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Título del artículo: “¿Es el humano un ser “inteligente”?
Definir lo que es la “inteligencia” es una tarea muy difícil, pero no imposible. La conclusión más segura es que es lo opuesto al instinto, el mecanismo que ha gobernado a todo el resto de los seres no “inteligentes” por miles de millones de años.
Y, ¿qué es el instinto? Automatismos, que han sido impuestos –según Charles Darwin- por la herencia del hábito y la Selección Natural – o Lucha por la Existencia- de esos hábitos contra otros menos exitosos en la finalidad de propagar la especie y aumentar sus números. El animal no tiene por qué ser consciente de la finalidad de esos actos que se deben dar dentro de una secuencia inalterable para así cumplir la función teleológica a que están destinados: mantener la existencia de ese ser que se ha especializado en esa forma de vida. Dice Manuel García Morente: “En el instinto el conocimiento se expresa en acción; todo él es acción. Pero no traduzcamos esa acción en términos de inteligencia; no supongamos que va precedida de una representación por conceptos de lo que va a suceder.
El instinto es un saber que no sabe que sabe, un saber que siente, que intuye sin conciencia, y dirige ciegamente la acción a donde tiene que ir. En la actividad instintiva existe una tan perfecta coincidencia entre la representación y el acto real que no le queda al animal margen para darse cuenta, para vario posibles y elegir entre ellos.” Luego llega el homo sapiens, que no se distingue de otros homínidos por un cerebro mayor, ya que el homo de Neanderthal lo tenía más grande, sino por el habla, que aquél dominaba y éste no.
“El habla –dice Darwin- en el hombre suple al instinto”. “Pensar es hablar –Sócrates, Menón), y nos hablamos de lo que sabemos, ya que no podemos hablarnos de lo que no sabemos”. Así que, ¿qué es el habla? Otro automatismo. Lev Vigotsky y Alexander Luria lo dicen así: “El habla introduce una nueva posibilidad dentro de la invariancia de la teoría de los reflejos pavlovianos: la multi-significación (o polisemia) de las palabras, y, peor aún, de las oraciones, origina una función sintética nueva, un tipo de nuevas relaciones que yo (dice Vigotsky) denomino “auto-movimiento en el sistema de conceptos”.
“Gracias a que el niño construye una estructura nueva de generalización a partir de nuevos conceptos, cuando ya domina esta estructura nueva, y gracias a ello, reconstruye y transforma también la estructura de conceptos anteriores. La polisemia hace que las palabras – y aún más las oraciones- sean flexibles, cosa que no puede esperarse de un mecanismo que dependiese de estructuras anatómicas inflexibles. A eso le he llamado (dice Vigotsky) “Sistema de relaciones extra-cerebrales.” Bien nos podríamos preguntar: ¿cómo es que los más radicales opositores de la teoría de la memoria guardada en las trazas neuronales sean rusos? Eso yo no lo veo como algo anormal, sino al contrario, como algo muy normal. Veamos: Marx, Engels, Lenin, Trotsky y Stalin eran, básicamente, periodistas y/o agitadores profesionales (ricos, como Engels; o pobres, como Marx), con muy poca o ninguna educación universitaria. La propaganda les llama “filósofos” como un título que se pudiera dar a la ligera y sin ningún estudio. Stalin funda el Instituto de ciencias de Moscú, que pretendía ser el non plus ultra de la ciencia, especialmente de la neurología, según la entendía Stalin. Lo que éste pretendía era glorificar al órgano de lo que él creía producía su propio pensamiento, el cerebro. Por eso manda segmentar el cerebro de Lenin en 30,000 piezas o laminillas. Así fue como un lego ordena construir un instituto para así estudiar al dicho órgano, esperando que los hechos se ajusten a su cosmología. Pero, ese instituto, al convocar a los especialistas, cualesquiera que haya sido la razón por el cual el dueño del Instituto los reunió, hace que éstos empiezan a sacar sus propias conclusiones, que entran en conflicto con el dogma impuesto por el lego. La colisión resulta inevitable: la ciencia contra el dogma. Los expertos empiezan a discrepar de los legos, pero muy discretamente, porque aquellos sujetan la sartén caliente por el mango. Lo