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Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual.

Autor/autores: Remedios Portillo Cárdenas
Fecha Publicación: 01/07/2010
Área temática: .
Tipo de trabajo: 

RESUMEN

Este trabajo es un estudio teórico que trata de analizar la intervención terapéutica en niños que han sido víctimas de abusos sexuales. Se define el abuso sexual a un niño por parte de un adulto, así como sus incidencias y consecuencias a corto y largo plazo. La intervención depende del tipo de abuso sufrido y necesidades específicas del niño. Existen diferentes tipos de intervención según el tipo de abuso y problemas del niño/a, datos que se obtienen previamente mediante la evaluación. El tratamiento ha de diseñarse teniendo en cuenta si se hará de forma individual, grupal o de pareja, si irá dirigido a la familia completa, a la víctima y/o al agresor/a, seleccionando además el lugar y la temporalización. Se hace referencia a diferentes escuelas: psicoanalítica, conductual, cognitiva y humanística. Se detallan técnicas de psicoterapia infantil como conversaciones, juego, teatro, dibujo, redacciones, relajación, musicoterapia. Terminamos con ejemplos concretos y comentarios personales.

Palabras clave: Abuso sexual; Niño, Tratamiento, Psicoterapia.


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Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual.
FUENTE: PSIQUIATRIA.COM. 2001; 5(3)

Remedios Portillo Cárdenas.
Psicóloga del Equipo de Orientación Educativa Málaga-Centro.
C/ Ayala, 64. C.P.29002 Málaga (España).
Tel.: 952431431.
E-mail remepc@teleline.es
PALABRAS CLAVE: Abuso sexual, niño, tratamiento, psicoterapia.
KEYWORDS: Sexual abuse, child, treatment, psychotherapy.)

Resumen
Este trabajo es un estudio teórico que trata de analizar la intervención terapéutica en niños que han sido víctimas
de abusos sexuales. Se define el abuso sexual a un niño por parte de un adulto, así como sus incidencias y
consecuencias a corto y largo plazo. La intervención depende del tipo de abuso sufrido y necesidades específicas
del niño. Existen diferentes tipos de intervención según el tipo de abuso y problemas del niño/a, datos que se
obtienen previamente mediante la evaluación. El tratamiento ha de diseñarse teniendo en cuenta si se hará de
forma individual, grupal o de pareja, si irá dirigido a la familia completa, a la víctima y/o al agresor/a,
seleccionando además el lugar y la temporalización. Se hace referencia a diferentes escuelas: psicoanalítica,
conductual, cognitiva y humanística. Se detallan técnicas de psicoterapia infantil como conversaciones, juego,
teatro, dibujo, redacciones, relajación, músicoterapia. Terminamos con ejemplos concretos y comentarios
personales.
Abstract
In this work we try to analyse the therapeutic intervention in children who have been victims of sexual abuses.
Sexual Abuse to a child by an adult is defined and so its, incidences and consequences in a short and long time.
The intervention depends on the type of suffered abuse and specific needs of the child. There are different types
of intervention according to the type of abuse and problems of the child, data that are previonesty obtained from
the evaluation. The treatment has to be designed taking into account if it will be made in an individual way, on
group or on couple, if it will be addressed to the complete family, to the victim and/or to the aggressor, selecting
the place and the period. It refers to different theoretical schools: psychoanalytic, behaviourist, cognitive and
humanistic. We can find techniques of child psychotherapy like chats, plays, theatre, drawing, redactions,
relaxation, music therapy. We finish with two specific examples and personal comments.

1. EL ABUSO SEXUAL
Se define el abuso sexual a menores como la actividad encaminada a proporcionar placer sexual, estimulación o
gratificación sexual a un adulto, que utiliza para ello a un niño/a, aprovechando su situación de superio-ridad.
Consideramos además que existe abuso sexual cuando se dan las circunstancias de asimetría de edad entre
víctima y agresor, lo que supone una diferencia de aproximadamente cinco años; cuando existe asimetría de
poder, pues el abusador es el que controla o tiene algún tipo de autoridad con respecto a la víctima; cuando
aparece asimetría de conocimientos pues se supone que el que abusa utiliza su astucia, y cuando existe asimetría
de gratificación.
Las formas más comunes de abusos sexuales a menores son: el incesto, la violación, la vejación y la explotación
sexual (Gallardo 1997a). Algunos de estos comportamientos por parte de los agresores pueden consistir en
exhibir sus órganos sexuales, tocar, besar, o manosear a los menores, conversar con ellos de forma obscena,
exhibir películas pornográficas o fotos, hacer fotos de los menores desnudos, inducirlos a realizar actividades
sexuales o eróticas, etc., todo ello con el objetivo de obtener una gratificación sexual. Una relación más detallada
sobre los diferentes tipos de abuso sexual la podemos encontrar en Martínez y de Paúl (1993) y también en
ADIMA (1993).
López y del Campo (1999), expresan que existen falsas creencias en este tema pues se considera que los abusos
ocurren raramente, que sólo lo sufren las niñas, que actualmente se dan más abusos que en el pasado, que se
dan en clase social baja y que los niños no suelen decir la verdad. Todas estas opiniones, bastante extendidas son

discutidas por estos dos autores que explican claramente cómo los abusos son más frecuentes de lo que
pensamos, que se dan en todas las clases sociales y que es conveniente creer a los niños o al menos prestarles
toda la atención necesaria cuando dicen que han sufrido un abuso. También Topper (1988) destaca en un informe
de FUNCOE (Fundación Cooperación y Educación) y la Alianza internacional "Save the Children", la peligrosa
frecuencia con la que se producen los abusos sexuales infantiles y aboga para que esta cuestión deje de
considerarse un tema tabú. Un 23% de las niñas y un 15% de los niños sufre abuso sexual en España según un
estudio de FUNCOE. Este informe fue presentado en Valencia con motivo de un Seminario sobre Prevención del
Abuso Sexual (Revista Escuela Española, 1998).
No obstante, Sosa y Capafons (1996) indican que los resultados sobre estudios de incidencia y prevalencia de
abusos sexuales en la infancia y adolescencia tienden a arrojar resultados muy dispares entre sí y la extrapolación
de resultados a la población general debe realizarse con precaución.

2. CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS DEL ABUSO SEXUAL
En la mayoría de los casos el abuso sexual provoca en las víctimas numerosas secuelas negativas a nivel físico,
psicológico o comportamental.
Podemos distinguir consecuencias a corto y a largo plazo. ADIMA (1993) indica que, a largo plazo, los abusos
determinan una presencia significativa de los trastornos disociativos de la personalidad como son alcoholismo,
toxicomanías y conductas delictivas, aparte de graves problemas en el ajuste sexual.
Las consecuencias son diferentes si el abusador es un familiar, un extraño u otro niño (aunque se habla de abuso
cuando el agresor es significativamente mayor que la víctima o cuando está en una posición de poder o control
sobre ella); también es diferente si la relación sexual ha sido violenta o no. Los abusos en familia suelen ser más
traumáticos, ya que para el niño suponen además sentimientos contradictorios en cuanto a la confianza, la
protección, y el apego que esperamos y sentimos con relación a nuestros propios familiares.
Personalmente opino que no todos los niños manifiestan el mismo grado de afectación, para algunos, el abuso,
puede significar un trauma y para otros las consecuencias pueden ser diferentes. En algunas ocasiones, puede
suceder que el grado de sufrimiento no esté relacionado o en proporción con el suceso en el que el niño ha estado
involucrado.
El trauma es el resultado de un acontecimiento al que la persona no encuentra significado, y que experimenta
como algo insuperable e insufrible. Finkelhor y Browne (1985) definen la dinámica traumagénica como aquella
que altera el desarrollo cognitivo y emocional de la víctima, distorsionando su autoconcepto, la vista del mundo y
las habilidades afectivas. El trastorno de estrés postraumático se manifiesta en las personas después de un
acontecimiento catastrófico e inhabitual. Ullmann y Werner (2000) exponen en su obra los distintos tipos de
traumas que pueden sufrir los niños por causas muy diferentes como pueden ser la separación de los padres, la
muerte de estos, la vivencia de una guerra o el abuso sexual. Los síntomas más frecuentes del trauma son,
vueltas al pasado y sueños con representación del suceso ocurrido, insomnio y depresión. Síntomas que suelen
persistir durante mucho tiempo, años, y a veces, durante toda la vida. Sobre el tratamiento del trauma, Malacrea
(2000) hace una amplia disertación acerca de niños que han sido víctimas de abuso y expone su larga experiencia
en este tipo de tratamiento.
Topper (1988), indica que Félix López, catedrático de Sexología de la Universidad de Salamanca en sus
investigaciones, ha llegado a la conclusión de que no todas las víctimas necesitan terapia, pero todas necesitan
ayuda. La víctima puede necesitar una terapia, el agresor la necesita siempre. Nuestro trabajo, repetimos, va
dirigido a la víctima (niño/a), aunque otras personas relacionadas con el abuso sufrido necesiten también algún
tipo de tratamiento.
Arruabarrena (1996) y Cantón y Cortés (2000) expresan que las manifestaciones negativas de los menores suelen
ser: confusión, tristeza, irritabilidad, ansiedad, miedo, impotencia, culpa y autorreproche, vergüenza,
estigmatización, dificultad tanto en las relaciones de apego como déficit en las habilidades sociales, aislamiento
social, desconfianza hacia todos, o a veces, hacia personas del sexo del agresor, baja auto-estima, impulsividad,
trastornos del sueño o de la alimentación, miedo, problemas escolares, fugas del domicilio, depresión, labilidad,
conductas autodestructivas y/o suicidas, etc.

Según Arruabarrena (1996) los menores víctimas de abuso pueden convertirse en potenciales agresores; suelen
manifestar además, conductas hipersexualizadas como la masturbación compulsiva, conductas seduc-toras, o un
exceso de curiosidad por los temas sexuales.

