La doxiclicina, ¿una estrategia para reducir el riesgo de esquizofrenia?

La doxiciclina, un antibiótico habitualmente prescrito para el acné e infecciones comunes, se asocia con un riesgo menor de desarrollar esquizofrenia en una investigación observacional sobre datos de adolescentes.

El hallazgo, que se publica en American Journal of Psychiatry, se basa en datos de 56.395 individuos con entre 13 y 18 años que acudieron a los servicios de salud mental y había recibido algún antibiótico, según constaba en el registro de salud finlandés.

Fueron seguidos desde la primera prescripción de antibiótico hasta cumplidos los 30 años, con atención a un diagnóstico de esquizofrenia.

El 28,7% (16.189 individuos) habían sido tratados con doxicilina; el riesgo de esquizofrenia a lo largo de diez años de seguimiento fue un 30-35% más bajo entre ellos, comparados con los que recibieron otros antibióticos. 

El estudio no es un ensayo controlado aleatorizado, por lo que los resultados no son firmes, subrayan los investigadores. No obstante, puede suponer una pista para avanzar en nuevas estrategias que permitan reducir la aparición de esquizofrenia, enfermedad para la que no se disponen de intervención preventiva.

Como destaca Ian Kelleher, director del estudio y catedrático de Psiquiatría Infantil y Adolescente en la Universidad de Edimburgo, “es una señal importante para seguir investigando el efecto protector de la doxiciclina y otros tratamientos antiinflamatorios en pacientes psiquiátricos adolescentes como una forma de reducir potencialmente el riesgo de desarrollar enfermedades mentales graves en la edad adulta”.

Una posible explicación del eventual efecto protector del antibiótico reside en su impacto en la inflamación y el desarrollo cerebral. En estudio previos se ha observado que la doxiclina puede reducir la inflamación en las células cerebrales e influir en la denominada poda sináptica, un proceso natural mediante el cual el cerebro refina sus conexiones neuronales. Una poda sináptica excesiva se ha asociado con el desarrollo de la esquizofrenia. 

Ejemplos de reposicionamiento

El reposicionamiento farmacológico, término que alude a encontrar una nueva indicación en un fármaco, constituye una vía práctica para ampliar las opciones terapéuticas o, en el caso de esta investigación, las vías preventivas.

Ejemplos bien conocidos de reposicionamiento han sido el vasodilatador minoxidil, inicialmente indicado para la hipertensión arterial y más tarde, en empleado en alopecia androgénica, y el sildenafilo, utilizado en hipertensión pulmonar y ahora recetado para la disfunción eréctil.

En las enfermedades mentales, una investigación liderada por el grupo del psiquiatra Celso Arango, analiza el reposicionamiento del mucolítico N-acetilcisteína (NAC) como un posible psicoprotector útil en episodios psicóticos, al aprovechar su efecto atenuante en los mecanismos de inflamación y de estrés oxidativo cerebrales.

Estatinas, calicioantagonistas y metfomina

Otros fármacos empleados fuera del ámbito psiquiátrico que se observan por su eventual acción positiva en los pacientes con enfermedad mental son las estatinas, los calcioantagonistas y la metformina.

Un estudio epidemiológico realizado por investigadores de la Universidad College London (Reino Unido)  sobre la población sueca, publicado en JAMA Psychiatry, planteó la posibilidad de reposicionar estos medicamentos ampliamente conocidos en el tratamiento del colesterol, la hipertensión arterial y la diabetes tipo 2.

 La investigación, también con las limitaciones de un estudio observacional, se llevó a cabo con datos de 142.691 pacientes con enfermedad mental grave, incluidas la esquizofrenia y el trastorno bipolar. El análisis estableció una conexión entre su consumo y la reducción de ingresos psiquiátricos y lesiones autoinfligidas. De los tres grupos de fármacos, el efecto más potente se observó con las estatinas.