesivas con la forma y el peso. Actualmente afectan entre el 1 % y el 4 % de las mujeres, por lo cual su prevalencia en la población es alta. Dentro de estos trastornos, destacamos la anorexia nerviosa (AN), ya que tiene la mayor tasa de mortalidad de enfermedades psiquiátricas, aproximadamente un 5% a lo largo de la vida.
A pesar de que ya existen tratamientos y seguimientos para estos pacientes, es cierto que muchos sujetos que lo padecen durante la etapa de la adolescencia no se recuperan por completo; ya que aproximadamente entre el 20 % y el 40 % recaen lo que requieren tratamiento adicional en el futuro.
Se sabe que el entorno familiar contribuye a los TCA, por lo que se ha incorporado la terapia en familias para el cuidado y recuperación de estos pacientes. La terapia multifamiliar (MFT) es un término general encapsulando una variedad de enfoques que reúnen varias familias afectadas por la misma inquietud. La MFT se basa en la terapia de grupo, estructurada en la idea de que las familias aprenden unas de otras para apoyar a sus seres queridos. La MFT generalmente involucra de tres a ocho familias que asisten a un programa intensivo de 3 o 4 días seguido de sesiones mensuales durante 6 a 9 meses. Las familias pueden tener sesiones unifamiliares adicionales entre estas, según sea necesario. Las sesiones duran 1 día, incluyen una comida familiar más refrigerios, y son facilitadas por dos a cuatro médicos.
Se han publicado varios estudios en la revista European Eating Disorders que analiza el impacto de las terapias multi-familiares en los pacientes que padecen trastornos alimentarios analizando su peso y sintomatología.
Los resultados sugirieron que existen mejoras significativas en el aumento de peso, los síntomas de los trastorno alimentario, los síntomas de depresión autoinformados por los pacientes y los padres, y reducciones en las experiencias negativas de los padres con respecto al cuidado de sus hijos. Pero, es cierto que en comparación con otras terapias individuales tampoco presentaba mejoras muy significativas.
Por tanto, aunque solo se ha determinado la terapia multi-familiar con una mejora muy poco significativa por encima de las terapias comunes individuales, es una buena opción como herramienta. Ya que hay familias que les funciona mejor trabajar todos juntos; porque además de trabajar el trastorno del paciente se abarca también un desarrollo del cuidado por parte de sus padres para que tengan más conocimiento y pueda asesorar mejor a su hijo para una recuperación más rápida y eficaz. Por, otro lado, al unirse varias familias se crea un vínculo de unión que permite que se sientan más comprendidos entre los padres, y a nivel psicológico les beneficia mucho.