Un estudio detallado y con abundante bibliografía sobre la sintomatología de las víctimas y la relación con el tipo
de abuso, la edad y el género, lo encontramos en Cantón y Cortés (2000).
López (1995) indica que existen diferencias en cuanto a edad y género. Si las víctimas son niñas suelen
manifestar depresión y ansiedad. En el caso de los niños puede ocurrir, que se manifiesten más agresivos o que
se conviertan en abusadores de otros niños. Aunque, de Paúl (2000), Profesor Titular de la Facultad de Psicología
de la Universidad del País Vasco, en una conferencia pronunciada en la Universidad de Málaga, indicó que es
frecuente decir que los abusadores han tenido en su infancia una historia de abuso sexual o al menos así lo
relatan. Pero no es posible decir que haya una transmisión intergeneracional porque no cuadran las cifras; la
mayoría del abuso se produce de varón a mujer y la mayoría de las mujeres no son abusadoras sexuales. Sí, se
puede decir que puede pesar la historia de abuso sexual en cuanto a varones que han sido víctimas de abuso
sexual por parte de otro varón, y que van a abusar sexualmente de otros varones, o también haber sido víctimas
de abuso sexual por parte de un varón y abusar de mujeres.
Recientemente Finkelhor (2000), afirma que existe una mayoría de abusadores menores, un tercio del 90%
masculinos; estos menores a los que nos referimos suelen imitar el abuso que ya han sufrido. Es posible que
tengan una historia de rechazo social y de estigmatización sin que ellos mismos sepan el motivo o la causa inicial
de estos problemas.
Martínez y de Paúl (1993), distinguen efectos que ocurren asociados a la edad del niño: Preescolar, Infancia y
Adolescencia. Según el tiempo: se distinguen síntomas que van a aparecer a corto y a largo plazo. Estos autores
indican además, otras variables que afectan a la gravedad de las consecuencias, tales como la frecuencia y la
duración.
Todos los datos anteriores respecto al tipo de abuso se obtienen durante la evaluación y son previos a la
intervención terapéutica. En nuestro trabajo partimos de que esta evaluación ya ha sido realizada y además se
han conseguido establecer lazos de empatía con el niño. Gallardo, Trianes y Jiménez (1998) expresan que esta
evaluación previa en la que el niño manifiesta sus problemas supone un desahogo no traumático que deja al niño
relajado y satisfecho de la atención recibida. Es cierto que la misma evaluación debe tener desde su inicio
intención terapéutica.

3. TRATAMIENTO
El abuso sexual presenta diferentes formas y por tanto también el tratamiento ha de ser diferente: no es lo
mismo si ha existido o no contacto físico íntimo, vaginal o anal; si ha consistido en exhibicionismo o inducción al
menor a realizar actividades sexuales.
Arruabarrena (1996) distingue el tipo de intervención según su grado de urgencia. No es igual una intervención en
el momento de la crisis que una intervención a medio o largo plazo. El tipo de intervención depende también de
las necesidades específicas del menor y de la severidad de sus problemas (Arruabarrena y de Paúl, 1994).
Según Peterson y Urquiza (1993) deben tenerse en cuenta además, las características del niño: edad, capacidad
verbal, madurez emocional, etc.
En cuanto a la duración del tratamiento, Gallardo (1997b) distingue los que pueden ser desarrollados a corto,
medio y largo plazo. Nuestro trabajo está pensado para una temporalización de medio plazo y en cuanto al lugar
(familia o centro) optamos por un centro específico tipo ambulatorio, gabinete o centro escolar. El trabajo tendrá
además como edad de referencia a los niños en la etapa escolar de Primaria (6-12 años).
Aunque el tratamiento en estos casos de abuso puede ir dirigido a la familia, o a la pareja, y llevado tanto a nivel
individual como grupal, nosotros nos centraremos en la terapia individual, puesto que el trabajo está pensado
para niños que han sufrido abuso extrafamiliar. Esto no quiere decir que no se incluya a la familia en el
tratamiento. Según Jiménez (1997) la familia, debe incluirse en la medida en que tenga un papel directo en la
etiología y mantenimiento del problema.
Hacemos en nuestro trabajo, referencia a las diferentes escuelas: psicoanalítica, conductual, cognitiva y
humanística y técnicas terapéuticas comunes utilizadas con niños y optamos por un modelo ecléctico
Así, la tabla 1, expresa de forma gráfica las opciones que hemos tomado para nuestro trabajo (zona sombreada).

Tabla 1. Opciones de intervención para este estudio.

3.1. Objetivos del tratamiento
Se centran en ayudar al menor a entender, integrar y resolver aquellas experiencias que afectan a su desarrollo, a
sus pautas de interacción con el entorno y, a su seguridad. En el contexto de la psicoterapia individual, el
terapeuta ejerce hacia el niño el rol de un adulto con el que se puede relacionar de manera sana y segura. De
esta manera se pretende que el niño recupere la confianza básica en sí mismo y aprenda a relacionarse de
manera adaptativa con otros adultos y con sus iguales (Urquiza y Winn, 1994).
Gallardo (1997b) indica además que el tratamiento debe ir encaminado a optimizar aquellas potencialidades que
han quedado afectadas y a eliminar aquellas que favorecen el descontrol. Distingue tres niveles de intervención: a
nivel físico, emocional y comportamental. Nosotros nos limitaremos al tratamiento de estos dos últimos. Para el
nivel físico, aunque puede tratarse desde el punto de vista psicológico, prefiero el diseño y la intervención médica.
Esta intervención puede ser de forma individual o en equipo, además de interdisciplinar; en esta forma (en equipo
e interdisciplinar), actuarían de modo conjunto: trabajador social, médico y psicólogo.
Echeburúa y Guerricaechevarría (2000) proponen como objetivos de las intervenciones, los siguientes:
a) Como objetivo de la terapia psicoanalítica sería la "catarsis emocional" que consiste en favorecer la
comunicación del paciente de las experiencias vividas.
b) Objetivos de la psicoterapia cognitiva serían: la reestructuración cognitiva y el entrenamiento en habilidades
específicas de afrontamiento de estrés.
c) Objetivos del tratamiento conductual serían aumento o implantación de conductas deseables y reducción o
eliminación de las indeseables.
Una exposición más detallada de los objetivos del tratamiento la encontramos en Arruabarrena (1996).