primero es sacar adelante el trabajo que se les pide: pláticas para estudiantes marxistas, con muchas gráficas, Luego, entremetidas entre discusiones aburridas, sale algún concepto discordante, sin mayor explicación. Sólo en lo que vendría a ser su último libro, no publicado durante su vida, completan, en lo posible, una especie de testamento, su verdadera ideología, aunque nunca a modo de enfrentamiento. Para Luria ese libro será “Conciencia y Lenguaje”, la contraparte de “Pensamiento y Lenguaje” de Vigotsky, llegando a sus mismas conclusiones, aunque ambas obras fueron publicadas póstumamente. Por más que los autores estuviesen censurados, los censores no pueden censurar lo que no entienden. Y, ¿por qué eso no ocurrió en los Estados Unidos? Ellos tienen grandes hospitales, aunque no Institutos hechos para diseminar un dogma. Es decir, un hospital es algo práctico, que buscar descubrir un problema, curar un paciente, no elaborar una teoría. La teoría queda para los diletantes e inmodestos. Además el americano ama salir en las revistas, en donde sí se exponen teorías para los legos, y eso lo hace fácilmente alienable. Discrepar de lo que es aceptado por todos no es la manera de conseguir un auditorio. O sea que lo que dijo García Morente para el instinto se aplica también al habla. Un perico y un ser humano difieren solo cuantitativamente, no cualitativamente. La diferencia es el lenguaje, que el perico no posee; y las asociaciones que permite el tener un lenguaje.
Pero si todo son automatismos, ¿Cómo nos explicamos la tecnología? ¿Qué es lo que la tecnología representa? ¿Representa inteligencia? No lo creo. El animal no tiene ningún problema con la memoria, no importa el desarrollo cerebral, porque la memoria no es una capacidad neuronal, sino una cualidad del ser de reproducir sus estados previos. De hecho, hay muchos animales “tecnológicos” (y sin un cerebro, como un terme), tales como el pájaro Quelea africano, constructor de nidos, o las hormigas cortadoras de hojas del Amazonas, que siembran hongos para comerlos, en vez de comer las hojas directamente. Todo hábito, dice Darwin, puede ser desarrollado hasta el grado de perfeccionamiento que sea necesario, con el requisito que se adquiera gradualmente; que no se mezclen las especies para que así no se diluya el hábito; además de un requisito esencial: el de que sea UTIL para la especie en cuanto a la supervivencia y al aumento de los números. Un Quelea macho que construye un nido que atrae a una hembra más que el nido de otros machos prosperará y aumentará su descendencia. Y el hábito constructor puede complicarse hasta grados inimaginables. Lo mismo pasa con las redes de arañas, los termiteros técnicamente ventilados, etc.
Ahora bien, ¿por qué la memoria no es problema? Bueno, porque, en la Teoría de lo Uno y lo múltiple, la memoria está garantizada. ¿Recuerdan la frase de David Hume? (Libro I, Sección III) “Es evidente que la memoria conserva la forma original en la que sus objetos fueron presentados, y que siempre que nos apartamos de aquella al recordar algo esto procede de algún defecto o imperfección en dicha facultad. La función capital de la memoria no es conservar las ideas simples, sino organizar su orden y posición”. Locke, a quien Hume trata de seguir, lo dice así: (Libro II, II, 1,2) “De las Ideas Simples. Son aquellas que no poseen ninguna combinación con otras ideas y no pueden ser divididas en ideas diferentes. LA MENTE NO PUEDE PRODUCIRLAS NI DESTRUIRLAS. Esas ideas simples, los materiales de todo nuestro conocimiento, son sugeridas y proporcionadas a la mente en esas dos formas ya mencionadas, a saber, la sensación y la reflexión. Una vez que el entendimiento ha almacenado estas ideas simples, tiene el poder de repetirlas, compararlas y unirlas en una variedad casi infinita, y puede así elaborar a placer ideas nuevas y complejas. Pero lo que no puede hacer, en virtud de su rapidez o variedad de pensamiento, inventar o fabricar una sola idea simple, nueva en la mente, que no haya sido adquirida por las vías citadas. Tampoco puede ninguna fuerza del entendimiento destruir las que allí se encuentran.” Y, ¿Por qué no pueden ser destruidas? Vamos a ensayar dos modos de decirlo.
