Las normas y limitaciones derivadas de la prevención del COVID-19 han impedido llevar a cabo de forma habitual los servicios de Atención Temprana (en adelante AT). En esta situación usuarios, usuarias, familias y profesionales se han adaptado a la nueva realidad, han unido fuerzas y compartido experiencias; algunos de estos cambios habrán venido para quedarse y otros aún los estaremos descubriendo.
Quedarse en casa no es lo mismo para todos, esta situación ha acentuado situaciones de exclusión en aquellos colectivos más vulnerables, incluidos los usuarios y las usuarias de AT, personas en riesgo o con diversidad funcional.
En el caso de la AT, el contacto físico es una herramienta propia de la intervención y el acompañamiento emocional imprescindible; conseguir los mismos objetivos sin ese contacto es una tarea ardua. La tecnología nos ha permitido generar nuevas formas de trabajo y no sustituir pero sí paliar, la ausencia del contacto.
Este trabajo pretende reflejar los cambios producidos en la metodología, recursos y materiales de la AT; las dificultades de llevarla a cabo, así como, las conclusiones de una encuesta realizada a 124 familias, que valora sus necesidades con respecto a las nuevas opciones de intervención en el momento del confinamiento.