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Revisión de un experiencia de grupos tipo Balint desde la perspectiva del grupoanálisis

Fecha Publicación: 16/07/2021
Autor/autores: Irene Pedrido Peteiro

RESUMEN

El objetivo de este trabajo es poner en análisis, desde la perspectiva del Grupoanálisis, una experiencia con grupos tipo Balint que se llevó a cabo en el hospital Santa Marina de Bilbao desde el año 2013 hasta el año 2016.

En estos grupos, llamados Grupos de Reflexión, participaron profesionales sanitarios de diferentes categorías con el objetivo de reflexionar sobre los aspectos emocionales de la relación sanitario-paciente para favorecer el bienestar del paciente, de su familia y el propio bienestar del profesional.

A lo largo de las siguientes páginas describiremos la influencia de lo relacional en la práctica clínica y en la salud de los profesionales y cómo el formato grupal es una buena herramienta para el trabajo de la relación asistencial y para la prevención del desgaste profesional. Continuaremos con la descripción de la experiencia grupal llevada a cabo en el hospital Santa Marina de Bilbao y finalizaremos realizando una interpretación grupoanalítica de los fenómenos observados en los grupos realizados.

Este artículo es un resumen de la memoria del Master en psicoterapia Analítica Grupal de la Fundación OMIE y la Facultad de psicología y Educación de la Universidad de Deusto y fue presentado en el año 2018 por la primera autora.

 


Palabras clave: relación asistencial
Tipo de trabajo: Artículo de investigación
Área temática: Psiquiatría general .


Revisión de un experiencia de grupos tipo Balint
desde la perspectiva del grupoanálisis
Irene Pedrido Peteiro1,Ainoa Querejeta Brazal2 Elsa del Pozo García3, Estíbaliz Barrón Pardo4
1.Psicóloga Clínica. Hospital Santa Marina. Bilbao
2. Psicóloga Clínica. Doctora en Psicología
3. Psicóloga Sanitaria. Psicoterapeuta
4.Psicóloga Clínica. Grupoanalista. Docente Fundación Omie

Resumen
El objetivo de este trabajo es poner en análisis, desde la perspectiva del Grupoanálisis, una
experiencia con grupos tipo Balint que se llevó a cabo en el Hospital Santa Marina de Bilbao
desde el año 2013 hasta el año 2016.
En estos grupos, llamados Grupos de Reflexión, participaron profesionales sanitarios de diferentes categorías con el objetivo de reflexionar sobre los aspectos emocionales de la relación
sanitario-paciente para favorecer el bienestar del paciente, de su familia y el propio bienestar
del profesional.
A lo largo de las siguientes páginas describiremos la influencia de lo relacional en la práctica
clínica y en la salud de los profesionales y cómo el formato grupal es una buena herramienta
para el trabajo de la relación asistencial y para la prevención del desgaste profesional. Continuaremos con la descripción de la experiencia grupal llevada a cabo en el Hospital Santa Marina de Bilbao y finalizaremos realizando una interpretación grupoanalítica de los fenómenos
observados en los grupos realizados.
Este artículo es un resumen de la Memoria del Master en Psicoterapia Analítica Grupal de la
Fundación OMIE y la Facultad de Psicología y Educación de la Universidad de Deusto y fue
presentado en el año 2018 por la primera autora.


Palabras clave: Grupoanálisis, Grupos Balint, Grupos de Reflexión, Relación asistencial,
Burnout.

Summary
The aim of this article is to analyze, from a group analytical perspective, an experience with
Balint groups that was carried out at Santa Marina Hospital in Bilbao from the year 2013 to
2016.
In these groups, called "reflection groups", healthcare workers from different categories participated with the objective of reflecting on the emotional aspects within the healthworkerpatient relationship to boost patient´s, family´s as well as professional´s well-being.
In the following pages we will describe the influence of the relational issues on the clinical
practice and how the group format is a good tool to work the assistance relationship and the
prevention of burn out. We will continue with the description of the group experience carried
out at the Santa Marina Hospital and will finish making a group analytic interpretation of the
observed phenomena within the conducted groups.
This article is a summary of the final report of OMIE´s foundation and the Psychology and
Education faculty of University of Deusto Master´s Degree in Group Analytical Psychotherapy
that was presented in 2018 by the first author.

Key words: Group Analysis, Balint groups, Reflection groups, Health care relationship, Burnout.

La relación asistencial
Una parte del trabajo de la Psicología Clínica en el Hospital de Santa Marina se centra en rescatar la particularidad de cada paciente, ayudando al equipo asistencial a favorecer la salud
del paciente, su adaptación a la hospitalización o la aceptación de un inevitable deterioro, a
partir de la relación asistencial establecida con él.
Durante la enfermedad, el paciente experimenta emociones básicas que son reactualizadas
en el aquí y ahora de la relación con el profesional. Estas emociones pueden hacer a una familia o a un paciente relacionarse con un equipo de manera poco saludable.


