El litio forma parte de una clase de medicamentos llamados agentes antimaníacos. Se utiliza en forma de carbonato de litio como un estabilizador del ánimo en las personas con trastorno bipolar, una enfermedad mental crónica que se caracteriza por alternar episodios de euforia (manía) con otros de depresión.
Se utiliza bien de forma crónica o discontinua. Se toma por vía oral varias veces al día, bajo prescripción médica, y deben medirse periódicamente los niveles en sangre por el riesgo de intoxicación.
El litio ayuda a controlar los síntomas del trastorno bipolar pero no lo cura. Sentir el beneficio completo puede llevar de 1 a 3 semanas o más. Aunque se encuentre bien, el paciente nunca debe dejar e tomarlo sin hablar con su médico previamente. Además, se deben respetar siempre la dosis indicada. Menos cantidad de la prescrita puede no hacer efecto y más puede ser tóxica. Ante la sospecha de una sobredosis de litio, se debe acudir de forma inmediata a urgencias.
También se usa a veces para tratar la depresión, esquizofrenia, trastornos del control de los impulsos y ciertas enfermedades mentales en los niños.
Las personas que padecen trastorno bipolar sufren un mal funcionamiento del sistema límbico, lo que repercute en el estado de ánimo, con alteraciones bruscas sin que medie necesariamente ningún problema personal, laboral, familiar o social. Los períodos de sentirse triste o deprimido pueden alternar con períodos de sentirse muy feliz y activo o malhumorado e irritable.
Esta enfermedad, que suele debutar entre los 15 y los 25 años, afecta por igual a hombres y mujeres. La causa exacta se desconoce, pero se presenta con mayor frecuencia en parientes de personas que padecen dicho trastorno.
Para controlar los altibajos se necesita tratamiento farmacológico, aunque el paciente también se puede beneficiar de un abordaje psicoterapéutico de forma complementaria.