La salud mental continúa siendo un reto importante en los pacientes con COVID persistente
Artículo revisado por nuestra redacción
La doctora Silvia Arroyo Romero, médico de familia e investigadora en la Unidad de Investigación de Atención Primaria de Salamanca, fue galardonada con el Premio a la Mejor Comunicación Original Oral – Premio Carlos López Madroñero en el marco del 31º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos ...
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La doctora Silvia Arroyo Romero, médico de familia e investigadora en la Unidad de Investigación de Atención Primaria de Salamanca, fue galardonada con el Premio a la Mejor Comunicación Original Oral – Premio Carlos López Madroñero en el marco del 31º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Su trabajo Evaluación de la salud mental en pacientes con COVID persistente. Estudio BioICOPER analiza las consecuencias psicológicas de esta enfermedad aún poco exploradas.
"La salud mental continúa siendo un reto importante en los pacientes con COVID persistente", según la autora, quien explica que decidió centrarse "en estos pacientes porque han sufrido un cambio radical en su vida, cargado de limitaciones físicas y psicológicas. A pesar de su elevada prevalencia, el sufrimiento emocional asociado sigue estando invisibilizado en la práctica clínica".
Así, su principal objetivo ha sido evaluar el estado de salud mental de las personas con COVID persistente, poniendo especial atención a la evolución en el consumo de antidepresivos y ansiolíticos desde antes de la pandemia hasta la actualidad, y utilizando cuestionarios validados para valorar la sintomatología ansioso-depresiva.
Los resultados del estudio son relevantes: las personas con COVID persistente presentan un aumento superior al doble en el uso de psicofármacos en comparación con la etapa previa a la pandemia, además de puntuaciones compatibles con depresión en todos los grupos analizados.
Estos datos refuerzan la necesidad de una atención integral que incluya el abordaje específico de la salud mental, así como el impulso de nuevas investigaciones que permitan comprender mejor la etiología y tratamiento de esta condición, según Silvia Arroyo.
¿Por qué investigar en COVID persistente?
La profesional describe que, desde la Unidad de Investigación de Atención Primaria de Salamanca, llevan ya algunos años centrados en el estudio del COVID persistente, una condición todavía poco conocida y con importantes implicaciones clínicas. Durante la recogida de datos, tres compañeras y ella realizaron personalmente las entrevistas a más de 300 participantes.
Escuchar sus testimonios y su vivencia de la enfermedad les hizo ser conscientes del impacto que las limitaciones físicas derivadas de la enfermedad tenían sobre su salud mental.
De este modo, puntualiza que, al analizar los datos sobre el consumo de psicofármacos —antidepresivos y ansiolíticos—, observaron un aumento exponencial (superior al doble) respecto al periodo prepandemia. Este hallazgo reforzó aún más la necesidad de visibilizar y estudiar la salud mental de estos pacientes, y de aportar evidencia que permita mejorar el abordaje integral desde la consulta del médico de familia, apunta.
Aumento en el uso de psicofármacos
Arroyo Romero describe que el hecho de que el consumo de psicofármacos se haya más que duplicado en estos pacientes refleja la alta carga emocional que arrastran, pero también señala posibles déficits en la atención y el abordaje integral que reciben.
"Hemos observado que este aumento en el consumo de psicofármacos está relacionado no solo con la sintomatología ansioso-depresiva, sino también con otros síntomas propios del COVID persistente como son la fatiga, la niebla mental o el dolor.
Estos hallazgos evidencian la necesidad de profundizar en el conocimiento de la enfermedad para ofrecer un abordaje farmacológico más eficaz, centrado en el alivio de los síntomas físicos y adaptado a las necesidades reales de los pacientes", apunta.
Según puntualiza, en el estudio también analizaron la sintomatología ansioso-depresiva mediante la escala GADS. Y, en este sentido, resulta relevante que, independientemente del consumo de psicofármacos, los participantes presentaron valores medios compatibles con depresión.
Esto revela que, más allá del notable aumento en el consumo de estos fármacos, el problema es aún mayor: un elevado porcentaje de pacientes que no consumen psicofármacos podrían ser diagnosticados de depresión (mediante la escala GADS). Por tanto, aunque el incremento en el consumo aporta datos preocupantes, la magnitud real del impacto psicológico es aún mayor, destaca.
En la actualidad
Para la profesional, "estamos en el momento de fomentar la investigación, reforzar la formación sanitaria y fortalecer el trabajo en red con el fin de visibilizar esta patología". Y prosigue: "Aún existe mucho desconocimiento sobre el COVID persistente, tanto en la sociedad como entre los profesionales de la salud.
Aunque hemos avanzado en su reconocimiento como entidad clínica, todavía estamos lejos de ofrecer respuestas estructuradas y coordinadas que atiendan adecuadamente las necesidades de estos pacientes. Es imprescindible continuar investigando para aportar soluciones que permitan mejorar su calidad de vida".