El profesional, por otra parte, experimenta otra serie de emociones al ponerse en contacto
con todo lo que le trae el paciente. De ahí la importancia de que el profesional pueda identificar sus propios conflictos para que no interfieran con lo que aporta el paciente.
Como destaca Gutiérrez (2015), la relación profesional-paciente, ha constituido el pilar básico
sobre el que se sostiene la práctica médica y los efectos que emergen de ella repercuten tanto
sobre el paciente como sobre el profesional. Asimismo, tiene incidencia tanto en el curso de
la enfermedad como en la eficacia del tratamiento instituido.
Dentro de la relación asistencial tenemos que tener presente la subjetividad del paciente,
pero no tenemos que olvidarnos de la del profesional que le atiende. Gómez (2002) describe
en su investigación las ansiedades que se generan en el profesional médico y en la relación
con los pacientes: ansiedades relativas a la enfermedad, ante la muerte, ante el paciente y
ante la institución.

Práctica clínica y salud del personal sanitario
En el trabajo de Gómez (2002) con profesionales de la medicina de atención primaria se describen una serie de vivencias que pueden repercutir en la salud psíquica y física de éstos: ansiedad ante la escasez de tiempo y la presión asistencial, estrés y sentimientos de frustración,
falta de reconocimiento de la institución, de lo social y de los pacientes, sentimientos de desvalorización y desesperanza, ansiedades depresivas y paranoides y ansiedades por carencias
en la formación.
Freudenberger (1974) ya describió el "Síndrome de Burnout" para referirse al estado de cansancio físico y emocional resultante de las condiciones de trabajo. Como indican en su revisión
Ortega y López (2004), el burnout se desarrolla en aquellos profesionales cuyo objeto de trabajo son personas y se compone de tres dimensiones: agotamiento o cansancio emocional,
despersonalización y baja realización personal.
Ortega y López (2004) describen las variables que favorecen la aparición este síndrome: las
condiciones personales, las características del trabajo y la ausencia de mecanismos que contrarresten los efectos negativos de estas situaciones. Por otra parte, los profesionales pueden
llevar a cabo estrategias de adaptación, aceptando las consecuencias emocionales de su exposición al sufrimiento de otros y desarrollando la tarea profesional del modo más adecuado posible, o bien pueden desarrollarse estrategias de evitación destinadas a evitar los pensamientos, sentimientos o emociones negativas.
Una de las consecuencias más inmediatas de estas últimas estrategias es la aparición de conductas que van en contra de su labor asistencial tales como una menor implicación en el trabajo, no mostrando empatía con el enfermo, no estando disponible al paciente ante sus necesidades, no mostrando interés por las preocupaciones del paciente y, en último término, el
absentismo y la baja laboral. Cuando dicho patrón de comportamiento en el contexto laboral
se establece, hablamos de burnout.
Como afirma Gómez (2002), la modalidad de trabajo en equipo es un factor protector frente
a las tensiones derivadas de la práctica clínica: permite pensar, hablar, reflexionar, intercambiar y elaborar algunas tareas comunes en la atención al paciente.
Como destaca Daurella (2008), Freuderberger ofrecía una serie de recomendaciones para la
prevención y el tratamiento del burn-out: a) limitar el número de horas de trabajo, b) llevar a
cabo descansos adecuados, c) alternar trabajo clínico y no clínico, d) evitar trabajos repetitivos, e) promover el trabajo en grupo, f) compartir experiencias emocionales, g) plantearse
objetivos realistas, h) promover ejercicio físico y actividades de ocio.
Los grupos tipo Balint encajan en las recomendaciones c, e, f y g. En estos grupos, los profesionales encuentran un espacio donde se les ayuda a afrontar los estresores mencionados con
anterioridad y adquieren actitudes de afrontamiento de las dificultades, y no de evitación, que
lo que hacen es perpetuar el problema. Los beneficios del trabajo grupal repercuten tanto en
la tarea clínica como la salud del profesional (Arillo, 2009).

El trabajo grupal de la relación asistencial
Michael Balint (1896-1970), expone en su obra "El doctor, el paciente y la enfermedad" (1961)
cómo la personalidad y el comportamiento influyen en la relación con los pacientes. Balint se
convierte en el autor central en la investigación sobre la relación médico-paciente y como
destaca Carballo (2013), Balint propone el formato grupal para la reflexión sobre los aspectos
emocionales de la relación asistencial.

