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Javier Quintero, psiquiatra: `Tenemos que ayudar a los niños a manejarse en las distancias, sin abrazos, sin recreos multitudinarios o en grupos burbuja´



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Noticia | 11/09/2020

Para todos esta siendo una temporada compleja, con innumerables cambios, nuevas exigencias y muchas incertidumbres. También para los más pequeños de la casa que, tras 6 meses de ausencia, se disponen a volver a las aulas, y lo van a hacer en medio de una cierta sensación de desconcierto, que en nada les ayuda a afrontar el nuevo y particular curso escolar.


Hay tres puntos relevantes en este nuevo curso escolar a tener en cuenta. La medidas de protección debidas a la COVID, los requerimientos del aprendizaje con sus ausencias y distancias y las nuevas formas de socializar.


Nuestros hijos vuelven al colegio bajo medias excepcionales de protección de la salud individual y colectiva. El uso de mascarillas, extremar la higiene de manos y la distancia social, se marcan como prioridades en las aulas este curso, a lo que sumar otras medias como las dudas sobre la presencialidad. Y para muchos rodeados de un ruido desinformativo, sintiéndose incapaces de filtrar la información realmente relevante. Es previsible que,  en los próximos meses,  nos encontremos con positivos, cuarentenas y aislamientos, de grupos, aulas, cursos o colegios y debemos ser capaces de manejar esas situaciones con la racionalidad necesaria. Para ello, la responsabilidad de los padres esta en acompañar a sus hijos, nutriendo sus carencias con una información acorde a las necesidades de cada niño. Sin angustias innecesarias, pero haciéndoles conscientes de la importancia de las medidas de protección de su salud y la de los demás. Buscando ese complicado equilibrio entre la protección de la salud y garantizar su crecimiento y desarrollo.


En este sentido encontramos la importancia de reengancharles al aprendizaje formal, como eje vertebrador de nuestros modelos educativos. En marzo de este año, les pedimos que se quedaran en casa y que trataran de seguir sus formación a distancia, cuando ni ellos, ni muchos de sus centros escolares, estaban preparados para esa transición digital. Esos meses de confinamiento han supuesto un freno importante en sus curvas de aprendizaje, de impacto variable según la edad, pero notable en muchos casos. Si habitualmente los meses de verano ya suponen un cierto retroceso en las competencias básicas del aprendizaje en los alumnos de primaria, lo previsible es que en esta ocasión el frenazo sea mayor. Algo que los docentes deben tener muy presentes a la hora de retomar el curso, y parafraseando a Fray Luis de León,  tendrán que empezar sus clases con un «como decíamos ayer», aunque hayan pasado meses de ese día. Y todo ello, pensando en que la presencialidad se pueda mantener y no tengamos que volver a la educación a distancia, con las dificultades que supone y con una brecha digital sin cerrar.


Y no menos relevante, es ayudar a nuestros hijos a manejarse en el actual contexto social, con sus distancias,  sin abrazos, sin recreos multitudinarios o en grupos burbuja.  Parece un contrasentido mantener la distancia social y socializarse al mismo tiempo. Que duda cabe que es mas complicado leer la expresión facial del otro cuando lleva mascarilla. Además venimos remarcando un creciente y alarmante abuso de las pantallas entre los más jóvenes. Un tsunami de redes sociales, que ensancha las relaciones de nuestros hijos, pero empobrece la calidad de las mismas.  Haciendo de la debilidad virtud, debemos tratar de fortalecer esos vínculos. Es decir, reforzar la conexión dentro de los grupos, apostando por la calidad de las relaciones sociales, en lugar de la cantidad.


Muchos chicos y chicas se han encontrado demasiado cómodos relacionándose a través de una pantalla estos meses, sintiéndose protegidos de las necesidades de desplegar unas carentes habilidades sociales. Otros simplemente se han acomodado y muchos tienen ganas de volver a ver, pero sin poder abrazar, a sus amigos. Todos ellos han de reaprender a relacionarse en grupos más pequeños, con interacciones más intensas, aunque con distancia social y mascarilla. Llamar la atención sobre los riesgos de dificultades de integración social e incluso de la importancia de prevenir dinámicas de acoso, siempre tóxicas, pero ahora especialmente dañinas.


Arranca un nuevo curso, donde la incertidumbre va a ser la emoción prevalente y nos va a exigir ser tremendamente flexibles.  Preparémonos para lo peor, aunque esperemos lo mejor.

Fuente: ABC
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