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Depresión posparto, la crisis en la felicidad



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Noticia | 22/07/2024

 


El nacimiento de un niño suele ser un momento de felicidad para toda la familia, pero también es una etapa compleja, ya que enfrenta a la madre a cambios fisiológicos, físicos, emocionales y sociales que pueden situarla en un estado de vulnerabilidad psicológica. En ese sentido, existe alta prevalencia de trastornos del estado de ánimo, entre los que se encuentra la depresión posparto, definida como un episodio que se presenta durante el embarazo o en las cuatro semanas posteriores al parto.


Es importante señalar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el periodo diagnóstico puede extenderse hasta 6 semanas después del nacimiento. A la vez, cabe destacar que la presencia de esta enfermedad afecta tanto la salud de la madre como el desarrollo y crecimiento del recién nacido, incluyendo el riesgo de malnutrición.



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La depresión posparto es un problema de salud pública a nivel mundial, con prevalencia estimada entre el 13 % y el 15 %. En México la prevalencia varía entre el 6,6 % y el 24, 6% y en España hay cifras del 12 % con estimaciones de un infradiagnóstico del 50 % al 75 %.


Además, estas cifras se dan en el contexto de un rezago importante en temas de salud mental, por lo que es de gran importancia generar conciencia sobre estos temas.


Se han reconocido ciertos factores de riesgo para este problema, como depresión previa al embarazo, eventos estresantes durante el embarazo o posteriores a este, escaso apoyo social o económico, antecedente de trastorno de ansiedad, madres menores de 25 años, multiparidad, antecedentes heredofamiliares de depresión posparto o enfermedades psiquiátricas, historia de violencia física o sexual, embarazo no deseado, temor al parto, presencia de diabetes o hipertensión gestacional, dismorfia, alteraciones del sueño durante el embarazo, dificultades en la lactancia y complicaciones gestacionales y perinatales, entre otros.


La fisiopatología de esta enfermedad está caracterizada por cambios hormonales, como disminución de estrógenos y progesterona y en los niveles de cortisol, melatonina, oxitocina y hormonas tiroideas. Aunado a ello, los niveles o la actividad de los neurotransmisores pueden tener variaciones, contribuyendo a la presencia de depresión.


Un ejemplo de esto es que se ha detectado que la monoaminooxidasa A estaba elevada en pacientes con depresión posparto, lo que favorece la degradación de neurotransmisores como dopamina, noradrenalina y serotonina, ocasionando trastornos del estado de ánimo.


La sintomatología de la depresión perinatal es similar a un episodio depresivo mayor, con la particularidad de la temporalidad. Otros síntomas agregados pueden ser ansiedad extrema, sentimientos de culpa, labilidad emocional, llanto fácil, ideación suicida y miedo irracional, entre otros. Algunas madres pueden tener sentimientos ambivalentes.


La presencia de este tipo de depresión interfiere con la disposición de la madre de buscar atención para ella y para su bebé, incluso antes del nacimiento.


Se ha detectado que durante este momento de vulnerabilidad es mayor el riesgo de abuso de fármacos, drogas, alcohol o tabaco, lo que aumenta el riesgo de tener un parto prematuro. Asimismo, pueden afectar lactancia materna, vínculo materno-infantil, cuidado del bebé y relaciones familiares. Además se asocia a desarrollo anormal y alteraciones cognitivas y psicopatológicas en el recién nacido.


Por todo lo anterior es trascendental buscar estrategias de prevención y detección temprana que no soslayen la importancia de la educación y concienciación de la población en general, a la par de identificar pacientes con factores de riesgo para realizar intervenciones precoces.


En estas pacientes también deben valorarse la terapia psicológica y el uso de antidepresivos. El diagnóstico debe ser clínico, utilizando los criterios de la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) para depresión mayor. El tratamiento puede dividirse en intervenciones farmacológicas y no farmacológicas.


En cuanto estas últimas, se encuentran psicoterapia o intervenciones psicosociales, que tienen gran impacto en la prevención y tratamiento de esta entidad. La terapia farmacológica consiste en el uso de antidepresivos, en particular inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, los cuales se consideran seguros en embarazo y lactancia.


Como médicos, independientemente de nuestra especialidad o área, somos los encargados de valorar la salud integral de las embarazadas, pudiendo identificar incluso dentro de nuestro círculo social a pacientes (familiares, amigas, etc.) con depresión posparto, por lo que es vital que generemos mayor conciencia e impacto positivo sobre este tema en nuestra comunidad al orientar correctamente sobre el mismo a las pacientes que lo sufren.


La Dra. Jesica Naanous Rayek es especialista en medicina interna, egresada como médica cirujana de la Universidad Anáhuac México Norte y actualmente forma parte del grupo médico del Centro Médico ABC en la Ciudad de México, México. Es apasionada por la enseñanza y poder transmitir sus conocimientos, lo que ha logrado con ayuda de su Instagram. La puedes seguir también en Facebook y TikTok.


 

Fuente: Univadis
Palabras clave: depresión, posparto, felicidad

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