En cuanto a las variables sociodemográficas o clínicas que se asociaron con mayor riesgo de sintomatología depresiva o ansiosa, explica que, como cabría esperar, los pacientes que comenzaron a consumir psicofármacos tras el diagnóstico de COVID persistente mostraron puntuaciones significativamente más altas en sintomatología ansioso-depresiva en comparación con quienes nunca han consumido este tipo de fármacos. Además, observaron que las mujeres mostraron mayores puntuaciones en síntomas tanto depresivos como ansiosos que los varones.
Así, en cuanto a las señales de alerta que deberían detectar los médicos de familia ante un posible cuadro de salud mental en pacientes con COVID persistente, insiste en que "estos pacientes han experimentado un cambio radical en su vida, debido a las limitaciones impuestas por los síntomas persistentes, lo que con frecuencia genera un sentimiento de desesperanza.
Por estas razones, pienso que deben ser considerados como un grupo vulnerable desde el punto de vista psicológico, lo que requiere prestar especial atención y estar alerta ante posibles señales de alarma".
Es necesario no infravalorar sus síntomas, escucharles, y abordar su estado emocional; muchas veces, sentirse escuchado ya es un primer paso terapéutico"
Papel activo
En este contexto, destaca el rol de los médicos de familia, quienes "desempeñamos un papel fundamental, ya que contamos con la cercanía y continuidad necesarias para detectar problemas psicológicos y realizar un seguimiento activo. Estamos habituados a percibir la frustración, la ansiedad y el sentimiento de incomprensión que sufren estos pacientes". Por ello, "no creo que existan señales de alarma específicas diferentes a las de otros grupos vulnerables, sino más bien, la necesidad de acompañar y apoyar a estos pacientes, prestando atención tanto a su salud física como mental".
En cuanto a si el sistema de salud está respondiendo adecuadamente al impacto mental del COVID persistente, opina que "es una cuestión compleja, ya que nos enfrentamos a una patología aún poco conocida. Aunque se están realizando esfuerzos para mejorar la atención integral de estos pacientes, la respuesta del sistema sanitario todavía no es estructurada ni equitativa. La atención psicológica continúa siendo limitada en muchos centros".
Además, añade, "no debemos olvidar que los síntomas físicos, que son la raíz del malestar psicológico en estos pacientes, carecen todavía de tratamientos eficaces y su comprensión es limitada, lo que genera más desesperanza. Considero que un abordaje adecuado de la salud mental en estos pacientes debe comenzar por un control efectivo de sus síntomas físicos, es decir, sin un manejo adecuado de la salud física, será difícil mejorar realmente su malestar psicológico. Por esto, es imprescindible implementar un enfoque integrado de esta patología, así como fomentar la investigación".
Así, destaca que los equipos de Atención Primaria "deberíamos llevar un papel central, al igual que como en el resto de la población" en la detección y seguimiento psicológico de estos pacientes. "Somos los profesionales sanitarios más accesibles y los que más conocemos a los pacientes.
Además, contamos con la ventaja de ver su evolución a lo largo del tiempo y así poder detectar cambios sutiles en su estado de ánimo o funcionamiento. Desde Atención Primaria podemos prevenir complicaciones, ofrecer apoyo temprano y, en caso de necesidad, coordinar con otros niveles asistenciales. En esta patología, al igual que en la gran mayoría, somos la base del sistema sanitario y los principales responsables de la salud integral de nuestros pacientes".
Un abordaje adecuado de la salud mental en estos pacientes debe comenzar por un control efectivo de sus síntomas físicos"
En definitiva, hace falta una ruta asistencial específica para el abordaje integral del COVID persistente, aunque cree que lo más importante es fomentar la investigación para ampliar el conocimiento sobre esta patología. "Tras los primeros meses de la pandemia, se crearon unidades hospitalarias de COVID persistente, que han ido desapareciendo.
Estamos ante una patología compleja, que requiere un abordaje integral, longitudinal y centrado en la persona. En este sentido, en ausencia de unidades específicas, el médico de familia es la figura más adecuada para liderar este seguimiento, por su visión global, continuidad asistencial y cercanía.
No obstante, es imprescindible que existan circuitos claros y coordinados entre niveles asistenciales, y una ruta asistencial específica podría facilitar ese proceso. No se trata solo de acumular derivaciones, sino de evitar el peregrinaje médico y garantizar que el paciente reciba una atención estructurada, eficaz y adaptada a sus necesidades reales".
Un mensaje a los compañeros sanitarios
Arroyo Romero les anima a visibilizar y validar los síntomas de estos pacientes, aunque en ocasiones resulten difíciles de objetivar. "Es necesario no infravalorar sus síntomas, escucharles, y abordar su estado emocional. Muchas veces, sentirse escuchado ya es un primer paso terapéutico.
Como médicos de familia, tenemos mucho que aportar desde la empatía y el seguimiento. También animaría a mis compañeros a implicarse en proyectos de investigación, pues solo con más evidencia podremos ofrecerles respuestas eficaces".
En conclusión, insiste en la importancia de continuar investigando e invirtiendo —tanto en investigación como en Atención Primaria— para conseguir una atención más humanizada. "Desde nuestra Unidad de Investigación seguimos profundizando en esta línea, realizando investigaciones y artículos científicos que aporten luz en el sufrimiento de estos pacientes".

