[ABSTRACT] The aggressive and violent behaviours, besides constituting a serious society-health problem, involve a big incapability for the patients, impeding to keep the adequate social, working and family relations, since they are substantially affecting people and properties around them. Furthermore, the self-violence practice (autoaggressive behaviours and suicide intents) are a part of the clinic surroundings of many psychiatric disorders. In this sense, the management of the aggressive patient is a hard task, in part conditioned by the absence of drugs specifically indicated for the treatment of these behaviours, after the clinical development failure of the denominated serenoids. Notwithstanding, a wide range of psychotropics have been used in the treatment of these aggressive behaviours, both in base state and acute manifestations. The most important among them being the antipsychotics, anxiolytics, antidepressants, lithium salts, anticonvulsivants and b-adrenergic antagonists. The problem involved in the psychopharmacological treatment of the violent patient becomes even more acute in certain special populations, such as children, adolescents, elders and patients with organic mental disorders. In this paper, the most significative results of the clinical research in the aggressivity field are revised.Las conductas agresivas y violentas, además de constituir un grave problema socio-sanitario, suponen, para los pacientes, una gran incapacitación, impidiéndoles mantener unas adecuadas relaciones sociales, laborales o familiares, ya que afectan de forma sustancial a las personas y bienes de su entorno. Además, el ejercicio de violencia dirigido hacia el propio paciente (conductas autoagresivas y actos suicidas) forma parte del entorno clínico de muchos trastornos psiquiátricos. En este sentido, el manejo terapéutico del individuo agresivo es una labor difícil, en parte condicionada por la ausencia de fármacos indicados específicamente en el abordaje de estas conductas, tras el fracaso del desarrollo clínico de los denominados serenoides. No obstante, un amplio abanico de psicofármacos se han venido utilizando en el manejo de estas conductas agresivas, tanto en sus manifestaciones agudas como de base. Entre ellos, destacan los antipsicóticos, ansiolíticos, antidepresivos, sales de litio, anticonvulsivantes, y antagonistas b-adrenérgicos. El problema del tratamiento psicofarmacológico del paciente violento se acentúa aún más en ciertas poblaciones especiales, como son los niños, adolescentes, ancianos y pacientes con trastornos mentales orgánicos. En este trabajo, se revisan los resultados más significativos de la investigación clínica en el campo de la agresividad.
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