Primero: porque comparten las cualidades del arquetipo, que son las cualidades del Uno, que ya han sido explicadas; y las comparten no porque el arquetipo se superponga a ellas, sino porque ellas se meten como objeto de la percepción en el espacio que deja abierto, por un tiempo bien delimitado, el programa de instintos. Eso lo dijimos al hablar de Konrad Lorenz y Niko Tinbergen. En el Diálogo Filebo, o del Placer, Sócrates dice: “El alma, cuando llega a habitar un cuerpo nuevo, ha perdido el recuerdo, ya sea de una sensación o de un conocimiento. Esa pérdida se muestra como un vacío que hay que llenar con un recuerdo nuevo, una memoria propia. Protarco responde: -¿Cómo? ¿Es posible que el hombre, que se encuentra con éste vacío por primera vez, llegue, sea por la sensación sea por la memoria, a llenarlo de una cosa que no experimenta en el acto, y que no ha experimentado antes? –Así es. Él prueba todo lo que está alrededor, y cuando el vacío se llena adecuadamente, ese objeto percibido que llenó ese vacío se grabará en su memoria. En adelante el vacío, en la forma de un deseo, cuando se presente, recordará al objeto que lo satisfizo. Así es como se va llenado la memoria: de cosas que satisfacen los vacíos del alma.” Así que tenemos al Programa, que se hereda y que se mejora de generación en generación, y vemos cómo el animal múltiple se adapta a su entorno rellenando los vacíos del Programa con objetos alcanzables en su Ousía, su hábitat local, personal. El Quelea macho mejorará su nido; el Ave del Paraíso macho mejorará su danza; el Mirlo macho mejorará su canto, y todo para ser seleccionado por las hembras. Pero esa mejora del hábito no es problema para el animal, si cada paso resulta UTIL, es decir, si aumenta su capacidad reproductiva; si sus números mejoran con respecto a los hábitos previos. Ahora bien: ¿qué pasa en el hombre? Éste ya está fuera de la Selección Natural, porque produce sus propios alimentos. Y una memoria colosal está enteramente disponible para realizar actos INÚTILES para la supervivencia de la especie. Es más, esos actos podrán actuar en el sentido opuesto, para la destrucción de la especie. En las películas se habla mucho de que, debido al instinto que tenemos para que nuestra especie sobreviva, es como hemos desarrollado los viajes espaciales. Pero no, no tenemos tal instinto. Entonces, ¿por qué hacemos eso? Yo no tengo un diploma de economista, pero algo sé de ello. En primer lugar, los viajes espaciales no han sido desarrollados por todos los países, sino sólo por uno de ellos: los Estados Unidos. Y ese país tiene una situación especial, inigualable. Dominan a todo un continente, y de allí obtienen materia prima y alimentos. Ahora bien, ellos son los más industrializados del mundo, y la industrialización es la única revolución, después de la agricultura, que mejora el producto per cápita. O sea que, una vez capaces de aumentar el producto per cápita, de tener un mercado captivo para sus productos, pueden crear los puestos que deseen y dedicarse a construir pirámides o de ir a la luna, sin sufrir ningún menoscabo para el país. Ir a la Luna es sólo crear más puestos laborales y aumentar la prosperidad, sin que el objetivo sea justificado o tan siquiera redituable. Adam Smith lo dice así: “Es la capacidad permutativa, o se la capacidad de cambiar una cosa por otra, la que motiva la división del trabajo. A su vez esta división del trabajo proviene de su capacidad de hablar, ya que de aquí surge la destreza, pericia y acierto con que el trabajo se aplica; y es esta destreza la que aumenta la utilidad de cada operario. La riqueza de las naciones depende de qué tanto porcentaje de gentes se aplican al trabajo útil, y qué tantos de los habitantes se aplican a trabajos que son inútiles.”
