Salud mental en mayores: el doble reto que amenaza al sistema sanitario

La Sociedad Española de Psicogeriatría (SEPG) advierte que el envejecimiento de la población es ya una realidad consolidada en las sociedades contemporáneas , planteando importantes retos sanitarios específicos.

El incremento de patologías asociadas a la edad y la falta de experiencia previa en su abordaje obligan a replantear los modelos de atención y formación en el ámbito de la salud mental.

El Dr. Manuel Sánchez, presidente de la SEPG, señala que el principal desafío para la salud mental en España frente al envejecimiento es doble: el aumento sostenido de personas mayores de 65 años que requieren atención psiquiátrica o psicológica y el déficit de profesionales con formación específica en psiquiatría geriátrica, junto con la escasez de recursos adaptados a este grupo de población.

Cambios en los perfiles clínicos Según el especialista, los pacientes mayores presentan hoy tres grandes condicionantes: una mayor prevalencia de deterioro cognitivo y demencias vinculadas al aumento de la esperanza de vida; la acumulación de discapacidades derivadas de enfermedades crónicas comórbidas; y la fragilidad social, que actúa como factor de riesgo para trastornos como la depresión, la ansiedad o los cuadros psicóticos.

Esta exige complejidad una atención multidisciplinar y sensible a las particularidades del envejecimiento. Edadismo en la práctica clínica El Dr. Sánchez alerta de la persistencia del edadismo en el ámbito sanitario. “La discriminación por edad sigue presente, también en la salud mental” , afirma.

Aunque se han dado pasos hacia una mayor sensibilización, la atención psiquiátrica y psicológica a personas mayores continúa siendo deficitaria en comparación con otros grupos, reflejando un doble estigma: el de la edad y el de la enfermedad mental.

Presión asistencial y necesidad de coordinación

El sistema sanitario afronta una creciente presión por el aumento de patologías crónicas, con las personas mayores como principales usuarias. Sin embargo, los recursos crecen a un ritmo inferior al de la demanda, especialmente en salud mental. Sánchez subraya la necesidad de una mejor coordinación entre atención primaria, geriatría y salud mental mediante modelos integrados.

La falta de comunicación entre especialistas y las listas de espera prolongadas agravan la situación y pueden empeorar el pronóstico de los pacientes más frágiles.

El impacto de la pandemia y sus secuelas La pandemia de COVID-19 marcó un punto de inflexión. El aumento del malestar psicológico y el uso intensivo de recursos de salud mental elevaron la visibilidad de estos problemas, pero no siempre se tradujo en una mejora estructural.

“La escasez de profesionales y recursos persiste”, lamenta el presidente de la SEPG. Durante la crisis sanitaria, las personas mayores sufrieron un impacto especialmente severo por el aislamiento, la dificultad de acceso a los servicios médicos y las consecuencias físicas y emocionales del confinamiento.

Aunque se generó una mayor conciencia sobre su vulnerabilidad, poco tiempo después del periodo más crítico se volvieron a evidenciar carencias estructurales en la atención a la salud mental de los mayores.

Las nuevas tecnologías y la lucha contra la soledad en la salud mental de los mayores

El avance de las tecnologías digitales aplicadas a la salud está abriendo nuevas posibilidades para la atención de las personas mayores.

Según el Dr. Manuel Sánchez, presidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría (SEPG), herramientas como la inteligencia artificial, los programas de rehabilitación cognitiva o el diagnóstico neuropsicológico a distancia se están consolidando como apoyos valiosos para la asistencia y el tratamiento de los pacientes de edad avanzada.

“Desde el uso terapéutico de robots hasta dispositivos diseñados para mejorar la autonomía de los mayores, estas tecnologías ofrecen resultados prometedores a medio plazo”, explica Sánchez.

“Aunque ninguna podrá sustituir el papel de un profesional bien formado, sí pueden ayudar a paliar la escasez de especialistas en salud mental geriátrica”.

La soledad no deseada, un riesgo creciente

El presidente de la SEPG advierte también que la soledad no deseada se ha convertido en uno de los principales factores de riesgo psicosocial para la salud mental —y física— de las personas mayores. “Cada vez más ancianos viven solos, especialmente en las ciudades, y las consecuencias sobre su estado emocional y cognitivo son evidentes”, señala.

En países como el Reino Unido, donde el fenómeno ha adquirido una dimensión estructural, se han creado incluso departamentos ministeriales específicos para combatir la soledad. Sánchez considera que este problema requiere una respuesta integral y coordinada:

"No depende únicamente de los servicios de salud mental. Los sistemas sociales, de salud general y las administraciones deben implicarse de forma proactiva para reducir un fenómeno que, debido a los cambios sociológicos —mayor longevidad, familias más pequeñas, precariedad económica o falta de vivienda adaptada— amenaza con convertirse en un desafío mayor en nuestro entorno".