Psicología.com. 2018 VOL 22
Artículo original
Tratamiento de TEPT y otros trastornos demorados o
cronificados tras los seismos de Lorca
Julio C. Martín García-Sancho 1, Jesús Valera Bernal 2, M. Ascensión Albacete Belmonte2 ,
Carlos Oliván Roldán 2, Antonia Sánchez López 2 y Carmen Egea Durán 3
1. Gerencia de Salud Mental. Hospital psiquiátrico Román Alberca. C/ Lorca 58. 30120 El
Palmar (Murcia). E-mail: julioc.martin@carm.es
2. Centro de Salud Mental de Lorca.
3.Centro de Salud La Viña de Lorca
Resumen
Los desastres naturales aumentan la demanda de servicios de salud mental. Para asistir a los
afectados por los seísmos de Lorca de mayo de 2011, se elaboró un protocolo de intervención
psicológica en Atención Primaria integrando dos psicólogas clínicas en los tres centros de
salud de la localidad. Los médicos de familia derivaron a 328 personas a este servicio durante
los seis primeros meses y no se realizó ninguna derivación a salud mental por psicopatología
derivada de los seísmos. Sin embargo, se esperaba la aparición de trastornos por estrés
postraumático (TEPT) demorados o cronificados, así como de otros trastornos de ansiedad y
afectivos.
73 personas fueron derivadas al centro de salud mental entre noviembre de 2011 y febrero
de 2013. Se aplicó el mismo protocolo de evaluación y tratamiento utilizado en Atención
Primaria a estos trastornos demorados o cronificados y se detallan los cambios en variables
clínicas como intensidad del trauma, depresión, ansiedad y otros indicadores de gravedad
como bajas laborales y derivación a psiquiatría.
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Ambos tratamientos fueron igualmente efectivos con un número medio de sesiones
prácticamente igual, si bien el tratamiento en el centro de salud mental fue de mucha mayor
duración debido al espaciamiento de las citas.
Palabras clave: Desastres naturales, TEPT, TEPT demorado, Terapia cognitivo conductual,
Salud Mental
Abstract
Natural disasters increase the demand for mental health services. To promptly assist those
affected by earthquakes in Lorca, May 2011, we established a protocol of psychological
intervention in primary care, integrating two clinical psychologists at the three health team
centres in this town. Family doctors referred 328 people to this service during the first six
months, and no person directly related to disaster was referred to mental health by
psychopathology. However, the appearance of delayed and chronic posttraumatic stress
disorder (PTSD) was expected as well as other anxiety and affective disorders.
The same evaluation and treatment protocol used by two clinical psychologists in Primary Care
was apllied, Seventy-three people were referred to the mental health centre (MHC) from
November 2011 to February 2013. It's detailed changes in clinical variables such as trauma
severity, anxiety and depression and other indicators of severity, such as the use of medication
or psychiatric referrals.
Both treatments were equally effective, although the treatment in the MHC, equal in terms of
the average number of sessions, was of a much longer duration due to the appointments
lengthening.
Keywords: Natural Disasters, PTSD, Delayed PTSD, Cognitive Behavioural Therapy, Mental
Health
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Introduction
El 11 de mayo de 2011 la ciudad murciana de Lorca sufrió dos terremotos de alta intensidad;
el primero ocurrió a las 17:05 hora local con una magnitud de 4,5 grados en la escala de
magnitud de momento, sufriendo el segundo seísmo a las 18:47 hora local alcanzando una
magnitud de 5,1 grados. La escala sismológica de magnitud de momento (MW) es una escala
logarítmica usada para medir y comparar terremotos basada en la medición de la energía total
que se libera en un seísmo. Posteriormente a dichos terremotos se dieron numerosas réplicas
que se extendieron en el tiempo incidiendo en el incremento e instalación del temor a la
repetición del desastre y vivencia traumática acaecida.
Es relevante indicar, para comprender la magnitud de la repercusión de los terremotos, que
sus efectos se sintieron en toda la Región de Murcia, así como en Almería, Albacete, Granada,
Jaén, Málaga, Alicante, Ciudad Real y algunas zonas de la ciudad de Madrid.