Ahora veamos el segundo modo de explicar el por qué las Ideas Simples no pueden ser destruidas. Ya dije que era porque representaban al arquetipo y participaban de las cualidades del arquetipo (cualidades que también ya fueron discutidas), en especial la de la eternidad, la de ser indelebles. Después me tocó definir lo que era el arquetipo: una laguna en la cadena de instintos. El Parménides lo dice muy claro: el Modelo ha de copiarse, y se refleja en la Copia. Así que, en un segmento del copiado, algo que está en el área local, particular, de cada copia múltiple ha de adoptar un satisfactor adecuado que va llenando esas lagunas existentes en la cadena de instintos con un recuerdo o memoria. Ese recuerdo es el satisfactor accesible, existente en el entorno, que adapta la copia a su entorno. En el Diálogo Filebo, Platón nos lo dice: “Y la memoria se llena así”. O sea: cada vez que surge el deseo, la necesidad (de origen estrictamente fisiológico, sed, hambre, sexo) la memoria nos presenta el recuerdo del satisfactor (el agua, la comida, el compañero sexual) que calmó ese deseo. Ahora llevemos esos pasos mucho más allá. ¿Por qué una idea simple no puede olvidarse? Porque se usa constantemente; porque nunca deja de utilizarse; y porque, si la olvidáramos, dejaríamos de ser quienes somos. Hay, en Psiquiatría, una terapia, el electro-shock, en la cual se hace pasar una corriente eléctrica a través del cerebro. Los resultados son tan innocuos que mucha gente la ha usado sólo para experimentar la sensación. Los resultados son muy interesantes. Después del estupor ocasionado por el electro-shock volvemos a ser nosotros mismos. Bueno, no tanto así: nos sentimos igual, vemos el mundo, pero no recordamos nuestro nombre, ni dónde estamos, ni quiénes son los que nos rodean, ni donde dejamos nuestro coche, ni cómo manejar, ni dónde vivimos. O sea: estamos reducidos a las ideas Simples de la Sensación, como un animal, pero aún peor: un animal sin memoria. Éste cuando menos sabe dónde está su guarida, o dónde están sus crías, o su manada. La memoria de nosotros mismos nos hace ser quienes somos. Hay un problema con el paciente electro-shockado, porque nosotros percibimos, pero para percibir más, para percibir quiénes somos y qué hacemos aquí, hay que recordar. De hecho, la percepción es una memoria. Los niños mejoran su percepción porque amplían su memoria. No es que perciban más, sino que recuerdan más cosas asociadas a un objeto. Dice Locke: “(Libro II, 1, 2) “Supongamos entonces que la mente está, según se dice, como un papel en blanco, limpio de cualquier impresión sin ninguna idea. ¿Cómo se hace de ellas? ¿De dónde proviene el vasto acervo que la activa e ilimitada imaginación humana ha pintado en ella con una variedad casi infinita? ¿De dónde saca todos los materiales de la razón y el conocimiento? A esto respondo con una palabra: de la EXPERIENCIA. En ella se funda todo nuestro conocimiento y de ella deriva en última instancia. Nuestra observación, aplicada a los objetos sensibles externos o a las operaciones internas de la mente que percibimos y sometemos a la reflexión es la que proporciona a nuestro entendimiento todos los materiales para pensar.” Ahora juntemos todo lo hasta aquí dicho: Las Ideas Simples no se olvidan porque representan al arquetipo; porque el arquetipo es una “laguna” que se llena con esa idea; porque una vez llenas esas lagunas ya no hay más aprendizaje natural, instintivo (por eso la personalidad se completa antes de los 12 años); porque somos seres