Su formato de trabajo son los conocidos "Grupos Balint": grupos homogéneos de profesionales de la medicina que operan como un instrumento de investigación, enseñanza y aprendizaje
de la relación asistencial (Gómez, 2002).
La metodología suele incluir sesiones de 90 minutos de duración en las que los participantes
exponen las características de una relación asistencial. El número de participantes es de entre
seis y doce profesionales y el coordinador del grupo es un psicoanalista que actúa, en principio, como un miembro más del mismo, favoreciendo la discusión libre y cuidando el encuadre
del grupo. Interviene especialmente para señalar los aspectos relacionales que el grupo no ha
mencionado y parecen importantes para la comprensión del caso. El grupo Balint puede durar
un año, pero es más eficaz si se mantiene por lo menos dos o tres años.
El que se ocupa de presentar el caso describe al paciente, la relación y el dilema. Los miembros
del grupo pueden hacer preguntas para aclarar dudas. Después de esto, se abre la discusión y
el que presenta el caso reflexiona sobre lo que el grupo aporta. Los miembros del grupo se
ponen en el lugar del paciente y de lo que podría estar sintiendo el paciente o el profesional
en la relación.
Los grupos Balint no enseñan modalidades específicas de abordaje, ni protocolos de actuación
ya que su objetivo es más la comprensión que la búsqueda directa de soluciones concretas
(Daurella, 2008). Por otra parte, como describe Ribé (2012), los grupos Balint no son grupos
psicoterapéuticos, ni didácticos. Operan como un instrumento de investigación y aprendizaje
en la relación asistencial. A pesar de ello, como decía Balint, el grupo de forma indirecta sí
puede producir un leve pero importante cambio en la personalidad del profesional.
El replanteamiento de esa técnica ha conducido a una diversificación de las aportaciones de
Balint y han comenzado a formarse otros grupos llamados "tipo Balint" o "de Reflexión". Tizón
(1993a) explica, que a diferencia de los grupos Balint, en los Grupos de Reflexión se incluyen
más profesionales sanitarios aparte de los médicos y se ponen en análisis más cuestiones
aparte de la transferencia y contratransferencia del profesional hacia el paciente.
Según este autor (Tizón, 1997), los objetivos de los grupos dirigidos a personal asistencial son:
la sensibilización del personal sobre los conflictos emocionales y su importancia en los trastornos clínicos, el proporcionar acercamientos más globalizadores a la complejidad de la relación asistencial, la contención de los profesionales a través de su participación en el grupo,
el fomento de las funciones introyectivas de los participantes, la utilización terapéutica de los
componentes psicológicos de la relación asistencial y la formación del personal en salud mental.
Quiero destacar como cercana, por los profesionales participantes y las temáticas abordadas,
la experiencia descrita por Carballo (2013). Desde el 2001 hasta el 2008 se realizaron, desde
el servicio de Psiquiatría del Hospital de Basurto, grupos de apoyo para los profesionales de
Oncología Médica y Hematología Clínica, con el objetivo de ofrecer un espacio seguro para
trabajar problemas relacionados con los pacientes, con las familias de los pacientes y con los
demás profesionales.

La terapia de grupo, el grupoanálisis y los grupos Balint
A continuación, voy encuadrar los grupos tipo Balint en relación a la Psicoterapia de Grupo y
al Grupoanálisis, en concreto. Voy a llevar a cabo este encuadre estableciendo las similitudes
y diferencias con esta técnica psicoterapéutica.
Foulkes (2006) describe tres categorías de grupos de tratamiento: los grupos de actividad, los
grupos terapéuticos y los grupos psicoterapéuticos. Según esta clasificación, los grupos tipo
Balint pertenecerían a la categoría de Grupos de Actividad. A diferencia de los grupos psicoterapéuticos, los grupos tipo Balint están compuestos por personas normalmente ajustadas y
el objetivo del grupo no es la terapia, sino el enriquecimiento de la labor asistencial. El pertenecer a tal grupo tiene, sin embargo, una función terapéutica secundaria que está relacionada
con los aspectos saludables de pertenecer a un grupo.
Tomamos al grupoanálisis (Foulkes, 2006) como marco de referencia en la comprensión del
funcionamiento de un grupo, en este caso, de los grupos tipo Balint. Según este enfoque, el
grupo debe ser analizado en su totalidad, pero en él cabe la interpretación del individuo.
El conductor o conductora en el grupoanálisis, así como en los grupos Balint, es el representante de la actitud analítica del grupo. En ambos formatos, la conducción mantiene una actitud analítica pero el objetivo de su atención es diferente. En un grupo grupoanalítico la atención del terapeuta está fijada en la dinámica inconsciente de la interacción grupal.

En los grupos Balint, la atención de la conducción está centrada, en primer lugar, en los aspectos relacionales del conflicto traído a la sesión y, en segundo lugar, y de manera secundaria,
también en aspectos relacionales del grupo de trabajo que puedan aportar mayor entendimiento a la dificultad expuesta.
La comunicación en los grupos grupoanalíticos, al igual que en los Balint, es de flujo libre. La
diferencia entre ambos es que en los grupos tipo Balint existe una mayor censura en la expresión de sentimientos personales e interpersonales porque no se pretende conocer a los miembros, sino los aspectos derivados del trabajo.
En relación a las interpretaciones, como expresan Grinberg et al (1977), en un grupo grupoanalítico se utilizan interpretaciones transferenciales, relacionadas con el aquí y ahora y
dirigidas primordialmente hacia el común denominador de las tensiones del grupo. En los grupos Balint, como destaca Tizón (1993b), las apreciaciones que el grupo y la conducción proporcionan se centran en lo que el paciente hace y dice, pero también, en ocasiones, aunque
con prudencia, en la conducta de los profesionales.
De este modo, en los grupos tipo Balint también se dará el análisis de la transferencia, dentro
de la relación establecida en la relación asistencial presentada y el análisis de la transferencia
hacia los compañeros y hacia el líder con menor importancia.
Como explican Grinberg et al (1977), el insight es uno de los objetivos principales del proceso
terapéutico. En los grupos tipo Balint también se consigue, de un modo accidental, algún tipo
de insight que aporta a los participantes un conocimiento más profundo sobre sí mismos. De
este modo, en los grupos tipo Balint no se persigue de manera directa una experiencia emocional correctiva y aunque lleguen a darse cambios en la personalidad, no es el objetivo primordial de este espacio.
En el grupoanálisis se prima el trabajo del aquí y ahora, restando importancia al pasado histórico e incluso a la vida exterior de los miembros, en favor de la actualidad del grupo (Vinogradov, 1996). En los grupos tipo Balint nos centramos en el componente que se trae a examen
en esa misma sesión, pero se pueden utilizar también datos de la interacción grupal en el aquí
y ahora que estén en relación con la dificultad expuesta.