3.2. Reflexiones sobre el tratamiento con niños víctimas del abuso
La terapia individual es el recurso de intervención más utilizado con menores. El tratamiento de la víctima, debe,
en nuestra opinión, ser diseñado "a medida" teniendo en cuenta la evaluación inicial y los problemas que
manifiesta esa persona en concreto. Ahora bien, existen unas normas generales en estos tratamientos a las que
haremos referencia, como son:
En cualquier tipo de tratamiento infantil debemos mostrar empatía, hacer saber al niño que conocemos sus
sentimientos y expresarle nuestro afecto. Ayudar al niño a reconocer sus sentimientos. El terapeuta debe inspirar
confianza pues en ella se basa parte de su tarea. Cornejo (1996) indica que a veces el terapeuta pone todo su
empeño en diseñar y planificar actividades para el tratamiento, y aunque esto es necesario, es más importante
aún, que el niño sienta que estamos dispuesto a ayudarle, que puede contar con nosotros y que tendrá una ayuda
sistemática en la que puede confiar.

Los tratamientos terapéuticos utilizados con niños son muy similares a los utilizados con adultos. Más que en
aspectos conceptuales, las diferencias radican en la adaptación del procedimiento a la edad y a las características
del menor, así como en el papel más directivo del terapeuta y/o del coterapeuta (Bragado, 1993).
Tuma (1993), hace un estudio sobre las terapias clásicas aplicas a niños y distingue entre terapia psicoanalítica,
de orientación psicoanalítica, de relación, estructurada y de terapia centrada en el cliente. En la terapia
psicoanalítica se pretende que el niño entienda sus sentimientos problemáticos y sus defensas, de modo que
pueda tratarlos directamente (lo que es conocido como insight). El insight se consigue mediante la técnica de
interpretación. En el proceso de logro del insight, lo inconsciente se convierte en consciente. En resumen, se trata
de que la persona conozca y resuelva sus conflictos inconscientes. Este autor afirma que en la psicoterapia de
orientación psicoanalítica se trata en primer lugar de aliviar los síntomas que producen problema. El tratamiento
consiste en interpretar la conducta como una defensa contra la ansiedad, en orden a poner fin a esa conducta.
En la terapia de relación se intenta ayudar al niño a conseguir un sentimiento de valor personal, liberarlo de los
efectos dañinos de su hostilidad y ansiedad. Esta terapia se centra en la situación actual y en la relación de
paciente con el terapeuta.
La terapia mediante el juego estructurado, parte de la terapia psicoanalítica, pero sustituye el lenguaje por el
juego.
La psicoterapia centrada en el cliente intenta corregir un aprendizaje defectuoso, proporcionando al individuo la
oportunidad de desarrollar una autoconciencia y una visión positiva de sí mismo. Estos enfoques se distinguen a lo
largo de dos dimensiones principales: la postura activa o pasiva del terapeuta y el énfasis en la relación o en la
técnica como factor que produce el cambio.

Del Barrio (1997) hace referencia a los técnicas terapéuticas más usuales basadas en las distintas escuelas. Las
técnicas de Modificación de Conducta parten de las conductas inadecuadas o los síntomas son conductas
aprendidas y por tanto, el tratamiento debe ir dirigido a aprender a modificar estos patrones. En cualquier
perturbación, siguiendo esta técnica se eligen la conductas con las que se va a trabajar en función de su
relevancia, frecuencia y facilidad para modificarla; planificando además la correcta aplicación de premios y
castigos. Por su parte las Teorías Cognitivas parten de que en las conductas inadecuadas o en los síntomas
existen atribuciones causales y pensamientos distorsionados que los generan. Se trata de reestructurar los
patrones de ideas negativas. Habría que entrenar al niño en técnicas de autocontrol tanto del pensamiento como
del propio cuerpo y control de las preocupaciones, estrategias de resolución de problemas y en habilidades
sociales. El entrenamiento en asertividad, dentro del campo de las habilidades sociales, significaría enseñar al
niño a defender o establecer los propios derechos sin agredir ni ser agredido (López y del Campo, 1999). Aunque
habría que tener también en cuenta que tampoco sería conveniente en estrategias de prevención "volcar toda la
carga de la misma en el niño", pues los resultados indican claramente que ningún agresor hubiese dejado de
abusar sexualmente del menor si éste se hubiese resistido más, (López, 1998).
Siguiendo a Echeburúa y Guerricaechevarría, (2000) la actuación iría encaminada a los siguientes logros:
a) Reestructuración cognitiva, ya que las preocupaciones del niño pueden distorsionar la percepción de la realidad
y la creencia en sus propios recursos para afrontarla. Esta técnica iría pues, enfocada a detectar y a modificar los
pensamientos distorsionados en relación con la situación de maltrato y abuso.
b) Entrenamiento en habilidades específicas de afrontamiento dirigidas en primer lugar a reducir los niveles de
ansiedad por medio de la técnica de relajación muscular progresiva; en segundo lugar, a controlar las preocupaciones mediante las técnicas de detención del pensamiento y de distracción cognitiva y la programación de
actividades incompatibles; y en tercer lugar dar pautas de actuación.
En concreto las técnicas cognitivas más usuales serían:
a) Técnicas de habilidades específicas de control por una parte del pensamiento en cuanto a preocupaciones,
atribuciones causales negativas y pensamientos distorsionados y por otra parte de control del cuerpo, mediante la
relajación muscular .
b) Estrategias de entrenamiento en asertividad, que podría resumirse en que la persona tiene derecho a expresar
y pedir lo que desea, a pedir que se respeten sus derechos, a negarse a complacer a los demás; todo esto
teniendo en cuenta que también tiene que respetar los derechos de los otros (Caballo, 1993). Para Nyman (1998)
una persona cuyos territorios espaciales, corporales y emocionales han sido violados necesita ayuda para
establecer y restablecer los límites de dicho territorio. Necesita ayuda para identificar y expresar sentimientos de
deseo y no deseo, sentimientos positivos y negativos, sus zonas privadas, buenos y malos secretos. Los límites o
fronteras son un área de tratamiento importante.

