Los expertos proponen un abordaje del TDAH con perspectiva de género para mejorar el diagnóstico y la atención a las niñas y mujeres con este trastorno, según se desprende de las conclusiones extraídas del capítulo 'TDAH con perspectiva de género', publicado en el Libro Blanco sobre Salud y Género en España del Observatorio de Salud (OdS) y Estudio de Comunicación con la colaboración de Takeda, que recoge las principales diferencias entre hombres y mujeres que conviven con este trastorno.
"La perspectiva de género es un concepto relativamente nuevo que surge dentro del movimiento feminista y que tiene especial sentido en el TDAH, una entidad en la que las características clínicas, el diagnóstico y la evolución muestran diferencias entre los hombres y las mujeres", ha señalado la doctora María Jesús Mardomingo, profesora de psiquiatría infantil en la Universidad Complutense de Madrid y coautora del trabajo.
La experta recuerda que, "históricamente", las mujeres y los niños han desempeñado un papel secundario en la sociedad, lo que ha repercutido en la atención sanitaria que recibían y en la investigación médica. Por eso, resulta necesario entender el TDAH desde esta perspectiva de género para mejorar la atención en niñas, adolescentes y mujeres adultas; concienciar sobre la existencia de este trastorno; reducir el rechazo, el estigma y la discriminación de las pacientes; además de favorecer la detección precoz, avanzar en la investigación y personalizar el diagnóstico y tratamiento del TDAH.
Abordar el TDAH de forma concreta en las niñas y adolescentes permite observar que éstas consultan menos y se diagnostican más tarde. Las dificultades de atención y concentración y la sintomatología ansiosa y depresiva más propia de las niñas son menos evidentes y, por tanto, menos propensas a ser detectadas; mientras que los síntomas hiperactivos e impulsivos, junto con los comportamientos más disruptivos, comunes en los chicos, se han relacionado con tasas de detección más altas. Estas diferencias pueden llevar a la percepción errónea de que las mujeres están menos afectadas por el TDAH.
Asimismo, el rechazo social a los problemas de conducta de las niñas, junto con las estrategias compensatorias, pueden enmascarar los síntomas centrales. Los momentos de transición en la vida, como el inicio de la educación formal, la educación secundaria, los desafiantes entornos universitarios o profesionales, la independencia económica o el embarazo y la maternidad pueden desencadenar la exacerbación de los síntomas. Por todo esto se ve que las chicas sufren tasas más altas de ansiedad, depresión, intentos de suicidio, autolesiones, menor autoestima y dificultades interpersonales.
En el caso de los adultos con TDAH, la sintomatología que presentan es muy compleja, diversa y aparentemente contradictoria, "lo que dificulta poder establecer unos criterios clínicos estandarizados, categoriales y reglados que permitan su fácil identificación", señala el doctor Miquel Casas, catedrático de Psiquiatría Honorario de la Universidad Autónoma de Barcelona, director del Programa 'SJD MIND Escuelas' del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y también coautor del documento.
Además, ha afirmado que hay que sumar otros condicionantes específicos que comporta el sexo y el género femenino, ya sean estos de carácter biológico, de presentación clínica o el resultado de prejuicios y estigmas de base sociocultural que dificultan, más si cabe, un correcto abordaje diagnóstico y terapéutico del TDAH en la mujer.
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que afecta al 5-7% de los niños y adolescentes y cuya prevalencia en los chicos es de 2 a 2,5 veces mayor que en las chicas; sin embargo, en la edad adulta, el TDAH tiende a equilibrarse. El TDAH en la mujer es una patología compleja, grave, infradiagnosticada y, por lo tanto, escasamente tratada, a pesar de su alta prevalencia en la población general. Los síntomas del TDAH en mujeres son más difíciles de reconocer que en el varón porque son preferentemente internalizantes.
Están además muy mediatizados por las conductas compensatorias que habitualmente desarrolla la paciente en el intento de agradar y adaptarse a los requerimientos normativos que le exige la familia y la sociedad y son muy variables y cambiantes en función de los determinantes hormonales de las diferentes etapas de su ciclo vital.