En cuanto a la directividad y a la conducción, a diferencia del grupoanálisis, en los grupos tipo
Balint hay disposición a dar respuestas ante preguntas o dudas en el caso que su respuesta
pueda tener una función pedagógica. En momentos de estancamiento o en los inicios, el conductor puede desplegar sobre el grupo posibles temáticas para iniciar el grupo. Por otra parte,
también se pueden emplear técnicas psicodramáticas, role playing, escenas temidas para dinamizar las sesiones.
La sesión de los grupos tipo Balint se organiza como un grupo de trabajo, pero sigue, a nivel
implícito, las leyes de una auténtica dinámica de grupo. De este modo, es importante dirigir
al grupo de un modo que se evite los diferentes supuestos básicos (dependencia, ataque-fuga,
esperanza mesiánica) y se favorezca una estructura relacional reparatoria.
Ribé (2012) explica cómo se puede aplicar el enfoque grupoanalítico dentro de los grupos tipo
Balint. En estos grupos también se puede llevar a cabo el análisis de la transferencia del grupo
como un todo y las interpretaciones realizadas desde y para el grupo. Los señalamientos grupales pueden resonar poco en los participantes a nivel individual, sin embargo, resultarán menos persecutorios. Es interesante esta metodología en momentos de mayor regresión, paranoia grupal y en los comienzos de cualquier grupo.
En resumen, como propone Tizón (1993b), la postura de la conducción dentro de los grupos
tipo Balint es similar a la del terapeuta de grupo: interpretará las situaciones externas sólo
cuando es imprescindible para la marcha del grupo, cerrará la actividad grupal en el aquí y
ahora de lo aportado y discutido y mantendrá un atento cuidado al encuadre interno del
grupo. Pero dada la focalización y las limitaciones de encuadre de este tipo de grupos, difícilmente se podrá contar con la intensidad espacio-temporal y vivencias de la psicoterapia psicoanalítica de grupo.
En relación a los beneficios de participar en un grupo tipo Balint, comenzaremos nombrando
los factores terapéuticos que Yalom (2000) investigó como inherentes a la pertenencia a un
grupo: infundir esperanza, universalidad, proporcionar información, altruismo, recapitulación
correctora sobre el grupo familiar de origen, desarrollo de técnicas socializadoras, conducta
imitativa, aprendizaje interpersonal (incluyendo insight), cohesión de grupo, catarsis y factores existenciales.

Como explica Tizón (1998), la participación en los grupos tipo Balint se hace con el aliciente
de mejorar las capacidades asistenciales y poder pensar en común. Estas son intenciones reparatorias del profesional que favorecen la solidaridad, la contención, el deseo de pensar en
común y el apoyo en la esperanza.
Aunque no sea su objetivo, un grupo de estas características adecuadamente conducido
puede ayudar a la elaboración de algunos conflictos personales. Al menos, puede sensibilizar
sobre su existencia o ayudar a madurar la necesidad de consultarlo. El profesional va reconociendo más su propio estilo de respuesta, sus capacidades y sus puntos débiles, en un clima
de comodidad y sin exigencias perfeccionistas.
Como afirma Daurella (2008), la capacidad para relacionarse con el paciente de manera que
resulte terapéutica y no yatrogénica, se basa en una competencia personal de cada profesional que no puede adquirirse en los libros, ni en la aplicación de protocolos, pero que en el
grupo se puede favorecer, ya que ayuda a que se produzca lo que Balint llamaba "una modificación limitada pero considerable de la personalidad de los participantes".