c) Entrenamiento en habilidades de resolución de problemas que se define según Rodríguez Naranjo y Gavino
(1997) como un proceso cognitivo comportamental que ayuda al sujeto a hacer disponibles una variedad de
alternativas de respuesta para enfrentarse con soluciones problemáticas y a incrementar las respuestas más
eficaces de entre esas alternativas.
Por último, la Terapia Humanística apela a los aspectos más sanos de la personalidad y a los valores humanos
comunes entre el terapeuta y el paciente. Intentan ver a la persona desde el punto de vista global, integrando el
cuerpo la mente y las emociones en un mismo marco de acción; dentro de ella se incluye la terapia Gestalt. Un
programa completo siguiendo este modelo teórico de terapia dirigido a niños, se encuentra en el trabajo de
Cornejo (1996).

3.3. Técnicas de intervención
Dar respuesta a todos los problemas que hemos abordado desde una sola escuela de psicoterapia sería
prácticamente imposible. Frecuentemente se suele optar por una intervención ecléctica a la hora de elegir un
tratamiento. Nuestro modelo de intervención tendrá esta línea.
Existen técnicas que sin cumplir unos requisitos estrictos de pertenencia a una escuela de psicoterapia
determinada o sin cumplir ciertos criterios, son usuales y de eficacia en los tratamientos con niños: por ej. el
reforzamiento positivo, que suele utilizarse en cualquier intervención terapéutica, o la relajación. Más que técnicas
pueden considerarse como un complemento de todas ellas.
Exponemos a continuación algunas técnicas usuales en psicoterapia infantil (Cuadro 1).

Cuadro 1. Técnicas de intervención.

3.3.1. Conversaciones y actitudes con el niño
Asumimos que el tratamiento debería incluir una serie de conversaciones y actitudes con el niño (Tabla 2), en las
que conviene tener en cuenta lo siguiente (Escuela Española, 1998).
a) En cuanto al abuso sufrido
- Explicar que ellos no son culpables del abuso, aunque así lo crean.
Para Nogueiras y otros (1994), el adulto aprovecha la ventaja que le da su posición de poder o autoridad para
envolver a la menor en la actividad sexual. Ésta carece de capacidad para negarse, o incluso, criterios para saber
si este tipo de conductas son las que hay que esperar de las personas adultas. Su desarrollo emocional y
cognitivo, todavía no se lo permite, y en, otros, son las mismas estrategias utilizadas por el adulto las que minan
su capacidad de decisión. En estos casos, "el consentimiento" es una falacia.

- Es preciso asegurar al niño que el abuso no se repetirá, puesto que se han tomado las medidas oportunas.
Significa además dotar al niño de estrategias para la prevención y para afrontar el abuso si volviese a ocurrir.
- Decirle que saldrá adelante, asegurando también nuestra ayuda. Explicarle que el abuso podrá superarse y que
no determinará toda su vida. Nyman (1998) insiste en que debemos a ayudar al niño a aceptar. La vida debe
continuar y normalizarse todo lo posible en el caso de los niños víctimas de abusos sexuales. El terapeuta debe
ocuparse de que el niño no quede atascado en su identidad de víctima. Las experiencias difíciles no pueden ser
totalmente olvidadas y quizás no deberían olvidarse completamente, pero sí deben ser asimiladas, integradas y
transformadas, pasando de ser algo insoportablemente vergonzoso a un triste recuerdo que no tiene por qué
suponer una memoria constante y un tormento sin fin.
- Motivarle para que hable del suceso y/o los sucesos de abuso que el niño ha sufrido, diciéndole que es
conveniente para él, aunque sin obligarle a que lo haga. No juzgar cuando el niño relate los hechos e insistir en
que ellos no son culpables.
b) En cuanto a conductas sexuales, según Arruabarrena (1996), hay que tener en cuenta que, cuando los niños
han sido víctimas de abuso es posible que se den en ellos conductas de precocidad sexual o que se conviertan a
su vez en abusadores, e incluso, lo que es más grave, que continúen manteniendo una relación con el
abusador/a. Por esto, además, de una adecuada educación sexual ajustada a su edad y nivel cognitivo, es
necesario hablar con el niño de los temas que siguen.

- La Sexualidad en relación con otros
Indicarle que las conductas sexuales pueden ser adecuadas si cumplen las siguientes condiciones:
. Las relaciones sexuales pueden darse entre personas adultas, no entre niños.
. Es conveniente que sean entre personas de aproximadamente la misma edad; López (1995) habla de la
asimetría de edad entre el abusador y el abusado.
. Deben ser con consentimiento mutuo.
. Fuera del ámbito de la familia.
. En una relación de pareja estable.
- La conducta sexual de la masturbación:
Esta puede ser una de las conductas hipersexualizadas de las que hemos hecho referencia.
. Es conveniente explicar al niño que estas conductas son íntimas y no deben manifestarse en público.
. En nuestra opinión es una opción que no ayuda a la persona en su autocontrol y en su desarrollo socioafectivo.
Arruabarrena (1996) expresa que la intervención terapéutica en este tipo de problemas se centra en corregir las
distorsiones cognitivas del niño respecto a la conducta sexual, reforzar las inhibiciones internas y los controles
externos en relación a las conductas sexuales inaceptables, y asegurar que el niño adquiera las habilidades
necesarias para controlar su conducta y satisfacer sus necesidades sexuales de una manera culturalmente
aceptable.
Algunos niños, que han sido abusados por varones, tienen miedo a sentirse homosexuales (Glaser y Frosh,1997);
habría que mitigar la ansiedad sexual de estos niños insistiendo en la no culpabilidad del menor, aunque haya
habido consentimiento por su parte. Insistir en que su consentimiento no es válido ya que aunque a él le parezca
no tiene la madurez suficiente para decidir ya que ésta se alcanza con la edad adulta.
c) Resumimos, a partir de los escritos de Camp (1985) y de López (1995), una serie de temas que conviene
trabajar con los niños:
- Tu cuerpo es bueno y te pertenece.- La sexualidad también lo es.- Ningún niño está obligado a besar a nadie ni
a dejarse tocar, abrazar o besar. Y esto no es sólo para los extraños, también para los familiares.- Tienes derecho
a decir no. Si alguien trata de tocarte de forma que te haga sentir "raro", di "no" y cuéntamelo de momento.
En resumen para López (1998), lo anterior significa que tendríamos que hablar de forma positiva de la sexualidad,
advirtiendo al niño que algunas personas pueden utilizar la sexualidad de forma equivocada. Sería también
imprudente inculcar excesivo miedo o sospechas inadecuadas cuando establezcan lazos emocionales o afectivos
"normales" con sus amigos o adultos. Es muy importante que los niños vivan la sexualidad sin relacionarla con el
abuso sexual.
Enseñar a los niños que el respeto a los mayores no quiere decir que tengan que obedecer ciegamente a los
adultos. Hablar a los niños de lo que significa la "obediencia responsable".
Para Juvonen (1999) los niños esperan que los agresores tengan un aspecto determinado, no piensan que éstos
puedan parecerse a su padre o amigos de familia. Es bueno que los niños sepan que los pedófilos suelen darse
consejos como "No intentes forzar al niño. Coge sus cosas y te seguirá". Se pretende también enseñar a los niños

que ellos son más valiosos que cualquier bien o propiedad.
d) Una vez que el niño ha dicho "no", puede aparecer un tema más sutil y que quizás pueda ser entendido por
niños mayores. Se trata del tema del acoso sexual. En el acoso, el abusador intenta conseguir los favores
sexuales de la víctima, quizás de forma abierta o tal vez de forma solapada. Cuando recibe el rechazo suele pasar
a otra forma de acoso, que podría ser el acoso moral. Puede que se dedique a desprestigiar, a minusvalorar a esa
persona o a descalificar e infravalorar sus trabajos. Defenderse de esta situación es más difícil pero no imposible
(Hirigoyen, 1999).

Tabla 2. Entrevistas con el niño: temas a tratar y actitudes del adulto.

3.3.2. Juego libre y dirigido
Puede recibir el nombre de ludoterapia. Existen dos modalidades de esta técnica, la no directiva y la planificada.
La forma de trabajo, en la primera, sería decir al niño que puede trabajar o jugar como él quiera, y también que
puede explicar todo lo que se le ocurra durante el tiempo en que lo está haciendo, tanto del dibujo como de lo
que él quiera hablar.
En la forma planificada el terapeuta interviene indicando al niño el contexto en el que debe jugar o la forma en
que debe hacerlo. Tanto en una como otra, el terapeuta, puede intervenir en el juego reconduciéndolo hacia lo
que considere necesario.
Para las distintas actividades debe diseñarse un programa de actuación que incluya: preparación del lugar de
trabajo con distintas clases de objetos lúdicos tales como títeres, juguetes tanto de figuras humanas como de
objetos; y objetos que no siendo juguetes puedan despertar la creatividad del niño o el deseo de jugar como
lápices y hojas para dibujar, o escribir, etc.
En el caso del abuso, que estamos tratando, los juguetes pueden ser muñecos con atributos sexuales bien
definidos (Del Barrio, 1997), si se pretende que el niño se exprese y libere su angustia mediante la manifestación
de sus sentimientos en el juego.

3.3.3. Psicodrama
Moreno (1979), define el psicodrama como un método de investigación de la verdad a través de métodos
dramáticos. Se pretende, la expresión y verbalización de los sentimientos.

La técnica consiste en montar secuencias teatrales donde se expresan libremente los sentimientos que se desean,
esta técnica es difícil en tratamiento individual, siendo más fácil en tratamiento grupal, no obstante puede
emplearse una variante de la misma: la silla vacía. En la silla, se supone que se encuentra la persona a la que
tenemos que dirigirnos, naturalmente con nuestros conflictos. Después se invierten los papeles y el niño pasa a
ocupar la silla que estaba vacía y se dirige al que se supone está en el lugar que él ha abandonado. A los niños
parece no gustarles esta técnica, por lo que puede ser más recomendable utilizar el teatro de guiñol.

