La enfermedad invisible que tarda seis años en tener nombre
Artículo revisado por nuestra redacción
El 95 % de las personas con migraña tardan una media de seis años en recibir diagnóstico, y cuatro de cada diez aún no lo obtienen. Este retraso, acompañado de desigualdades territoriales y limitaciones en el acceso a tratamientos innovadores, ha llevado a pacientes, neurólogos, enfermeras y psicólogos a reclamar mejoras urgentes en detecci&...
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El 95 % de las personas con migraña tardan una media de seis años en recibir diagnóstico, y cuatro de cada diez aún no lo obtienen. Este retraso, acompañado de desigualdades territoriales y limitaciones en el acceso a tratamientos innovadores, ha llevado a pacientes, neurólogos, enfermeras y psicólogos a reclamar mejoras urgentes en detección, equidad asistencial y planificación sanitaria.
“La migraña es una de las enfermedades neurológicas más incapacitantes y una de las más infradiagnosticadas. Muchas personas pasan años sin un diagnóstico correcto ni acceso a una unidad de cefaleas”, señaló el neurólogo Roberto Belvís durante el III Seminario de Periodistas organizado por Lundbeck.
Aunque afecta al 12 % de la población española —en su mayoría mujeres— y es la principal causa de discapacidad en menores de 50 años, el acceso a unidades especializadas y a terapias avanzadas depende en gran medida del lugar de residencia. “El diagnóstico tardío y las diferencias en la atención convierten a la migraña en una enfermedad llena de barreras y necesidades no cubiertas”, añadió Belvís. Pacientes y profesionales coinciden en que se trata de una enfermedad “invisible y banalizada”.
Las demoras diagnósticas, la falta de formación, las desigualdades territoriales y la escasez de recursos conforman un “itinerario de obstáculos” para millones de personas. Por ello, piden visibilizar estas dificultades y avanzar hacia una atención integral y homogénea en todo el país. “Tenemos conocimiento, profesionales e innovación. Lo que falta es voluntad política y planificación estratégica”, concluyó Belvís.
La enfermería, un pilar decisivo Para Tania Herrera, enfermera experta en cefaleas, este perfil profesional es “clave” en la educación del paciente, la adherencia terapéutica y el seguimiento continuado. La creación de puestos específicos en unidades de cefaleas “reduce visitas a urgencias, mejora la calidad de vida y refuerza la relación profesional-paciente”.
Herrera defendió que integrar enfermeras especializadas “no es un gasto, sino una inversión” que repercute en eficiencia y satisfacción. Su labor —explicó— abarca desde la atención clínica hasta la educación en autocuidado y manejo de desencadenantes, contribuyendo a disminuir la frecuencia e intensidad de las crisis.
Dimensión emocional: el dolor que no se ve
La migraña impacta también en la salud mental. Según la Sociedad Española de Neurología, un 38 % de los pacientes presenta síntomas depresivos moderados o graves, y un 22 %, ansiedad.
“La migraña no solo duele en la cabeza: también en la autoestima, el trabajo y las relaciones”, recordó la psicóloga Almudena Mateos. Mateos destacó que el tratamiento psicológico es un componente esencial del abordaje multidisciplinar, ya que ayuda a gestionar el estrés, la comorbilidad emocional y los patrones de afrontamiento desadaptativos, mejorando la calidad de vida y el pronóstico.
Un Plan Nacional que aún no llega La Asociación Española de Migraña y Cefalea (AEMICE) insistió en la necesidad de poner en marcha un Plan Estratégico Nacional de la Migraña, dotado de recursos, que garantice equidad territorial, impulso investigador y acceso a tratamientos innovadores.
“La prioridad es mejorar de forma decidida la atención sanitaria y social que recibe la población con migraña. Es imprescindible que las autoridades impulsen un Plan Nacional que establezca estándares claros, asegure un abordaje homogéneo y reconozca el verdadero impacto de la enfermedad”, afirmó Eva Ortega, representante de AEMICE.