Descripción de una experiencia realizada con grupos tipo Balint: "Los grupos de reflexión
sobre aspectos emocionales en la práctica sanitaria"
El lugar donde se llevaron a cabo estos grupos es el Hospital Santa Marina, un hospital de
Osakidetza cuyo objetivo es la atención integral a personas mayores con enfermedades crónicas o personas con necesidades de cuidados paliativos. La iniciativa de poner en marcha los
"Grupos de Reflexión" surge de la importancia que en este contexto toma el trabajo en equipo
y del interés de mis compañeros por aquellos aspectos psicológicos que influyen en la relación
asistencial. Estos grupos son el espacio en que pensar en conjunto sobre esta relación asistencial y sus consecuencias.
Les llamamos "Grupos de reflexión" y no "Grupos Balint" siguiendo la denominación propuesta por Tizón (1997). De acuerdo con Tizón (1992), los objetivos de estos grupos son los
siguientes: ayudar a percibir los componentes psicológicos que entraña la relación asistencial,
ayudar a orientar estos componentes psicológicos de forma que resulten favorables para la
salud, mejorar la formación psicológica de los profesionales participantes y ayudar a que el
profesional pueda tener en cuenta alguno de los conflictos personales que interfieren su práctica profesional.
Participaron en estos grupos profesionales sanitarios de diferentes categorías y la experiencia
se llevó a cabo en dos periodos temporales diferentes:
En el primer periodo de la experiencia (de Octubre de 2013 a Junio de 2014) realizamos tres
grupos: Grupo 1: medicina con trabajo social (13 sesiones), Grupo 2: enfermería (8 sesiones),
Grupo 3: auxiliares de enfermería (6 sesiones). En el segundo período (Diciembre de 2015 a
Diciembre de 2016) realizamos dos grupos: Grupo 4: medicina con trabajo social (15 sesiones)
y Grupo 5: enfermería junto con auxiliares de enfermería (10 sesiones). Optamos por la fórmula que consideramos de más fácil manejo y era crear grupos lo más homogéneos posible.
Los grupos fueron desde su inicio abiertos. Aunque en todos hubo grupos de personas que
formaron parte de ellos desde el inicio de la experiencia hasta el final, también hubo nuevas
incorporaciones y abandonos. Si nos solicitaban una incorporación, la sesión anterior a que
ésta se diera lo comentábamos en el grupo por si hubiera alguna pega por parte de algún
participante a que la nueva incorporación se llevara a cabo.
Se llevaron a cabo en co-conducción por parte de Psicólogas que trabajaban en el hospital y
la función de éstas era la de procurar recoger todos los elementos y ayudar a pensar, estimulando a los participantes a que aumentaran su función reflexiva sobre la relación que se estaba
dando con los pacientes, los familiares y otros profesionales implicados en el caso.
En la primera sesión de cada grupo se establecieron las normas básicas por las que se guía:
justificación en base a necesidades detectadas, establecimiento de fechas y horarios, normas
prioritarias (evitación de juicio y confidencialidad) y estructura de sesiones.
Las siguientes sesiones, en general, siguieron la siguiente estructura: a) un componente del
grupo traía a la sesión un caso, que por sus características sobre todo emocionales, le habían
generado algún tipo de dificultad; b) los miembros del grupo devolvían al profesional que presentaba el caso impresiones que arrojaban un mayor entendimiento sobre la dinámica relacional que se estaba dando en él; c) se abría un abanico de posibilidades para interpretar la
realidad del paciente, del profesional y la relación entre ambos; d) las conductoras guiaban
las asociaciones que se iban haciendo y apuntaban aquellos aspectos emocionales que el
grupo no había visto y podían resultar de interés; e) quien traía el caso refería cómo se había
sentido al finalizar el grupo con la asociación grupal recogida; f) al finalizar la sesión, una de
las conductoras realizaba un resumen sobre lo que el grupo había expuesto; g) se establecía
también al finalizar la sesión quién traería el caso en la siguiente.
En relación a las temáticas trabajadas, los grupos abordaron cuestiones como la comunicación
de malas noticias, el manejo de "familias difíciles", los problemas sociales, los problemas psicológicos que dificultan la comunicación y la adaptación a la enfermedad, el deterioro, la dependencia y la muerte y los problemas entre compañeros, entre otros.
Aparte de la reflexión sobre estas cuestiones, se emplearon técnicas de dramatización para
escenificar algunos de los conflictos traídos a la sesión. De este modo, el profesional observaba otras respuestas ante un mismo conflicto y enriquecía su repertorio de actuación.

Existió también en algunos grupos la petición de trabajar cuestiones teóricas relacionadas con
los aspectos que los casos iban tocando, por ejemplo, trabajar aspectos en relación a la información o trastornos psicológicos.
Observamos cómo en uno de los grupos en el que la mayoría de sus miembros pertenecían a
un mismo equipo de trabajo y ya estaba cohesionado antes de que llegaran a compartir este
espacio, se produjo una expresión de sentimientos más íntima, que permitió un trabajo de
cuestiones de carácter más profundo.
Al finalizar el grupo se pasaron unos cuestionarios para evaluar si los objetivos planteados al
inicio se habían cumplido y los resultados también fueron muy satisfactorios. De manera verbal, sus componentes destacaron la gran utilidad de este espacio para comprender las emociones que generaban determinadas situaciones de su quehacer diario y para aprender a resolver conflictos de un modo más adaptativo.


Los grupos de reflexión desde la perspectiva del grupoanálisis
Los resultados de esta experiencia fueron muy satisfactorios y, en su momento, nos preguntamos cuáles eran sus engranajes profundos. La mirada grupoanalítica nos ofrece una interpretación de estos fenómenos y resulta un buen ejemplo de cómo se puede acomodar el modelo grupoanalítico a un contexto grupal con finalidad no grupoanalítica.

Individuo o grupo
Como dice Freud, la vida anímica individual aparece integrada siempre en el otro. Formamos
parte de grupos y los "llevamos encima" aunque estemos solos. El grupo se forma por los lazos
afectivos que se establecen entre sus miembros. Estos lazos afectivos nacen de la identificación, de la represión de los instintos egoístas y de la búsqueda de colaboración.
Al finalizar los grupos de reflexión, uno de los componentes nos explicó, que una de las mayores ventajas que había vivido dentro de ellos era el haberse podido acercar a algún compañero con el que anteriormente no había tenido una relación cercana. El haber formado parte
juntos de este espacio y haberse conocido de manera más "íntima" y más "humana" posibilitó
este acercamiento. El trabajo entre estas personas fue más fácil a partir de la participación en
esta comunidad, que posibilitó el encuentro y la disminución de la distancia que se podía dar
cuando los miembros trabajaban de manera aislada.
La Psicología de la Gestalt afirma que el todo es mayor que la suma de sus partes y que el
grupo genera propiedades de un nivel superior o distinto a las que poseen por sí solos los
elementos que lo componen. De este modo, y como afirma Lewin, es posible modificar el
comportamiento de los individuos a través de la intervención sobre el grupo como un todo.
No hubiera sido posible generar el espíritu de trabajo, de cooperación y de reflexión en otro
espacio diferente a un grupo. Los miembros del grupo, por separado, no hubieran logrado los
mismos valores, no hubieran reflexionado del mismo modo y no hubieran llegado a las mismas
conclusiones que formando parte del grupo.

