Identificaron que la función cerebral en pacientes con el síndrome 22q11.2 que experimentan psicosis es comparable a la de individuos con psicosis de origen no identificado. Además, estos patrones cerebrales coinciden con las teorías previas de los investigadores sobre las causas de los síntomas de psicosis.
"Los patrones cerebrales que hemos descubierto sustentan nuestros modelos teóricos de las disfunciones en los sistemas de control cognitivo durante la psicosis", comentó el líder del estudio, Vinod Menon, PhD, quien es profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento y dirige el Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y de Sistemas de Stanford.
Menon explicó que los pensamientos desconectados de la realidad pueden apoderarse de las redes de control cognitivo del cerebro. "Este proceso interrumpe el funcionamiento normal del control cognitivo, permitiendo que prevalezcan los pensamientos intrusivos, lo que finalmente se manifiesta como psicosis".
Comúnmente, el sistema de filtrado cognitivo del cerebro, también conocido como red de prominencia, opera discretamente para orientar nuestra atención hacia pensamientos internos y eventos externos significativos. Gracias a este sistema, podemos ignorar pensamientos y eventos irrelevantes y concentrarnos en aspectos reales y significativos, como estar atentos al tráfico para evitar accidentes.
El cuerpo estriado ventral, una pequeña área del cerebro junto con las vías neuronales activadas por la dopamina, juega un papel crucial en anticipar lo que será gratificante o importante.
Para la investigación, los científicos recopilaron la mayor cantidad de datos funcionales de escáneres cerebrales por resonancia magnética de jóvenes con el síndrome de deleción 22q11.2, abarcando un total de 101 individuos escaneados en tres diferentes universidades. Además, el estudio incluyó escáneres de varios grupos comparativos sin el síndrome: 120 personas con psicosis idiopática temprana, 101 con autismo, 123 con trastorno por déficit de atención/hiperactividad y 411 controles sanos.
Este trastorno genético, que implica la pérdida de una parte del cromosoma 22, afecta a entre 1 de cada 2,000 a 4,000 personas. Además de un 30% de riesgo de desarrollar esquizofrenia o psicosis, los afectados también pueden padecer autismo o trastorno por déficit de atención con hiperactividad, razón por la cual estas condiciones fueron incluidas en los grupos de comparación.
Los investigadores emplearon un algoritmo de aprendizaje automático conocido como red neuronal profunda espaciotemporal para caracterizar los patrones de función cerebral en todos los pacientes con síndrome de deleción 22q11.2 en comparación con sujetos sanos. Desarrollaron un modelo algorítmico que diferenciaba los escáneres cerebrales de personas con y sin el síndrome en la Universidad de California, Los Ángeles. El modelo predijo el síndrome con una precisión superior al 94%. Validaron este modelo en grupos adicionales en UC Davis y la Pontificia Universidad Católica de Chile, demostrando que en estos grupos independientes, el modelo clasificó los escáneres cerebrales con una precisión del 84% al 90%.
Posteriormente, los investigadores emplearon el modelo para determinar cuáles características del cerebro son más cruciales en la psicosis. Investigaciones previas no habían logrado resultados consistentes, posiblemente por el tamaño reducido de sus muestras. Al analizar escáneres cerebrales de pacientes con el síndrome de deleción 22q11.2, tanto con psicosis como sin ella, se comprobó que las áreas más influyentes en la psicosis son la ínsula anterior (una parte esencial de la red de prominencia o "filtro") y el cuerpo estriado ventral (el “predictor de recompensa”); esto se confirmó en diversas cohortes de pacientes.
Al comparar las características cerebrales de personas con el síndrome de deleción 22q11.2 y psicosis con aquellas con psicosis de origen desconocido, el modelo reveló una superposición significativa, lo que sugiere que estas características son indicativas de la psicosis en general.
