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La sensibilidad del cerebro al arrepentimiento puede influir en cómo se afrontan la depresión o el estrés



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Noticia | 22/10/2022

Investigadores de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai, en Estados Unidos, han descubierto que la forma en que el cerebro procesa la compleja emoción del arrepentimiento puede estar relacionada con la capacidad de un individuo para hacer frente al estrés, y alterada en trastornos psiquiátricos como la depresión.


El estudio, publicado en la revista 'Science Advances', revela que los ratones muestran sensibilidad a dos tipos distintos de arrepentimiento y que estos diferentes procesos de pensamiento probablemente provienen de diferentes partes del cerebro. El equipo también descubrió que un marcador genético que predispone a rasgos de respuesta al estrés inadaptados y a la vulnerabilidad a la depresión estaba vinculado a la sensibilidad a un tipo de arrepentimiento, mientras que los animales sanos y resistentes al estrés eran, en cambio, sensibles a un segundo tipo de arrepentimiento.


Estos hallazgos podrían tener amplias implicaciones para múltiples campos, como la psiquiatría, la psicología y la economía del comportamiento, y podrían informar sobre el futuro diseño de terapias dirigidas a los trastornos del estado de ánimo en los seres humanos.



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"Hasta ahora se sabía poco sobre cómo se altera la sensibilidad al arrepentimiento en trastornos del estado de ánimo como la depresión. Por ejemplo, ¿se exagera el arrepentimiento y los individuos rumian en exceso las decisiones pasadas, o los deprimidos son insensibles a esta emoción? ¿Es esto adaptativo o desadaptativo, y son los individuos incapaces de aprender de sus errores? --explica Brian Sweis, instructor en el Departamento de Neurociencia y residente en el Departamento de Psiquiatría en Icahn Mount Sinai, y autor principal del estudio--. Hasta la fecha, para los pacientes que luchan contra la depresión, no ha habido una descripción clara del arrepentimiento como una característica definitoria de la condición".


Partiendo de trabajos anteriores que demostraban que las ratas y los ratones son capaces de procesar pensamientos similares al arrepentimiento, el estudio del Mount Sinaí amplía los límites de lo que puede captarse en los modelos de roedores utilizados para el estudio de las enfermedades mentales. Los autores lograron este objetivo combinando sofisticados enfoques en economía conductual y procedimientos de estrés crónico con terapia génica viral para estudiar las bases neurales y moleculares de la toma de decisiones complejas en animales.


El equipo entrenó a ratones en una tarea de toma de decisiones denominada 'Restaurant Row', durante la cual los animales navegaban por un laberinto en busca de su única fuente de alimento. Los ratones disponían de un tiempo limitado cada día para invertir en recompensas de coste variable (retrasos seleccionados aleatoriamente de 1 a 30 segundos señalados por el tono de una melodía) y valor subjetivo (sabores únicos vinculados a cuatro lugares distintos, o "restaurantes").


Uno de los principales hallazgos es la existencia de dos tipos distintos de arrepentimiento que no son genéricos, sino que se asocian a partes distintas del cerebro, dependiendo de la naturaleza exacta de la oportunidad perdida que se está procesando. Ambos tipos implican que los animales cometen errores. Sin embargo, el arrepentimiento de tipo uno se definió como una "violación económica" en la que los animales se alejan de una buena oportunidad sólo para quemarse en los ensayos posteriores.


Por el contrario, el arrepentimiento de tipo dos se definió como decisiones en las que los animales tomaron malas decisiones al invertir su limitado tiempo en ofertas que normalmente no podían pagar. Así, el arrepentimiento de tipo uno se enmarca en la comprensión del individuo de que ha perdido o dejado pasar una oportunidad favorable, mientras que el arrepentimiento de tipo dos se caracteriza por afrontar la decisión de cortar las pérdidas y seguir adelante.


Aunque ambos tipos de arrepentimiento pueden implicar la reflexión sobre el camino no recorrido y lo que podría haber sido, el arrepentimiento de tipo uno enfatiza la elección de haber dejado pasar algo bueno, mientras que el de tipo dos enfatiza el tener que cambiar de opinión. Este estudio descubrió que el peso que tienen estos errores a la hora de alterar las decisiones futuras es biológicamente distinto y está vinculado de forma única a los rasgos de respuesta al estrés.


"Descubrimos que los ratones susceptibles al estrés eran hipersensibles al arrepentimiento de tipo uno e insensibles al arrepentimiento de tipo dos, mientras que, por el contrario, los ratones sanos eran insensibles al arrepentimiento de tipo uno y sólo sensibles al de tipo dos, lo que aumentaba en los ratones resistentes al estrés --explica el coautor Scott Russo, doctor y profesor de Neurociencia y Psiquiatría del Icahn Mount Sinai--. Estos hallazgos nos dicen que la forma en que el cerebro procesa los errores es multifactorial y está vinculada a la capacidad de afrontar el estrés, y que un tipo de arrepentimiento forma parte de un conjunto saludable de rasgos emocionales, mientras que el otro puede ser parte del proceso de la enfermedad en sí. Al igual que el dolor, algunas de cuyas formas son sanas y adaptativas mientras que otras son patológicas, descubrimos que no todas las formas de arrepentimiento son iguales y derivan de diferentes circuitos del cerebro".


Según el doctor Sweis, que actualmente se está formando como psiquiatra en el Mount Sinaí, la investigación del equipo podría tener un impacto significativo en la práctica clínica, incluso informando la forma en que los proveedores de salud mental entrevistan a los pacientes con trastornos del estado de ánimo.


"Antes de nuestro estudio, es posible que los profesionales no hayan pensado en hacer preguntas más específicas a los pacientes durante las evaluaciones psiquiátricas, detallando y subcategorizando el arrepentimiento con el nivel de delicadeza que hemos esbozado --comenta Sweis--. Nuestro trabajo podría mejorar la forma en que se realizan las entrevistas psiquiátricas para identificar mejor qué procesos de pensamiento deben reforzarse frente a los que deben extinguirse, basándose en los descubrimientos científicos de vanguardia en neurociencia y psiquiatría computacional. Nuestra investigación podría ayudar a dirigir las entrevistas clínico-pacientes hacia el discernimiento de los circuitos específicos que pueden estar contribuyendo a los trastornos del estado de ánimo y desarrollar enfoques terapéuticos en consecuencia".


Los investigadores del Mount Sinaí también descubrieron que un gen conocido por regular muchas respuestas sensibles al estrés en el cerebro -CREB- puede influir independientemente en los dos tipos de arrepentimiento en regiones cerebrales separadas: el córtex prefrontal medial y el núcleo accumbens.


"Tanto en humanos como en ratones, se sabe que este gen promueve la resiliencia al estrés en el córtex prefrontal medial, mientras que confiere lo contrario, la vulnerabilidad al estrés, en el núcleo accumbens", dice el doctor Romain Durand-de Cuttoli, primer autor del estudio e investigador postdoctoral en Mount Sinai.


Hasta ahora, no estaba claro qué papel desempeña la función de CREB, si es que desempeña alguno, en los procesos emocionales más complejos. Al manipular experimentalmente la actividad de CREB en ambas regiones cerebrales, el equipo encontró una conexión biológica y una posible diana molecular para desarrollar nuevas terapias que podrían alterar ciertos aspectos del arrepentimiento de forma específica para cada región del cerebro con el fin de restaurar el procesamiento emocional saludable, al tiempo que se mejoran las formas potencialmente insalubres y patológicas de esta compleja emoción.

Fuente: Europa Press
Palabras clave: cerebro, depresión, estrés

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