Como explica Foulkes (2006), la vida humana siempre se ha desarrollado en grupos. El individuo está precondicionado hasta su parte más íntima por su comunidad. Pasamos la mitad de
nuestra vida en entes organizados o instituciones y en cambio, paradójicamente el individuo,
actualmente, se encuentra cada vez más aislado y alienado.
Ocurre algo parecido en el trabajo hospitalario. Trabajamos bajo una misma institución, formando equipos, pero apenas disponemos de tiempo para compartir pareceres y para llevar a
cabo una reflexión conjunta. Estos espacios de reflexión recuperan el poder del grupo y de la
comunidad, para rescatar al profesional de su aislamiento. Los miembros del grupo afirmaban
cómo el recuperar el diálogo en estos espacios de reflexión les rescataba del aislamiento al
que, en muchas ocasiones, la presión asistencial les impulsaba.

El descubrimiento de la matrix grupal
Encontramos diferentes modos de aplicar el concepto de Matrix a estos grupos.
Según Foulkes (1973), la Matrix de grupo es la base operacional de todas las relaciones y comunicaciones. El grupo asocia, responde y reacciona como un todo. De este modo, la mente,
lejos de ser propiedad privada del individuo, consiste en los procesos interactivos entre un
número de personas estrechamente vinculadas, que llamamos grupo.
Por otra parte, como destaca Powell (1988), es interesante pensar en la matrix como un equivalente grupal del espacio transicional de Winnicot. Como el niño se lleva al peluche para
experimentar seguridad, nosotros nos llevamos nuestra matriz grupal para enfrentar situaciones ansiógenas. El grupo puede representar la base segura en la que podemos representarnos
como individuos. Scheidlinger (1974), también explica que los miembros perciben al grupo
como a una imagen materna benevolente.
Los componentes de los Grupos de Reflexión se llevan a su vida y a su práctica profesional la
matrix grupal vivida. La mayoría de ellos destacaron que vivieron este espacio como un lugar
seguro en el que pudieron entrar en contacto con algunas emociones, en su día a día, disociadas. Se llevan en su cabeza "una manera de hacer" para huir de automatismos, para reconectar con su parte más humana. Este modo de operar nos lo llevamos puesto e incluso puede
transformar el yo.

Por ejemplo, destacaban que les resultaba más fácil el reconocimiento de sus propios errores
al sentir que el grupo los entendía y comprobar que no eran los únicos que dudaban o erraban
en su trabajo.
Cada uno de los componentes se conectaba a la red con aspectos diferentes. Unos destacaban
la tranquilidad que les generaba el comprobar que no eran los únicos que se equivocaban, o
que otros también sentían miedo, otros se conectaban en los aspectos depresivos y otros en
los más persecutorios. Cada uno se llevaba el "alimento grupal" que necesitaba.

El espejo del otro
El grupo se comporta como un prisma, que va devolviendo sucesivas imágenes del sí mismo
en diversos aspectos. Con la asimilación de estos aspectos se puede ir elaborando a lo largo
del tiempo una imagen del sí mismo más ajustada a la realidad.
En el grupo de reflexión, como el objeto de análisis no es la persona, sino un caso dificultoso,
el prisma que generaba el grupo devolvía al miembro que presentaba diferentes aspectos de
una misma realidad, algunos de ellos no apreciados hasta entonces.
Como afirma Daurella (2008), aquello que a un profesional le parecía de sentido común en su
manera de intervenir no es tan común: los diferentes participantes hablaban desde diferentes
perspectivas, según sus diferentes sensibilidades y capacidades personales, destacaban aspectos que se habían podido pasar por alto.
Las personas ven una parte de sí mismas, a menudo una parte reprimida, reflejada en las interacciones de otros miembros del grupo y pueden reconocer más fácilmente la manera en
que los conflictos son problemáticos cuando los observan en compañeros del grupo. Y aunque
el sujeto no sea el objeto de análisis, sí hubo oportunidad de que fueran conscientes de este
hecho.

La importancia del conflicto
Uno de los objetivos de un grupo terapéutico es la elaboración de aspectos conflictivos a través del reconocimiento y la expresión en el aquí y ahora de la hostilidad, tanto hacia la figura
del terapeuta como hacia otros miembros.

Un grupo que no trabaja la hostilidad podrá preservarse, continuar, pero no crecerá. El objetivo primario de los grupos de reflexión no es terapéutico, por esta razón, tampoco entra dentro de la dinámica el trabajo de la hostilidad en el aquí y ahora.
Sí considero importante el trabajo del conflicto, que se puede llevar a cabo a través de los
casos expuestos. Es más, en muchas ocasiones, el caso que preocupa tiene que ver con una
expresión desadaptativa de la agresividad por parte del paciente, de la familia o del propio
profesional, con conflictos entre compañeros o con la propia institución.
El conflicto ha hecho su aparición a través del trabajo de casos en los que el profesional ha
sentido que no ha manejado apropiadamente el enfado de un paciente, de una familia y en
consecuencia el suyo propio. Como describe Molnos (1986), se ha trabajado la diferencia entre la "ira que cura" y la "ira que destruye". Se han traído preocupaciones también relacionadas con la expresión asertiva del enfado y de la contrariedad y se han trabajado casos relacionados con el conflicto entre compañeros, entre profesionales y con la institución. El entendimiento grupal vivenciado puede ser una pequeña semilla para transportar la escucha y la expresión adecuada del enfado a otras esferas.

