A pesar de los avances en las estrategias de prevención y control del cáncer en las últimas décadas, la carga del cáncer sigue siendo alta en China, con años de vida perdidos por cada 100000 habitantes que oscilan entre 541 y 1065 por cánceres de estómago, hígado y pulmón en 2017. Según la base de datos en lín...
A pesar de los avances en las estrategias de prevención y control del cáncer en las últimas décadas, la carga del cáncer sigue siendo alta en China, con años de vida perdidos por cada 100000 habitantes que oscilan entre 541 y 1065 por cánceres de estómago, hígado y pulmón en 2017.
Según la base de datos en línea GLOBOCAN 2020 , el cáncer en China representó aproximadamente el 24% de los casos nuevos y el 30% de las muertes por cáncer en todo el mundo en 2020.
Una comorbilidad asociada con el cáncer en China que no se aborda en gran medida son los trastornos de salud mental comunes, que constituyen una carga psicológica importante. Los pacientes chinos con cáncer tienen una alta prevalencia de depresión (54 · 9%) y ansiedad (49 · 7%), y una tasa de suicidio más alta (63 · 17 por 100 000 personas-año) que los pacientes en Europa (39 · 28) y América del Norte (32 · 27).
Los trastornos de salud mental comunes impiden el tratamiento, la adherencia y la adopción de un estilo de vida saludable por parte de los pacientes, lo que podría contribuir al aumento de la carga del cáncer en China. Además, la necesidad insatisfecha de apoyo psicosocial para los cuidadores también se suma a la carga de salud mental de los pacientes con cáncer.
En China, las responsabilidades del cuidado del cáncer las asumen principalmente los miembros de la familia, en lugar de los cuidadores profesionales contratados, debido a los valores colectivistas y la piedad filial dentro de la cultura china, así como a la ausencia de un sistema establecido de formación de cuidadores profesionales. Esta elevada carga de cuidado, junto con la presión financiera resultante de la reducción de las horas de trabajo, puede afectar el bienestar emocional de los cuidadores familiares, lo que podría comprometer la calidad del cuidado y el apoyo emocional que la familia puede brindar a los pacientes.
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