El deterioro cognitivo asociado a la edad es un problema de salud que, actualmente,carece de tratamiento, pero la ciencia se está volcando en encontrar estrategias de prevención.
Diferentes estudios han hallado una asociación positiva entre el consumo de fibra en personas mayores y la función cognitiva.
Ahora un trabajo reciente, publicado en la revista Age and Ageing, afina aún más al encontrar un perfil genético que puede beneficiarse del consumo alto de fibra para reducir el riesgo de deterioro cognitivo.
La investigación está basada en el estudio prospectivo InCHIANTI, que siguió durante 15 años a 1.453 personas mayores residentes en la Toscana (Italia), revisando la dieta y el deterioro cognitivo cada tres años, y cuyo objetivo fue identificar los principales factores de riesgo que influyen en la pérdida de la capacidad para caminar.
“Tras analizar unos 2.500 datos de 848 participantes, vimos que, en general, la fibra no se asociaba a menor riesgo de deterioro cognitivo en las personas mayores. Pero observamos que en quienes tenían el genotipo ApoE-ε4 en el gen de la Apolipoproteína E, considerado un factor de riesgo genético para desarrollar Alzheimer, sí que había una interacción nutrigenética. Es decir, en las personas con ese perfil genético (122 participantes) se vio que aumentar en cinco gramos al día la ingesta de fibra redujo hasta un 30 % el riesgo de deterioro cognitivo”, explica a Univadis España Tomás Meroño, profesor del Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía en la Universidad de Barcelona, investigador en el Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) y uno de los principales autores del estudio.
Fibra y deterioro cognitivo
Durante el estudio se dividió a los participantes en tres grupos en función del perfil genético: portadores de la variante ApoE- ε2; portadores de ApoE- ε3; y portadores de ApoE- ε4. “Solo en este último grupo se vio un efecto protector al consumir cinco gramos más al día de fibra. Las diferencias se explican solamente a través de la genética: los que tienen predisposición genética a desarrollar deterioro cognitivo se benefician más de comer fibra”, aclara el investigador.
Según Meroño, existen dos teorías para explicar la asociación entre la fibra y el deterioro cognitivo: la primera tiene que ver con la microbiota intestinal, ya que comer más fibra da lugar a una microbiota más diversa y saludable. “Cuanto más diversa es la dieta, más metabolitos se producen a partir de los componentes de la misma y estos tienen más posibilidades de afectar favorablemente a la función cerebral”, puntualiza.
La segunda teoría es que el consumo de fibra hace que la microbiota genere ácidos grasos de cadena corta que modulan la inflamación. “Se sabe que la inflamación a nivel cerebral es uno de los detonantes del deterioro cognitivo”, señala.
Nutrición personalizada
La población estudiada llevaba una dieta donde la mayoría de la fibra procedía de los cereales y las frutas. Y consumía una media de 20 g de fibra al día. “Lo importante de los resultados de esta investigación es que aumentar cinco gramos de fibra al día es muy asequible, es decir, se puede conseguir fácilmente en una dieta de un adulto mayor”, apunta Meroño.
¿Cómo conseguirlo? “La población española consume de media 14 g de fibra al día, algo que aumentaría mucho su consumo sería disminuir la proteína animal e incrementar la vegetal y sobre todo que ésta proceda de las legumbres, ya que es un alimento rico en proteínas y fibra. Además, al cambiar los cereales refinados por integrales se conseguiría un consumo próximo a 20 g de fibra al día. Y también aumentando el consumo de frutas y vegetales”, responde.
Los resultados del estudio abren la puerta a la nutrición personalizada para un grupo de personas portadoras de la variante genética ApoE- ε4. “La gente con este alelo suele tener antecedentes familiares de Alzheimer. Entonces, conociendo la historia familiar, se puede recomendar una nutrición personalizada. Hay que partir de la premisa de que no todas las dietas son buenas para todos. Para personalizarla, se debe tener en cuenta el perfil genético y también hacer test de metabolómica”, aclara Tomás Meroño.
Para hacer recomendaciones nutricionales a la población general, el investigador señala que “necesitaríamos hacer un estudio randomizado controlado en una población de participantes que tengan esta característica genética e introducir fibra en un grupo, a través de alimentos o suplementos, y ver si realmente desarrollan una disminución del deterioro cognitivo en los test funcionales”.