Los subgrupos
En todos los grupos se observaba al principio una mayor afinidad entre miembros que compartían un mismo equipo o profesión. Como afirma Foulkes (2006), estos subgrupos representan sólo ciertos aspectos de la personalidad de los miembros y pueden reaccionar al mismo
tiempo ante cosas diferentes de un modo competitivo. Por ejemplo, la posición ante un caso
adquiría un matiz diferente en función del "subgrupo" al que se pertenecía.
A medida que el grupo avanzaba, los límites entre subgrupos se fueron haciendo más tenues
y las características personales o emocionales adquirieron mayor importancia en la creación
de afinidades que la unidad de procedencia o la profesión.


Entre la conformidad y el individualismo
Como decía Le Bon (2014) en su obra "Psicología de las Masas", en los grupos surgen fuerzas
que configuran un alma colectiva que obedece a sus propias leyes y que provoca la desaparición de la personalidad consciente y el predominio de la parte inconsciente del individuo.
Durkheim, también, habla de conciencia colectiva.
En cualquier institución sanitaria existen creencias colectivas, sometidas a escasa crítica, que
modifican el trabajo individual y perjudican el quehacer diario: "el paciente no puede saber
que se está muriendo, sino se va a deprimir" o "la familia entorpece el trabajo".
Los grupos de reflexión acentúan el que surjan las particularidades, que no opinemos todos
igual. La discusión sobre un caso determinado nos brindaba la posibilidad de comprobar que
la interpretación que dábamos a un hecho concreto podía distar mucho de unos a otros y que
todas las interpretaciones podían encontrar su lugar.
Valiente (1987) explica el concepto integración sobre el que teoriza Slavson. La integración es
el proceso mediante el que el individuo llega a ser una parte indivisible del grupo, renunciando
a grados variables a su individualidad. Algún porcentaje de integración debe darse para que
se pueda crear la situación grupal, pero para que el grupo resulte realmente terapéutico, la
ecuación individuación-integración debe tender hacia un máximo de individuación y un mínimo de integración.
Considero que, en los grupos de reflexión, en todos ellos, se persiguió la expresión personal,
la particularidad, por encima de la conformidad a la que te guía el pertenecer a un subgrupo
determinado.

Entre la dependencia y la autonomía
Como destacan Bennis & Shepard (1956), en todos los grupos hay presentes miembros que
encuentran seguridad en las reglas y los procedimientos (dependientes) y otros a los que les
frustran las estructuras y la reglamentación (contradependientes).
En algún grupo se solicitaba un trabajo de un modo más cognitivo que experiencial.


Ante esta solicitud, y a pesar de que por nuestra parte se ha procurado que los miembros
tomen una posición activa, finalmente, tampoco nos hemos resistido a que en ocasiones este
espacio se convierta en un espacio didáctico y hemos abordado temas de interés para ellos
como la comunicación o los trastornos psicológicos.
Es posible que el grupo se encontrara más seguro en una posición más dependiente. Es cierto
también que, en este grupo, existía algún miembro más "catalizador" que iniciaba algún
evento que dirigía al grupo a comunicarse de un modo más emocional que cognitivo. Por
ejemplo, en una ocasión en la que uno de los miembros comenzó a fantasear en cómo se
sentiría si fuera enfermo y dependiente e hizo moverse al grupo hacia las emociones que cada
uno de ellos experimentaría en esta posición.

¿Grupos homogéneos o heterogéneos?
Hemos pensado mucho sobre la posibilidad de llevar a cabo grupos con mayor heterogeneidad, es decir, mezclar en el mismo grupo a profesionales sanitarios de distintas categorías.
En un principio no nos atrevimos ante el temor de que surgieran conflictos entre profesionales
que no supiéramos manejar. La heterogeneidad que hubo en los grupos fue pequeña, pero
consideramos que mucho más positiva que negativa. El compartir este espacio con profesionales de otras categorías les facilitó comprender más de cerca sus dificultades y propiciar un
acercamiento que ha facilitado el trabajo conjunto posterior. Actualmente, la solicitud más
frecuente por parte de antiguos miembros de los grupos es que, si se vuelven a llevar a cabo,
formen parte de ellos profesionales de diferentes categorías.

El grupo de trabajo
De acuerdo con Bion (1996), todo grupo funciona en dos niveles diferentes: el grupo de trabajo y el grupo de supuesto básico.
Sin saberlo, nuestro objetivo como conductoras fue que el grupo funcionara como un "grupo
de trabajo", que el grupo persiguiera los objetivos planteados a su inicio sin que se dejara
arrastrar por una actividad mental colectiva que se produciría si funcionara bajo un supuesto
básico.