El diario "El País" en su edición del 12 de mayo de 2011, en el artículo titulado «Murcia, en la
zona más sísmica de España» afirma: "Murcia pertenece a la zona más sensible a los
terremotos de España. Durante la tarde del miércoles ha sufrido, en menos de dos horas, dos
temblores que han sacudido con especial vehemencia Lorca, pero también se han dejado
sentir en Cartagena, Águilas, Mazarrón y la propia capital de la provincia, Murcia" (R. Méndez
& Seco, 2011). "En la reciente historia sísmica de España, desde el terremoto de 1956 en
Albolote (Granada) con once muertos y el de 1969 al SW del Cabo San Vicente con cuatro, el
terremoto de Lorca de 11 de mayo de 2011 (magnitud 5.1) ha vuelto a ser especialmente
importante por haber ocasionado nueve víctimas mortales. El movimiento sísmico, localizado
muy próximo a la ciudad de Lorca, ha afectado directamente a más de 90.000 personas, que
han sufrido sus consecuencias al registrarse con una intensidad de grado VII en la escala
europea EMS, lo que ha motivado daños notables en las viviendas" (Cabañas et al., 2011).
En trabajos anteriores hemos tratado las consecuencias inmediatas de los seísmos para los
pacientes del centro de salud mental (CSM) (Valera, Albacete, Sánchez, & Martín, 2012)
(Sánchez, Albacete, Valera, & Martín, 2013) y la intervención psicológica aplicada en Atención
Primaria durante los seis primeros meses (Martín, 2012; Egea, Carmen, Sainz, Clara, Sánchez
& Martín, 2012; Martín, Garriga, Egea, & Sainz, 2012). En este artículo nos centraremos en los
trastornos demorados o crónicos como consecuencia de un desastre natural y de su
tratamiento en el CSM, una vez cerrado el dispositivo de atención en Atención Primaria.
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El diagnóstico de TEPT demorado requiere un intervalo de más de seis meses entre el
acontecimiento traumático y la aparición de los síntomas según los criterios del DSM-IV-TR.
Para definir el TEPT como crónico, la reexperimentación significativa del trauma, la evitación
de situaciones y el aumento de activación deben durar más de tres meses (American
Psychiatric Association, 2013). Según algunas revisiones, después de un desastre natural el
TETP demorado puede llegar a ser del 15% (Andrews, Brewin, Philpott, & Stewart, 2007). La
prevalencia vida del TEPT como consecuencia de desastres naturales, como fuegos,
terremotos o erupciones volcánicas, está entre el 3.5% y el 16% (Yehuda, Marshall, & Giller,
1998). En un análisis longitudinal realizado a 716 supervivientes de varios desastres se
diagnosticó TEPT en los primeros meses al 19% de los entrevistados, y un 6% adicional fue
diagnosticado en los seguimientos a uno y dos años (North & Oliver, 2013). Zlotnic, en otro
estudio prospectivo a siete años, observó un 9% de TEPT demorado siete años después del
evento (Zlotnick, Bruce, Shea, & Keller, 2001). En estudios longitudinales también se observa
el desarrollo de otros trastornos ansiosos y depresivos. Tener un mayor nivel educativo o estar
acompañado en el momento del seísmo parecen ser factores protectores y, por contra, la
muerte de un familiar o estar en las zonas de máxima destrucción aparecen como factores de
riesgo (Armenian et al., 2000).
Según la literatura científica, el TEPT crónico dura un año o más y lo desarrollan en mayor
proporción las mujeres que los hombres -22% vs. 6%. (Norris & Slone, 2007). Un factor de
riesgo para el TEPT demorado es el TEPT subumbral (experimentar síntomas notorios en estas
dos categorías: reexperimentar evitación o aumento de la activación). Por tanto, el TEPT
demorado es seis veces más probable entre los que padecen un TEPT subumbral (26.2%) que
entre los que solo experimentan uno de los criterios del TEPT (4.1%). También es mucho más
probable en nuestra cultura que en Oriente, aunque un 8.7% de los afectados por el seísmo
de Taiwan sufrieron TEPT demorado (Smid, Mooren, van der Mast, Gersons & Kleber, 2009).
Después de los seísmos de Lorca de mayo de 2011 el centro de salud mental (CSM) en un
inicio, trató a 27 afectados que ya eran pacientes activos por psicopatología previa (Fase I de
la Figura 1). Como era de esperar que muchos afectados consultaran en Atención Primaria por
síntomas de ansiedad y depresión y que fueran derivados a Salud Mental, la Subdirección de
Salud Mental de Murcia contrató a dos psicólogas clínicas que se incorporaron a los tres
centros salud de atención primaria de Lorca (Martín, Garriga, Egea, & Sainz, 2012) (Fase II). Es
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de destacar que esta fue la primera experiencia de integración de psicólogos clínicos en
Atención Primaria en nuestra Región. Estas dos profesionales evaluaron y trataron en su
centro de salud a las 328 personas derivadas por los médicos de familia de junio a noviembre
de 2011.
