Autor/autores:
F. Maccallum , LJ Breen, JL Phillips...(et.al)
La pandemia de COVID-19 alteró muchas áreas de la vida, incluidas las prácticas culturalmente aceptadas en los cuidados al final de la vida, los ritos funerarios y el acceso al apoyo social, comunitario y profesional. Esta encuesta investigó los resultados de salud mental de los australianos en duelo durante este tiempo para determinar cómo estos factores podr&i...
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La pandemia de COVID-19 alteró muchas áreas de la vida, incluidas las prácticas culturalmente aceptadas en los cuidados al final de la vida, los ritos funerarios y el acceso al apoyo social, comunitario y profesional.
Esta encuesta investigó los resultados de salud mental de los australianos en duelo durante este tiempo para determinar cómo estos factores podrían haber impactado los resultados del duelo.
Una encuesta online que indexa las experiencias de duelo y pandemia, los niveles de duelo, depresión, ansiedad y deterioro de la salud, el trabajo y la sociedad.
Se utilizó el análisis de clases latentes (LCA) para identificar grupos de individuos que compartían patrones de síntomas similares. Las regresiones multinomiales identificaron correlatos sociodemográficos y relacionados con la pandemia, relacionados con las pérdidas, de la pertenencia a una clase.
1911 adultos australianos completaron la encuesta. El LCA identificó cuatro clases: síntomas bajos (46, 8%), duelo (17, 3%), depresión/ansiedad (17, 7%) y duelo/depresión/ansiedad (18, 2%).
Este último grupo reportó los niveles más altos de deterioro de salud, laboral y social. La muerte de un hijo o pareja y la imposibilidad de cuidar al fallecido debido a las medidas de salud pública de COVID-19 se correlacionaron con síntomas de duelo (con o sin depresión y ansiedad).
La preparación para la muerte de la persona y los niveles de soledad y aislamiento social relacionados con la pandemia diferenciaron las cuatro clases. El desempleo se asoció con depresión/ansiedad (con o sin duelo).
La COVID-19 tuvo profundos impactos en la forma en que vivimos y morimos, con efectos que probablemente repercutirán en la sociedad en el futuro previsible.
Estas lecciones aprendidas deben informar a los formuladores de políticas y a los profesionales de la salud para mejorar la atención del duelo y garantizar la preparación durante y después de futuras pandemias previstas para prevenir impactos negativos.
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