En diferentes momentos y grupos se ha tendido a funcionar bajo un supuesto básico de dependencia. La solicitud que se daba de aspectos teóricos salvaba al grupo de la inseguridad y
de la confrontación con la angustia que supone compartir las dificultades. En otros momentos
el supuesto básico que adquiría mayor protagonismo era el de ataque-fuga. Eran frecuentes
las muestras de enfado ante situaciones complicadas con pacientes, familia o institución. En
la elaboración de este enfado, tratamos de desvincularnos de la idea de "enemigo común" al
que hacer frente, favoreciendo que surgieran interpretaciones y reacciones diferentes ante
un mismo hecho.

El trabajo grupal de fenómenos existenciales
Este espacio ha sido un lugar privilegiado para trabajar lo que considera Yalom (2010), preocupaciones supremas como la muerte, la libertad o el sin sentido.
Con frecuencia se trabajó "la muerte". El hecho de que, en un mismo grupo, unos profesionales tuvieran más integrada esta posibilidad que otros favorecía que su presencia no se banalizara y a través del miedo de los pacientes y de su familia a este momento, se pudo trabajar el
propio miedo.
A veces, encontrar sentido a la tarea sanitaria cuesta trabajo al ver la muerte tan próxima. De
este modo, fue frecuente también la búsqueda de sentido al quehacer diario cuando una curación no era posible.

La compulsión a la repetición
Un miembro de un grupo destacaba la importancia que había tenido la reflexión en los grupos
para desactivar la compulsión a la repetición que su enfado experimentaba ante ciertas familias. Hablaba de un enfado que se reactivaba de manera automática ante situaciones similares.
El hecho de traer a reflexión este enfado ante situaciones concretas le permitió valorar alternativas diferentes a la interpretación que daba a esta situación. Nuevas interpretaciones sobre
la actitud de estas familias le abrieron la puerta a sentir nuevas emociones. Este hecho desactivó la compulsión a la repetición de este enfado. Y este miembro calificaba este logro como
uno de los más importantes experimentados en el grupo.

Los factores curativos del grupo
Estos grupos no persiguen la curación, pero sólo el hecho de pertenecer a este espacio de
reflexión, con un objetivo común y voluntad de encuentro, genera en sus miembros una serie
de fenómenos positivos, similares a los factores curativos del grupo de los que habla Yalom
(1975). Estos factores quedan patentes en la evaluación cualitativa que llevaron a cabo los
participantes de los grupos.
La universalización es uno de los factores que más destacaron. El hecho de salir del aislamiento, compartir sus dificultades y sus dudas y comprobar que no eran la única persona que
los sentía, que otros profesionales, a pesar de su imagen, también tenían dudas generaba un
importante sentimiento de bienestar.
Y la expresión de emociones, la catarsis, que en pocos espacios puede desarrollarse, generó
una cohesión grupal y el desarrollo de vínculos más estrechos entre sus componentes. Destacaban lo beneficioso que había resultado el grupo para establecer otro tipo de relación con
compañeros con los que anteriormente existía mayor distancia.
Este espacio también favoreció la comprensión de uno mismo, porque a través de la exposición del caso, la devolución de los compañeros, la exposición de nuestras apreciaciones a partir de otros casos, se iban obteniendo observaciones repetidas sobre cómo se manejaban ciertas situaciones.
Y para aprender a manejar situaciones dificultosas de otros modos, este espacio grupal resultaba idóneo porque se favorecía la conducta de imitación, se observaban otros modos de enfrentar los problemas, se identificaban con los aspectos de unos y de otros y de este modo se
iba creando un nuevo patrón de conducta.
En relación al manejo del conflicto, los componentes destacaban el gran aprendizaje que suponía escuchar a otros compañeros como manejaban la misma situación que a ellos les había
generado conflicto. Más tarde, el enfrentar fuera del grupo la situación temida de otro modo
reforzaba nuevas capacidades y la creencia en la libertad para el cambio.
Por último, el manejo de la incertidumbre y de la duda estuvo presente en la mayoría de los
grupos.

Su presencia nos permitió ser más conscientes de nuestras limitaciones y soportar mejor la
limitación de nuestras capacidades de comprensión.

La despedida
En la mayoría de los grupos hubo oportunidad de hablar del final y tiempo también para
echarlo de menos antes de que desapareciera. Este trabajo de la despedida nos permitió elaborar los sentimientos de pérdida que se generaron, evaluar la experiencia vivida y agradecer
también todo lo que habíamos conseguido en el grupo para poder funcionar de la mejor manera posible.

Conclusión
Estos espacios de reflexión sobre aspectos emocionales en el ámbito sanitario son necesarios
porque a través del trabajo de la relación asistencial, no sólo se favorece la calidad de atención
al paciente y a la familia que le acompaña, también se previene el burn-out y se favorece la
satisfacción personal de los profesionales.
Tal y cómo reflexiona Ribé (2012), para un trabajo de calidad es importante la buena gestión
de los recursos y esta buena gestión puede comenzar por favorecer la "gestión interna" de los
trabajadores. El trabajo prioritario de estos grupos es esta gestión interna, a través del fomento de la reflexión, la contención y el obrar en consecuencia.
No quiero finalizar este trabajo sin agradecer a todos mis compañeros, médicos, enfermeras,
auxiliares, trabajadores sociales y psicólogas su motivación y su confianza, que fue el motor
de mi ilusión por llevar adelante estos espacios y me descubrió el poder de los grupos, para
mejorar un trabajo, para mejorar un equipo, para mejorar una institución y para mejorar la
sociedad.


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