Desde noviembre de 2011 hasta febrero de 2013 todos los cuadros crónicos y demorados de
componente postraumático fueron derivados al CSM, hasta un total de 73 (Fase III de la Figura
1).
En un estudio previo, ya publicado, se observó que los pacientes tratados en AP por clínica
postraumática aguda (fase II) eran más jóvenes, con mayor nivel de estudios y menor
porcentaje de casados o viviendo con su pareja que los tratados en CSM por trastornos
demorados o cronificados (Fase III). Estos últimos habían sufrido una exposición
significativamente mayor a factores de riesgo, como la muerte de un familiar y la pérdida
temporal de la casa. En la distribución de trastornos predominaba el TEPT (34.2%) seguido de
trastornos adaptativos (28.7%) a diferencia de la fase II, donde predominaban los trastornos
adaptativos seguidos del TEPT. El porcentaje de trastornos por ansiedad (15.1%) y depresión
(15.0%) también era mayor entre los cuadros demorados o cronificados. Entre estos últimos,
las puntuaciones medias en las escalas de trauma y ansiedad eran significativamente más
altas, aunque en depresión eran significativamente más bajas (Martín, Valera, Albacete,
Sánchez, & Egea, 2013).
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El objetivo principal es estudiar la efectividad de la intervención psicológica en pacientes
tratados en la Fase III por cuadros demorados o cronificados en el CSM. Secundariamente,
averiguar si los pacientes tratados en la fase II en Atención Primaria requirieron intervención
en CSM durante la fase III.
Método
Para atender a las personas afectadas por los seísmos de Lorca que fueran derivadas desde
Atención Primaria con cuadros demorados y/o cronificados de componente postraumático se
constituyó en el CSM un equipo de intervención en crisis (EIC) formado por dos psicólogos
clínicos y una enfermera.
Este equipo aplicó el mismo protocolo de evaluación llevado a cabo en AP (Martín, Garriga &
Egea, 2015). En cuanto a la intervención, la enfermera del EIC, Sánchez, entrevistaba a los
pacientes derivados por su médico de familia con sintomatología postraumática y a
continuación los psicólogos clínicos del EIC -Valera o Albacete- evaluaban al paciente
estableciendo un diagnóstico clínico y confirmando la pertinencia de la intervención
psicológica y/o la revisión de tratamiento farmacológico, en cuyo caso consultaban con un
psiquiatra del CSM.
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El protocolo de evaluación recogía las siguientes variables:
·
Sociodemográficas: Centro de Salud de procedencia, edad, sexo, nacionalidad, estado
civil, tipo de convivencia, situación laboral y nivel educativo
·
Exposición a los seísmos: exposición directa (s/n), heridas (s/n), pérdida temporal de
la vivienda (s/n), pérdida definitiva de la vivienda (s/n) y testigo de víctima mortal (s/n).
·
Clínicas: diagnóstico, baja laboral (pre y post), derivación a psiquiatría (s/n),
medicación (pre y post), cambio de medicación (pre-post) (aumenta/ disminuye/ igual),
normalización (s/n), resolución (s/n), tipo de tratamiento psicológico (individual, grupal,
ambos), número de sesiones individuales/grupales, abandono y pruebas psicodiagnósticas
de trauma, depresión y ansiedad (DTS, BDI, STAI, BSQ)
Trauma, depresión y ansiedad fueron evaluadas por los psicólogos clínicos del EIC con las
siguientes escalas:
·
Escala de trauma de Davidson (Davidson Trauma Scale DTS) de 1997, versión española
validada en 1997, diseñada para medir la frecuencia y severidad de síntomas de TEPT; en un
rango de 0 a 136 puntos. Se utilizó una puntuación de 40 como punto de corte (Davidson,
Tharwani, & Connor, 2002).
·
Inventario de Depresión de Beck Beck Depression Inventory (BDI), clasifica la intensidad
de la depresión en: mínima (0-9); leve (10-16); moderada (17-29) y alta (>30) (Beck, Ward,
Mendelson, Mock & Erbaugh, 1961).
·
STAI. Escala de ansiedad estado / rasgo de Spielberger para evaluar Ansiedad rasgo y
estado (Seisdedos & Spielberger, 1997).
·
Cuestionario de sensaciones corporales (Body Sensations Questionnaire BSQ) para medir
el temor producido por las sensaciones físicas asociadas con crisis de pánico (Chambless,
Caputo, Bright, & Gallagher, 1984). Con un rango de 0 a 64, con puntuación media en
población normal de 28.8.
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Una vez completada la evaluación inicial, los psicólogos clínicos aplicaron para el TEPT terapia
cognitivo conductual focalizada en el trauma, tal como recomienda la guía de práctica clínica
del Instituto Nacional para la Excelencia Clínica Británico (NICE) (14). Si los síntomas no
llegaban a constituir un trastorno, la reacción al trauma era "normalizada" en una única
sesión, y se citaba al paciente para seguimiento un mes después (Martín et al., 2015). Por el
contrario si existía confirmación clínica del cuadro postraumático, la intervención psicológica
se aplicaba individualmente. La frecuencia de las sesiones individuales estuvo condicionada
por la disponibilidad de citas de los psicólogos del EIC. Puede ampliarse la información sobre
la aplicación del tratamiento en alguno de los estudios publicados (Valera, Albacete, Sánchez
& Martín, 2013; Albacete, Valera, Sánchez & Martín, 2013).
Las personas con alta ansiedad participaron en alguno de los grupo de relajación dirigidos por
la enfermera del EIC (siete sesiones de entrenamiento en relajación muscular de Jacobson y
respiración diafragmática) (Sánchez et al., 2013). Estos grupos eran bimensuales y
participaban pacientes derivados por otros profesionales del CSM con el fin de aprender a
manejar la ansiedad.
El objetivo básico de la intervención psicológica aplicada ha sido expresar y contextualizar las
reacciones comunes propias de situaciones de crisis, para ayudar al paciente a normalizarlas
y adaptarse a una nueva realidad, restando al propio recuerdo el significado traumático.
Al finalizar el tratamiento se aplicaron las mismas escalas de ansiedad, depresión y trauma.
Los psicólogos clínicos determinaban "resolución" (SI/NO) definida como la desaparición de
los síntomas que habían motivado la intervención.
Para comprobar si los pacientes tratados en Atención Primaria en la fase II habían consultado
en el CSM (Fase III) se revisó el listado de todos los pacientes tratados en el centro de salud
de la Viña, que suponen el 58,5% del total de las personas tratadas en AP. Se comprobó por
nombre y apellidos si alguno había realizado acogida en el CSM en los 15 meses posteriores
al alta o abandono del tratamiento en Atención Primaria (fase II). No se pudo comprobar la
situación del 41,5% restante, tratado en los centros de salud Lorca-Centro y San Diego.
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Resultados
El análisis descriptivo de la muestra puede encontrarse en un estudio previo donde se
destacan como hallazgos principales de las variables sociodemográficas una edad media de
44 años, con un claro predomino de mujeres españolas, casadas, con familia propia, estudios
básicos y activas laboralmente (Martín et al., 2013).
En cuanto a las variables propias de la exposición al seísmo la gran mayoría de los casos fue
testigo directo, uno de cada 10 sufrió heridas, casi el 80% perdió la casa temporalmente, hasta
un tercio de forma definitiva, y casi la mitad fue testigo directo de una víctima mortal.
Con respecto a las variables clínicas, en la Tabla 1, se pueden observar los diagnósticos según
la categoría de normalizados vs tratados.
Se tuvieron en cuenta las bajas laborales por enfermedad, la derivación a psiquiatría, la
medicación (pre y post), el cambio de medicación (pre-post) (aumenta/ disminuye/ igual)
resolución (s/n), tipo de tratamiento psicológico (individual, grupal, ambos), número de
sesiones individuales/grupales y abandono.
Entre los tratados había un porcentaje mayor de pacientes de baja laboral (véase Tabla 2).
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Un alto porcentaje de pacientes tomaba medicación antes de comenzar el tratamiento
psicológico (véase Tabla 3). Al final de dicho tratamiento estos porcentajes habían disminuido
significativamente: el 35.6% de los pacientes no precisaba medicación. Entre los que
mantuvieron la medicación, el 45% redujo la dosis, el 25% la aumentó y el resto permaneció
igual.
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Del total de pacientes atendidos en el CSM el 46.6% fue derivado a psiquiatría, en la mayoría
de los casos para revisar el tratamiento pautado por su médico de familia (un 35,7% de los
normalizados y un 49,2% de los tratados). Se observó que la mayoría de los tratados
resolvieron los síntomas al finalizar el tratamiento. Tan sólo un caso se consideró no resuelto
y siete pacientes abandonaron (11,8% de los tratados). De estos, uno lo hizo por mejoría y en
un seguimiento telefónico se comprobó el mantenimiento de la misma, por lo que podría ser
considerado como resolución. De los seis casos reales de abandono, uno fue por no poder
acudir al centro y dos por cambio de residencia. Se desconocen los motivos de los tres
restantes.
A lo largo del periodo de estudio se derivaron 25 pacientes a los grupos de relajación, la
mayoría (92%) con diagnósticos de TEPT, trastornos adaptativos u otros trastornos de
ansiedad (tabla 4).
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El número de sesiones osciló entre 1 y 18, si bien la mayoría se resolvió con tratamientos
breves de una duración entre 4 y 8 sesiones (media de 4.56). (Véase figura 2). Además de la
terapia individual focalizada en el trauma, 25 pacientes recibieron tratamiento grupal de
relajación (34.2%).
Los resultados obtenidos en la pruebas de psicodiagnóstico (DTS, BDI, STAI, BSQ) se presentan
en la Tabla 5 (pacientes tratados). Para analizar las diferencias entre las medias en las escalas
de valoración clínica antes y después del tratamiento se utilizó la prueba t de Student para
muestras apareadas. Todas las diferencias en trauma (DTS), depresión (BDI), ansiedad (STAI)
y miedo a las sensaciones corporales (BSQ) fueron estadística y clínicamente significativas
(p=0.000) (véase tabla 5).
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Se realizó un análisis por intención de tratar, arrastrando las puntuaciones pre de los 11
pacientes que no rellenaron los cuestionarios post-tratamiento (diez por abandono y uno sin
datos) y los resultados se mantuvieron estadísticamente significativos (p=0.000).
Respecto a los inicialmente tratados en AP (fase II), después de la intervención psicológica
ninguno de los 175 pacientes fue derivado al CSM en los 15 meses siguientes (de noviembre
de 2011 a febrero de 2013).
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Discusión
Los pacientes "normalizados" acudieron al CSM para abordar, o bien sintomatología
postraumática demorada, o bien sintomatología mixta ansioso-depresiva, no habiendo
solicitado previamente ayuda en salud mental. Con independencia del diagnóstico, que
puede corresponder al cuadro por el que fueron derivados, se apreció mejoría en estos
pacientes tras una intervención breve consistente en dos sesiones: una de redefinición del
trauma y su manifestación residual, y otra de seguimiento. Sólo en tres casos, se requirió
intervención grupal de relajación para mejorar el afrontamiento de la sintomatología ansiosa.
Tres casos fueron derivados a psiquiatría por presentar otras patologías, habiendo
normalizado el cuadro postraumático (p. ej. uno de estos casos debutó con un cuadro
psicótico).
Tanto el porcentaje de bajas laborales como el de pacientes en tratamiento farmacológico
fueron mayores en el grupo del CSM que en la muestra de AP; lo que parece indicar que la
gravedad de los pacientes con trastorno demorado o cronificado es mayor. Sin embargo, las
puntuaciones psicométricas de trauma y ansiedad que fueron clínicamente similares en los
grupos de CSM y AP, mientras que las puntuaciones en depresión fueron significativamente
más bajas en el grupo del CSM (Martín et al., 2013). Normalmente los médicos de familia
ofrecen un tratamiento farmacológico y, si el paciente no responde, lo derivan al CSM (Martín
et al., 2009). Estos datos contrastan con las fuertes recomendaciones de las guías contra el
uso de benzodiacepinas e ISRSs en el duelo (sin trastorno mental) y tampoco se recomiendan
como tratamiento de primera elección de tratamiento del TEPT en adultos (Tol et al., 2014).
Las personas que iniciaron tratamiento psicológico presentaban mayoritariamente cuadros
de TEPT o trastornos adaptivos, obteniendo puntuaciones altas tanto en DTS (media de 72),
como en el STAI (con percentiles que oscilan del 89 al 97). A pesar de que las puntuaciones
obtenidas en el Inventario de Beck fueron bajas, se produjo un descenso significativo al aplicar
el tratamiento psicológico, pasando la sintomatología depresiva de leve a mínima. Así mismo,
se obtuvo mejoría en todas las puntuaciones en las escalas administradas, siendo muy notable
la disminución en la escala de trauma (DTS) que disminuyó hasta situarse por debajo del
punto de corte, establecido en 40. La bajas puntuaciones iniciales en depresión pueden
deberse al uso de la medicación, ya que la razón principal de la demanda de los pacientes era
la intrusividad de las imágenes y recuerdos de los eventos experimentados durante los
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seísmos, a pesar del tiempo que había pasado desde que actuó el estresor (de 6 a 18 meses).
En resumen, se produjo una disminución estadística y clínicamente significativa tanto en las
puntuaciones de trauma como de ansiedad y depresión, aplicando un número relativamente
bajo de sesiones, con una media de 4.5.
No se puede determinar en qué medida la mejoría fue consecuencia de la medicación; en la
mayor parte de los casos, se produjo o bien la retirada o la disminución de las dosis. Se ha
querido controlar esta variable, ya que un aumento mayoritario de las dosis de medicación
añadiría mayor confusión a los resultados del análisis. Se puede considerar que el haber
retirado o disminuido la medicación en la mayoría de los casos y la brevedad del tratamiento
psicológico juegan a favor de la hipótesis de efectividad del tratamiento psicológico. Utilizar
el grupo de relajación del centro como coadyuvante en el tratamiento de los síntomas de
ansiedad, o como técnica auxiliar para aplicar la TCC focalizada en el trauma, ayuda a hacer
un uso eficiente de los escasos recursos del CSM y es un ejemplo de intervención
multiprofesional.
En el CSM las citas no pudieron ser semanales ni, incluso, quincenales y esto alargó la duración
total del tratamiento. La media de sesiones individuales necesarias para la resolución de los
síntomas bue baja (4.5); sin embargo, el tiempo medio requerido fue de 32 semanas. Esto
contrasta con las 5 semanas de duración media de los tratamientos en AP, donde las sesiones
fueron semanales. Quizás este alargamiento de las citas, habitual en los CSM y contrario a las
recomendaciones de las guías de práctica clínica, pudo condicionar la efectividad de la terapia,
pues alguno de los pacientes que se cronificaron podría haber evolucionado mejor con
sesiones de terapia semanal (o, al menos, quincenal). La demora en las citas se asemeja a la
publicada en trabajos realizados en otros CSM de Asturias, donde la media de un tratamiento
breve experimental de trastornos mentales comunes fue de 27 semanas respecto a las 57
semanas del tratamiento habitual, siendo la media de sesiones 6,3 en ambos casos (Méndez
et al., 2011). Aun así el porcentaje de abandono fue bajo respecto a lo publicado en la
literatura (Méndez et al., 2011; Rodriguez & Kohn, 2008) .
Además de proporcionar un tratamiento eficiente, uno de los objetivos de la intervención
psicológica en AP (fase II) era evitar que los pacientes llegaran al CSM (fase III). Esto parece
conseguido pues ninguno de los inicialmente tratados en AP fue derivado al CSM en los 15
meses siguientes (si bien sólo se pudo estudiar el 58,5% de la muestra de AP).
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Conclusiones
La intervención psicológica diseñada para tratar el TEPT y otros trastornos, tras los seísmos de
Lorca, logró sus principales objetivos. En primer lugar, proporcionar tratamiento efectivo en
Atención Primaria y evitar derivaciones al CSM en los primeros meses. En segundo lugar,
ofrecer un tratamiento eficaz en el CSM optimizando los recursos disponibles.
Los tratamientos en condiciones reales, debido a la excesiva demanda de atención en salud
mental, y la cita según disponibilidad de agenda, hacen imposible las sesiones semanales, lo
que supone alargar los tratamientos respecto a la terapia recomendada. La utilización del
grupo de relajación del CSM como terapia auxiliar en aquellos pacientes con un claro
componente de ansiedad, permite acortar ligeramente la duración del tratamiento. Si bien
esto contrasta con las sesiones individuales o grupales semanales del grupo de AP, ambos
tratamientos fueron efectivos.
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