Un segundo modelo matemático, diseñado para diferenciar a todos los sujetos con el síndrome de deleción 22q11.2 y psicosis de aquellos que solo tienen el síndrome genético pero sin psicosis, identificó escáneres cerebrales de personas con psicosis idiopática con un 77,5% de precisión, respaldando una vez más la importancia del filtrado cerebral y los centros de predicción en la psicosis.
Este modelo era específico para la psicosis; no podía identificar a personas con autismo idiopático o TDAH. "Fue emocionante volver a nuestras preguntas originales sobre cuáles son los sistemas cerebrales disfuncionales en la esquizofrenia y descubrir patrones similares en este contexto", expresó Menon. "A nivel neuronal, las características que distinguen a los individuos con psicosis en el síndrome de deleción 22q11.2 reflejan las vías que hemos identificado en la esquizofrenia. Esta correspondencia fortalece nuestra comprensión de la psicosis como una condición con firmas cerebrales identificables y consistentes". No obstante, estas firmas cerebrales no se observaron en personas con el síndrome genético pero sin psicosis, ofreciendo pistas sobre futuras direcciones para la investigación, añadió Menon.
Aplicaciones para tratamiento o prevención
Además de validar la teoría científica sobre el origen de la psicosis, estos descubrimientos ofrecen perspectivas para entender mejor la enfermedad y potencialmente prevenirla.
"Uno de mis principales objetivos es prevenir o retrasar el desarrollo de la esquizofrenia", expresó Supekar. La consistencia de los nuevos hallazgos con estudios previos sobre los centros cerebrales más implicados en la esquizofrenia en adultos sugiere posibles estrategias preventivas. "En el momento del diagnóstico de la esquizofrenia, ya hay considerable daño cerebral, complicando cualquier intento de alterar el progreso de la enfermedad", explicó.
"Observamos que, desde el inicio, las interacciones entre regiones del cerebro en los mismos sistemas son anormales", continuó. "Estas anomalías no aparecen en la adultez; son evidentes incluso a los 7 u 8 años". Los investigadores planean aplicar tratamientos existentes, como la estimulación magnética transcraneal o el ultrasonido enfocado, dirigidos a estos centros cerebrales en jóvenes en riesgo de psicosis, como aquellos con el síndrome de deleción 22q11.2 o con ambos padres con esquizofrenia, para explorar si estos tratamientos pueden prevenir o retrasar el inicio de la enfermedad o atenuar los síntomas una vez que se manifiesten.
Los resultados también indican que la resonancia magnética funcional para monitorear la actividad cerebral en áreas clave podría facilitar a los científicos el estudio de la efectividad de los medicamentos antipsicóticos existentes.
A pesar de que sigue siendo un misterio por qué algunas personas se desconectan de la realidad, Supekar afirmó que "desde una perspectiva mecánica, ahora es comprensible".
"Nuestros hallazgos resaltan la importancia de tratar a las personas con psicosis con compasión", añadió Menon, esperando que su investigación no solo avance en la comprensión científica, sino que también impulse un cambio cultural hacia la empatía y el apoyo para quienes enfrentan esta condición.
"Recientemente tuve el privilegio de interactuar con personas del grupo de tratamiento temprano de psicosis de nuestro departamento", relató. "Su mensaje fue claro y poderoso: 'Compartimos más similitudes que diferencias. Como cualquiera, experimentamos nuestros propios altibajos.'
Estas palabras constituyen un llamado a una mayor empatía y comprensión hacia quienes viven con esta condición. Fue un llamado a ver la psicosis a través de una lente de empatía y solidaridad".El estudio contó con la colaboración de investigadores de la UCLA, la Clínica Alemana Universidad del Desarrollo, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad de Oxford y UC Davis.
La investigación fue financiada por el Programa de Investigación en Neuropsiquiatría Uytengsu-Hamilton 22q11 del Instituto de Investigación en Salud Materno Infantil de Stanford, FONDEYCT (el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico del gobierno de Chile), ANID-Chile (la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile) y los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU.