El principio de escasez y los circuitos de recompensa, hacen que se activen conductas que nos hacen comprar de forma un tanto irracional.
Las personas más proclives al consumismo o con problemas de compras compulsivas se ven muy expuestas durante esta jornada Planificar, solicitar ayuda de nuestro entorno y realizar actividades sencillas que actúan de reforzadores naturales, son algunos consejos ante este día 29 de noviembre de 2024.
“Vivimos en una sociedad sobre informada en la que se incluyen de forma repetitiva anuncios de productos que el algoritmo considera que nos puede interesar, por lo que protegerse de días como el Black Friday, que tiene lugar este 29 de noviembre, se puede convertir en un auténtico reto”, advierte Laura Gijón, psicóloga clínica de la Clínica Nuestra Señora de La Paz, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.
“A esto se le suma que las estrategias de marketing son cada vez más sofisticadas y efectivas, lo que nos pone en una posición que nos hace más complicado no ´sucumbir”, añade la psicóloga clínica.
“Ante la necesidad de controlar ciertos estímulos de riesgo, desde los dispositivos de adicciones como el de la Clínica Nuestra Señora de la Paz, se trabaja de forma intensiva con la persona que presenta una conducta compulsiva y/o abusiva en la instauración de conductas preventivas e implementación de estrategias que ayuden a evitar estímulos de riesgo y a no contactar con la conducta problema”, explica Laura Gijón.
Por qué caemos en la tentación
Como señala la psicóloga, cuando algo está limitado o es más difícil de conseguir, se produce en nosotros una necesidad de conseguirlo y tenemos a valorarlo en mayor medida. "El principio de escasez" es un fenómeno muy estudiado desde la Psicología Social que las empresas y comercios conocen y al que recurren, ya que han visto una oportunidad de oro para concentrar en un día buena parte de sus ingresos y ofertar sus productos como algo de precio "único" y de "acceso limitado en el tiempo".
A esto se le suma que el Black Friday se encuentra encuadrado entre festividades y muy próximo a la Navidad, que cada vez se anticipa más con un mayor número de estímulos ya presentes en el ambiente que nos rodea y que nos invitan a gastar dinero.
“En nuestra mente colectiva -expresa Gijón- también está presente la situación económica por la que con elevada probabilidad atravesaremos posteriormente, la conocida cuesta de enero, lo que contribuye a que en este momento nos resulte más atrayente la idea de darnos algún capricho que más adelante seguramente no nos podremos permitir. Todo lo mencionado influye a la hora de crear en nuestra mente supuestas necesidades que a veces no son tal”.
“Los estímulos, los artículos en venta con sus ofertas, se presentan de tal manera que nos hacen anticipar los momentos de placer que nos proporcionarán con su obtención, lo que incide en la activación de circuitos cerebrales relacionados con esta experiencia; son los llamados circuitos de recompensa, explica la profesional de la Clínica Nuestra Señora de La Paz”. Este circuito tiene un papel muy relevante en el desarrollo de conductas adictivas, por ejemplo. Las conductas que consiguen activar este circuito tenderán a repetirse.
Intervienen varios neurotransmisores y neurohormonas, pero principalmente y la más estudiada, es la participación de la dopamina, el neurotransmisor del placer, cuya liberación nos complica los intentos de no caer en esa tentación. Por supuesto, hacer un esfuerzo consciente en el que nuestro cerebro más racional tome el mando, nos ayudará a no dejarnos llevar por decisiones precipitadas”.
Perfiles más vulnerables al consumismo
Como advierte Laura Gijón, las personas más proclives al consumismo o con problemas de compras compulsivas se ven muy expuestas durante esta jornada, lo que hace necesario considerar medidas preventivas al respecto.
“Es un perfil muy variado”, recalca. Pueden englobarse dentro de este perfil más vulnerable personas que estén atravesando por un episodio de elevado estrés, que experimenten una disminución o exaltación del estado de ánimo, que no dispongan de estrategias de afrontamiento adecuadas o que sencillamente tengan dificultad general para controlar tendencias impulsivas y/o compulsivas. La ausencia de apoyo o de otros factores protectores también pueden incidir.
“Son muchas las variables que pueden intervenir y debemos atender a la idiosincrasia de cada persona a la hora de abordar el problema” explica.
“Podemos apoyar a las personas en riesgo –aconsejo la psicóloga clínica- validando su malestar durante esta etapa y ofreciendo nuestro apoyo para custodiar el dinero, por ejemplo. Sería importante proporcionar acompañamiento en la medida de lo posible y colaborar en que se pueda llevar a cabo lo planificado previamente”.
“En nuestra clínica –aclara Gijón-, estas dificultades para el control de impulsos confluyen con cierta frecuencia con otras conductas de abuso. Aunque las compras compulsivas no están consideradas dentro de los manuales de clasificación diagnóstica como una adicción, sí lo están como dificultad o trastorno del control de impulsos.
Al final hay características comunes a ambos tipos de conducta, especialmente en lo que concierne a su abordaje, y cuando la conducta ya se ha convertido en un problema y afecta a la funcionalidad de la persona se hace recomendable solicitar ayuda profesional para trabajar en dirección a introducir cambios en el estilo de vida.
Porque no todo es mantenerse alejado del problema e intentar evitar estímulos de riesgo; un trabajo más profundo exige cambios en el estilo de funcionamiento previo e instauración de nuevas rutinas dirigidas a nuestros objetivos en consonancia con nuestro proyecto vital que puedan suponer una fuente de motivación sólida”.
Prevención
Entre los consejos para intentar no caer en las compras innecesarias, se propone, en primer lugar, planificar anticipadamente las compras previstas y ajustarnos posteriormente al plan. Podemos solicitar el apoyo de nuestro entorno y proponer a alguien de confianza que custodie nuestras tarjetas y monedero si es que estamos percibiendo dificultad para manejar la situación.
Durante esos días podemos valorar en mayor medida volver a nuestros orígenes recuperando actividades y planes más sencillos y tradicionales que nos alejen de este fenómeno y nos permitan contactar con el disfrute de reforzadores más naturales como son la lectura de un buen libro, la práctica de artesanía o el disfrute del tiempo al aire libre solo o en buena compañía. Cosas que nos ayuden a conseguir o recuperar el bienestar de un modo más adaptativo.
También podemos intentar limitar en mayor medida el acceso a información publicitaria y concedernos siempre un periodo de reflexión acerca de la necesidad real del producto que estamos valorando adquirir, para no dejarnos llevar por conductas impulsivas.