3.3.4. Role-playing
Esta técnica que es una variedad del Psicodrama, aunque aquí los participantes desempeñan papeles o roles
diferentes a los que tienen asignados en la vida real. Consiste en que una persona actúe de forma y manera como
lo haría otra.
Gallardo (1997b) propone su utilización en el apartado que corresponde al tratamiento emocional en el abuso,
puesto que hay niños incapaces de expresar sus sentimientos y emociones después del mismo; con el role-playing
se pretende que aprendan a expresarse. Esta expresión, repetimos, debe ser para ellos una liberación.

3.3.5. Dibujos libres
El dibujo, a la vez que nos ayuda a evaluar el maltrato que el niño ha sufrido (Test del Dibujo de la Figura
Humana - Goodenouhg y Machover, Test de la Familia, Test del Árbol, Test del Dibujo Casa-Árbol-Persona, etc.),
puede servirle también para que exprese y se libere de sus conflictos emocionales. En este aspecto, Furth (1998),
afirma que los dibujos pueden ser expresiones del inconsciente y a la vez base para la terapia. Pueden servir
pues, tanto de mecanismos auxiliares de terapia como de instrumentos de diagnóstico.

3.3.6 Redacciones
Cornejo (1996) trabaja con las redacciones, iniciando cada día una página en la que coloca una frase como
enunciado. Por ejemplo: "Me pone triste que". Es conveniente obligar a algunos niños a que escriban esta especie
de diario y motivar con formatos divertidos si el niño se resiste.

3.3.7. Relajación
Martorell (1996), dice que el interés principal de la relajación, estriba en que los estados alcanzados por medio de
ella son incompatibles con la ansiedad y sus estados asociados.
Existen numerosos juegos de relajación para niños, en los que a veces el terapeuta sirve de modelo. Algunos
pueden ser como los que se exponen a continuación.
Decir a los niños que son muñecos de trapo, o un sauce, o globos que se van desinflando. Otros juegos de
relajación pueden ser los que tomamos de Olba (2000), como "la ola del mar"o "pintar una estrella antes de
dormir". El movimiento de las olas se representa con el movimiento de los brazos, estirándolos hacia el frente y
arriba para representar la llegada y hacia atrás para representar el reflujo, aunque existen muchos juegos para
niños con el fin de conseguir la relajación. También se puede emplear alguna grabación musical o la propia voz
del terapeuta dando las pautas para relajarse.
Cautela y Groden (1989), integran los trabajos de relajación tanto de Schultz como de Jacobson (clásicos y
pioneros de esta técnica) e indican que mediante la relajación el paciente va tomando conciencia, sintiendo y
destensando cada una de las partes de su cuerpo. Existen otras muchas adaptaciones y técnicas o modos de
relajación para niños, que se comercializan en forma de grabaciones, como el curso de relajación de Ramírez
(1990).

3.3.8. Musicoterapia
Según Alonso (1994), consiste en utilizar audiciones musicales, actividad rítmica simple, exploración de diferentes
sonidos con el fin de relajar o evitar ciertas dolencias. La psicoterapia actual considera la música como una técnica
capaz de influir sobre las emociones, para conseguir un determinado estado de ánimo o incluso parar curar. Lo

importante no es la calidad de la música, sino que ésta determine la relajación de la persona. Algunos expertos
abogan por determinadas composiciones clásicas de Mozart, Strauss, Vivaldi, Bach, etc.
Pensamos que es difícil que los niños atiendan en una composición musical, tal como hace un adulto, pero sí
puede utilizarse como música de fondo en combinación con algún otro trabajo que estemos realizando.

3.3.9. Modelos típicos de tratamiento
Pipher (1998) en su texto describe numerosos casos de tratamientos aplicados a adolescentes. En el texto nos
sugiere lo que realmente se hace en intervención en casos individuales. Se trata de una chica que ha sufrido una
violación por parte de unos extraños. En un primer lugar la intervención va dirigida a toda la familia. Después el
tratamiento es fundamentalmente individual, de dos sesiones por semana. Al principio, la terapeuta incita a que la
niña exprese el abuso sufrido. Una vez roto, de forma costosa, el primer bloqueo, la paciente libremente narra
una y otra vez el suceso, parece que hacerlo le hace sentir menos angustia. Esta autora, invita a la chica a
escribir unas cartas a los agresores, no para que se las envíe sino para que exprese en ellas todos sus
sentimientos. También la orienta a que descargue toda su rabia contra un saco de boxeo. La familia, continúa
interviniendo en el tratamiento asistiendo a una sesión mensual. Finalmente se unen al grupo de tratamiento las
hermanas de la chica.
Este es un modelo clásico de tratamiento, que parece usual, aunque es difícil que en un resumen quede reflejada
toda la riqueza que la autora invierte en sus terapias o el esfuerzo que muchos terapeutas ponen en su trabajo.
La descripción de un tratamiento que sigue en parte la misma forma de intervención la encontramos en el texto
de Forward y Buck (1990). Estos autores reflejan en sus escritos sus trabajos con adultos víctimas de maltrato
familiar. En el capítulo dedicado al incesto, se insiste en la gran necesidad de tratamiento para estas personas y
se opta por el nivel grupal. Se asegura que casi todos ellos mejoran cuando asisten a tratamiento en grupo,
aunque en algunos casos pueda aconsejarse el tratamiento individual.
El modelo de tratamiento propuesto por estos autores se lleva a cabo a través de tres etapas básicas: el ultraje,
el duelo y la liberación. Las técnicas fundamentales con las que trabajan son "las cartas" y el "role playing". El que
la persona pueda expresar en un grupo todo aquello que siente y el compartir con otras personas que sufren un
problema similar, supone sin duda una buena liberación.
Tanto el modelo de tratamiento anterior como este, son más acertados para adultos que para niños. Sin duda
pueden aprovecharse de ambos algunas técnicas después que hayan sido adaptadas a las características y edad
de los usuarios.