básicamente inconscientes siempre reviviendo cosas de la infancia y, finalmente, porque de la misma forma en que el habla automatizada, repetitiva, nos hace creer que pensamos, la escritura permite la tecnología sin la necesidad de ser inteligentes. Veámoslo así: el animal sólo tiene las Ideas Simples de la Sensación, que son percepciones ligadas a lo automatismos. El humano, con un lenguaje, también logra las Ideas Simples de la Reflexión, que son automatismos lingüísticos, frases estereotipadas con las que nos comunicamos y que falsamente creemos representan un “pensar libre”. Pero entonces el habla, hace apenas unos 5, 200 años, se convierte en escritura. La escritura nos permite aún más libertad en el lenguaje, porque permite revisar lo dicho, buscar una mejor forma de decirlo. Pero eso no la libera de ser un automatismo. Y hace unos 4,000 años se inventa la Geometría y la Matemática, que es otra forma de escritura. El escribir una fórmula matemática, una ecuación, ya sea en un pizarrón o en el papel, nos permite visualizar un concepto matemático, tenerlo a la vista, y desarrollarlo cada vez más. Y si se trata de un diseño, nos permite visualizar los problemas y las posibles soluciones. En otras palabras, la escritura matemática y el diseño industrial nos permiten resolver problemas tecnológicos sin necesidad de ser inteligentes y moralmente responsables por los resultados. Ahora bien: ¿qué pasa en el hombre? Éste ya está fuera de la Selección Natural, porque produce sus propios alimentos. Y una memoria colosal está enteramente disponible para realizar actos INÚTILES para la supervivencia de la especie. Es más, esos actos podrán actuar en el sentido opuesto, para la destrucción de la especie. En las películas se habla mucho de que, debido al instinto que tenemos para que nuestra especie sobreviva, es como hemos desarrollado los viajes espaciales. Pero no, no tenemos tal instinto. Esos viajes se hacen porque se puede hacerlos; porque fabrican empleos y mantienen las industrias trabajando. Todavía no se ha alcanzado el límite de la capacidad permutativa o de la escasez de alimentos.
El ser humano ha pisado la Luna. ¿Cómo debemos interpretar eso? ¿El ser humano, como especie, ha demostrado ser “inteligente”? No lo creo. Porque el haber llegado a la Luna no ha cambiado para nada nuestra conducta entre nosotros aquí en la Tierra, y no hay ninguna expectativa de que ello vaya a suceder. Seguimos siendo los mismos seres humanos que fuimos hace un siglo –ya acabada la Primera Guerra Mundial y preparándonos para la Segunda- y, en 100 años más adelante, seguiremos siendo los mismos. No hay ninguna razón para que creer que nuestra naturaleza, mientras que no la entendamos bien y actuemos según la razón, cambie. La llegada del hombre a la Luna es el resultado de un aumento de capacidades técnicas en un área determinada, empirismo y determinación de una nación (además de su capacidad económica e industrial) para resolver los problemas que el tal proyecto requiere. Ya lo decía Adam Smith, en su “Riqueza de las Naciones”, de que las máquinas surgen más por indolencia que por brillantez mental. La División del Trabajo que la fábrica origina hace que un obrero, que realiza una función simple y repetitiva, hallará el modo (si se le da libertad para actuar) de simplificar esa tarea mediante algún artilugio. Las máquinas surgen allí, en las fábricas, por gente que entiende una tarea y puede imaginar cómo hacerla más fácil. Luego viene el empirismo, la mejora progresiva de la