Introducción
La pandemia por COVID-19 no solo ha generado una crisis sanitaria global, sino que también ha tenido un profundo impacto en la salud mental y el sueño de la población. Si bien las complicaciones respiratorias asociadas con el virus son la causa principal de muerte en pacientes infectados, las medidas preventivas adoptadas para reducir la transmisión —como la cuarentena y el confinamiento— han desencadenado importantes alteraciones psicológicas, siendo el insomnio una de las más prevalentes.
Objetivo de la revisión
Esta revisión narrativa tiene como propósito sistematizar los hallazgos más relevantes en torno a la aparición de insomnio tanto en pacientes hospitalizados con COVID-19 como en personas sanas expuestas a confinamiento preventivo.
Insomnio en pacientes hospitalizados
Las propias condiciones clínicas derivadas de la infección por COVID-19 —como la dificultad respiratoria, el aislamiento, el miedo a morir y el entorno hospitalario— contribuyen significativamente a la aparición de trastornos del sueño. El insomnio en estos pacientes puede agravar su estado clínico, disminuir la eficacia del sistema inmunológico y entorpecer la recuperación. Además, los tratamientos farmacológicos y la falta de interacción social también afectan negativamente el sueño.
Insomnio en personas en confinamiento
Entre las personas sanas sometidas a cuarentena, se han identificado varios factores de riesgo asociados con el insomnio:
- Cambios bruscos en el estilo de vida, como la pérdida de rutinas diarias.
- miedo al contagio, a la pérdida de seres queridos y a las consecuencias económicas.
- Factores sociodemográficos, como ser mujer, de edad joven, o tener antecedentes de trastornos de salud mental.
- Baja tolerancia al estrés y dificultades para aplicar estrategias de afrontamiento efectivas.
Recomendaciones
Así como se han implementado medidas epidemiológicas para controlar la propagación del virus, es fundamental considerar también estrategias de salud mental. En este sentido, la promoción de una adecuada higiene del sueño debe formar parte de los planes de afrontamiento integral ante la pandemia. Intervenciones psicoeducativas, rutinas saludables, acceso a apoyo psicológico y prácticas de relajación pueden ayudar a prevenir o mitigar el insomnio tanto en pacientes como en la población general.
Conclusión
El insomnio inducido por el COVID-19 es un problema de salud pública que requiere atención específica. La identificación de factores de riesgo y la implementación de estrategias de prevención y tratamiento son claves para preservar el bienestar psicológico y físico durante y después de la pandemia.
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