4. COMENTARIOS
La aportación de este trabajo consiste, en que gran parte de la bibliografía sobre el tema psicoterapia dirigida a
niños se centra más en la evaluación y menos en el tratamiento. Éste, cuando aparece va dirigido a la familia, a
nivel de grupo y a los agresores; muy pocos documentos sobre tratamiento van dirigidos al trabajo con la víctima,
de aquí nuestra aportación en este punto concreto.
Por otra parte vemos en nuestro trabajo situaciones que aunque no se consideran abuso son similares al abuso.
Cuando, un niño me dice crudamente: "El Benchi dice que el Flopy le ha dado por...", (el supuesto niño víctima
tiene nueve años y el segundo, supuesto abusador, doce), pensamos en qué significa un abuso. Para que se
considere abuso algunos autores como Glaser y Frosh (1997), indican como dijimos al inicio del tema, que debe
haber al menos una diferencia entre abusador y víctima de cinco años, aunque no todos los autores se ponen de
acuerdo y existe una gran controversia sobre el tema, pero no es menos cierto que un niño puede abusar de otro
aunque ambos sean menores y de aproximadamente la misma edad. Somos partidarios de medidas más
educativas que penalizadoras, y en caso de menores más aún. En caso de "¿abuso? " o maltrato a menores
cualquier persona puede ponerse en contacto a través del teléfono gratuito 900.210.966 habilitado por la
Dirección General de Infancia y Familia, de la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía.
Otro tipo de interrogante relacionado con el caso anterior lo plantean Cirillo y Di Blasio (1997): ¿Se puede "curar",
en ausencia de demanda?. Si los niños se niegan al tratamiento, el requisito fundamental para una terapia - o sea
la motivación espontánea- se viene completamente abajo. Existen situaciones en las que el niño no desea el
tratamiento, a veces manifiesta hostilidad o negativismo desafiante hacia el mismo. En estos casos obligar a un
tratamiento de psicoterapia individual sería contraproducente. La intervención tendría que plantearse de otro
modo. Es el mismo problema que ocurre con los adultos cuando tienen que asistir a tratamiento por orden judicial

y el condenado ni cree en el tratamiento ni lo desea. Indudablemente si el terapeuta no consigue convencer de
alguna forma al cliente el grado de eficacia puede ser nulo. Los resultados de las investigaciones actuales con
adultos sobre este tema son descritos por Arruabarrena (1994), que expresa que se obtienen buenos resultados
en todos los casos; no tenemos sin embargo, resultados sobre situaciones similares con niños, por lo que nos
parece que éste podría ser un posible tema a investigar.
Tampoco sería oportuno intervenir con un tratamiento psicoterapéutico, en el mismo momento en que se produce
la agresión, tal como algunos adultos desean. El tratamiento debe cumplir unos requisitos, entre ellos una
correcta planificación. Otra cosa es intervenir impidiendo el abuso y que éste se produzca poniendo a salvo a la
víctima. A ello estará obligado cualquier adulto que esté presente o descubra, la agresión o el abuso.

En algunos momentos, en centros escolares piden al orientador que intervenga en el conflicto "en el mismo
momento en que se produce". En caso de agresiones, o graves conflictos, los profesores prefieren "mandar en ese
momento a los agresores o a los autores del conflicto al psicólogo" y que éste resuelva el problema. No nos
parece que sea la forma adecuada de trabajar. El trabajo del orientador debe estar planificado y no puede ser
cortado en cada momento por las "urgencias", más aún si son constantes. Cuando existe una agresión entre
menores, el adulto que la percibe debe impedirla, otra cosa es que puedan darse un apoyo terapéutico o unos
primeros auxilios para una persona en crisis, pero repito que éstos deben ser planificados.
Las medidas más eficaces son siempre las educativas y preventivas: una buena educación sexual ofrece a
nuestros niños la mejor prevención del abuso. Estos temas se tratan en nuestras escuelas como transversales del
currículo. Los temas transversales, entre ellos la Educación Sexual, no se circunscriben a un área de experiencias
y conocimientos concretos, sino que deben estar de alguna manera presentes en todas las áreas; han de
impregnar todos los conocimientos que el alumno reciba en la escuela.
En este sentido, la Junta de Andalucía (1999a,b,c,d,e) ha enviado a todos los centros de Infantil y Primaria, en el
curso escolar (1999-2000), un programa específico y completo para la educación afectiva y sexual.
Los programas preventivos pueden ir dirigidos a todos los grupos de niños pero con especial incidencia deben
llevarse a grupos de riesgo como son los de ambientes de delincuencia y marginales, a niños con minusvalías y a
niños de familias con problemas de drogadicción o desestructuradas.
Son válidos para nuestros entornos educativos los que presentan Del Campo y López, (1997a,b,c,d,e) dirigidos a
los niveles de infantil, primaria y secundaria. También puede abordarse el tema preventivo con la presentación de
unos vídeos que recomendamos: Liberman (1992) para niños de Infantil y Primaria, y el publicado por AISPAS
(1998) para Secundaria.
Los materiales que hemos indicado pueden ser fácilmente utilizados en contextos escolares; una correcta
utilización de los mismos, ayudará sin duda en el tema que hemos tratado.

REFERENCIAS
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