máquina, hasta el nivel que sea conveniente para el dueño de la fábrica. La llegada del hombre a la Luna (cosa inútil, que no conducirá a nada, porque la Luna no puede ser colonizada; al igual que la posible llegada del hombre a Marte, otra tarea inútil, porque Marte es un planeta muerto) son, sin embargo, los aspectos más innocuos de esa muestra sin precedentes de la capacidad tecnológica de una nación (la aportación intelectualmente más valiosa fue la de las dos Sondas Voyager y la de los orbitadores planetarios), porque la creación de la bomba atómica fue para nada innocua. En 1969, cuando el hombre alcanzó la Luna, aún estaba funcionando el proyecto de “Destrucción mutua garantizada”, una teoría desarrollada por un hipermésico judío, John Von Neumann, y decenas de B-52 circunvolaban la tierra, continuamente, cada uno armados con varias ojivas nucleares, dispuestos a alcanzar objetivos en la Unión Soviética en caso de que ella enviase sus misiles. De hecho ese proyecto nunca se suspendió, oficialmente. Fue el derrumbe de la Unión soviética, en 1991, el que lo paró en seco, de manera discreta y vergonzosa, sin mediar ninguna orden específica, ya que, por razones más que obvias, ya no era necesario y mostraba que realmente nunca lo fue. Los más sorprendidos del derrumbe no fueron los rusos ni los europeos bajo su yugo, que siempre pelearon contra un sistema tan antinatural para ellos, sino los americanos e ingleses, que tanto habían repetido sus argumentos que llegaron implícitamente a creer en ellos. Vietnam es ahora el Vietnam turístico de siempre, y ni ellos se acuerdan de cuando las tropas de Estados Unidos pusieron un pie en su tierra que dizque para librarlos del comunismo. El hombre no cambia, a pesar de las guerras ni de los avances tecnológicos. Las necesidades básicas siguen siendo las mismas: comer, vestir, vivir sin tener que preocuparse de que lo roben o maten; las costumbres de años y años se imponen siempre y los sistemas políticos soñados por una camarilla de imbéciles van y vienen, sin cambiar nada. De hecho, hemos tratado de mostrar, releyendo los Diálogos de Platón, de que los griegos eran una sociedad mucho más adelantada que la nuestra, y mucho más “inteligente”.
La “Inteligencia” depende de la flexibilidad en la conducta y en la construcción del nido del Quelea macho lo único que vemos son automatismos. Si el nido necesita de 500 ramitas vemos que la primera debe ser colocada en un modo fijo y las demás deben seguirle en una secuencia inalterable, para construir un nido útil. Lo mismo pasa en la construcción de un bombardero B-24 en Willow Run, Michigan. Los dibujantes desarrollan, apoyados por los diagramas, los diseños que, empíricamente, han resultado factibles. Por prueba y error se cambia de diseño en diseño, igual que el Quelea lo hace. Los obreros lo construyen en forma secuencial, automática. La diferencia es que en la naturaleza, la Selección Natural y el Hábito Heredado lo diseñaron, y eso porque era un proyecto UTil para aumentar los números, mientras que en Willow Run fueron los especialistas en esas labores (utilizando los refuerzos de los esquemas, dibujos, y cálculos), para un proyecto Inútil para aumenta los números. Los obreros siguen instrucciones por medio de las Ideas Simples de la Reflexión, que son los automatismos del habla, y nadie usa las ideas complejas, que implicarían un juicio de si eso que hacen debería de usarse o no. Las ideas Complejas cansan y nos sacan de la tranquilidad de hacer lo que nos dicen y pagan por hacer.
Por último: ¿Cuál es un real signo de inteligencia? Definitivamente no la tecnología. Ésta es personal. Alguien, de los millones de gentes del planeta, desarrolla algo, un aparato, un algoritmo, y los demás lo copian, sin aumentar un ápice a su conocimiento. En cambio, la conducta sí es particular a cada quien. Cada quien se comporta distinto, o similar, si ha sido educado igual que otros. Durante 4,500 millones de años la evolución ha trabajado sobre la conducta. En los animales sin juicio, ha trabajado sobre los programas automáticos, hasta hacerlos perfectos. Dice García Morente: “Todo el mundo conoce las maravillosas manifestaciones del instinto en ciertos himenópteros. Recuérdense las proezas del Cérceris, que sabe hundir su estilete en los puntos precisos para paralizar a su víctima, sin matarla; la arrastra a su agujero y pone encima de ella sus huevos para que la larva tenga, al nacer, carne fresca en cantidad suficiente. ¿Y el Sitaris? Pone sus huevos a la entrada de una galería fabricada por una especie de abeja llamada la Antófora. La larva espera la salida del macho, se agarra a él y aprovecha el “vuelo nupcial” para pasar sobre el cuerpo de la hembra. Allí espera a que la Antófora ponga sus huevos, salta sobre ellos y se los come, se mete en la cáscara y sufre su primera transformación. Puede entonces flotar sobre la miel, nutrirse de ella y tornarse en ninfa, y luego en insecto completo. Diríase que la larva del Sitaris sabe de antemano todo lo que va a suceder en la galería de las Antóforas. ¿Cómo explicar ésta seguridad del instinto, ésta verdadera ciencia? Claro está que es necesario excluir totalmente toda idea de conciencia.” No necesitamos ninguna idea de conciencia. Bien podemos reducir todo a automatismos. En su “Ensayo sobre el Origen de las especies” de 1844, Charles Darwin dice: “La evolución se mueve por dos fuerzas: una constructiva y una destructiva. La constructiva es el hábito y sus variaciones. La destructiva es la Selección Natural. Ésta última es como alguien que, en todo el mundo, en todo momento, está observando lo que sucede cuando las dos fuerzas se enfrentan. La mínima ventaja que conceda un hábito superior a otro es preservada y a la larga aumentará los números, haciendo que toda la especie adopte esos hábitos; y la mínima desventaja de un hábito con respecto a otro actuará en el sentido opuesto. Una vez que es escogido el mejor hábito, la herencia hará que se copie fielmente, paso a paso.” Nosotros, en nuestros videos, hemos presentado un esquema A-----B-----C-----D-----E-----F en donde avanzamos desde el animal (A) al hombre (D), según su memoria. En el extremo está el animal (A), con una memoria masiva, pero que es controlada por el Programa de Copiado, es decir, paso a paso, un acto a la vez. Luego sigue el “genio Idiota” o “Savant”, (B) lo más cercano, en el humano, al animal, con una memoria masiva, pero con una estrechez de perspectivas. Luego viene el hiper-mnémico, (C) un estrato de la humanidad que, en las sociedades industrializadas, tienen un gran uso: son los matemáticos, los calculistas, los diseñadores. Allí están Paul Erdös, John von Newmann, Albert Einstein, Isaac Newton, etc. Luego sigue un grupo abigarrado: quienes dominan a las masas y sacan provecho del país, o que simplemente no tienen moral, como los políticos o los asesinos ni siguen ninguna regla, (D). Lo que pasa es que el siguiente estrato es la Medianía (E), una amplia gama de gente que pasa por ser la mitad del esquema y los “normales”. En la comedia “The Big Bang Theory” “Sheldon Cooper” y sus amigos son los hiper-mnésicos y “Peggy” la normal. Los últimos (F) serían los monjes y los filósofos, o, simplemente, los viejos que provienen del grupo E, más no los viejos del grupo D. En esencia, el esquema muestra que, si la exacta mitad del amplio grupo E es el medio de la humanidad, hacia la Izquierda dominan los automatismos y las Ideas Simples, y a la derecha de esa mitad las Ideas Complejas y la usencia de automatismos. Es decir: toda gran memoria va asociada a los automatismos, haciendo a esa gente u odiada o amada, pero nunca normal. Este esquema es natural: se basa en la conducta, no en las descabelladas teorías de los hiper-mnésicos que tratan de explicar un universo que no está para ser explicado. Simplemente nuestra naturaleza sólo mejora si mejora nuestra conducta; y el inventar ninguna teoría descabellada, sobre el origen de los agujeros negros o los límites del universo, o la teoría de las cuerdas, o las fórmulas matemáticas, la teoría de la Gravitación Universal, etc. no representa ningún avance en la inteligencia de la humanidad. De alguna forma, la conclusión es que la dimensión de los actos del hombre, sus posibilidades de actuar, no tienen nada que ver con los misterios del universo, que nos son totalmente ajenos, sino con nuestra conducta en medio de la sociedad a que pertenecemos. La evolución siempre ha trabajado sobre nuestra conducta, y así debemos trabajar nosotros para nuestro beneficio.
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