Su carácter, «muy abierto y liberal», como recordó el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Miguel Gutiérrez, ha quedado impregnado en la dilatada producción literaria que deja, en forma tanto de libros como artículos médicos y periodísticos. La máxima de su especialidad, tal como siempre la entendió él, ha de ser la de «trabajar por la desaparición del estigma que rodea a los pacientes psiquiátricos y por el logro de un trato médico igual al que reciben quienes padecen enfermedades físicas».
Su carrera profesional comenzó a despuntar en 1973, cuando fue nombrado jefe del servicio de Psiquiatría del hospital de Basurto, un puesto en el que permaneció durante veinte años y desde el que introdujo la psicoterapia como parte del tratamiento integral a los pacientes. Pasado ese tiempo, en 1993, el servicio de Psiquiatría de Ginebra decidió que fuera él quien sustituyera a otro psiquiatra, Julián de Ajuriaguerra como él bilbaíno, ecléctico, erudita y humanista al frente de la organización, como catedrático y director. «Yo no pensaba en ir a Ginebra, tenía mis ojos más bien puestos en Barcelona por razones familiares y de gusto personal», recordaba el especialista en una entrevista. «Contactaron conmigo y me eligieron entre cuarenta candidatos después de una larga selección. Fue un proceso muy complicado, de siete meses de pruebas y entrevistas. Lo cierto es que la idea me atrajo desde un principio. Tenga en cuenta que la psiquiatría suiza ha sido precursora de la psiquiatría social».
Entre su larga lista de colaboraciones profesionales destaca la que mantuvo desde 1977 hasta hace unos años, 2007, con la Universidad de Nueva York, donde fue profesor clínico adjunto. Profesor emerito también de la Universidad del País Vasco, entre otras, fue desde 1995 miembro del Cuadro de Expertos de la Organización Mundial de la Salud y director del Centro colaborador de la OMS en España para la investigación y la formación en Psiquiatría entre 1996 y 2003. La puesta en marcha en Bizkaia de la empresa AMSA, de servicios psiquiátricos y psicológicos, desde donde desarrollaba en la actualidad su actividad profesional, constituye uno de sus últimos hitos profesionales.
El desaparecido psiquiatra deja como legado más de 200 artículos científicos y 41 libros en seis idiomas sobre la especialidad. Destacados profesionales, entre ellos el conocido psiquiatra Luis Rojas Marcos, a quien dirigió su tesis profesional, expresaron ayer su pesar por la desaparición «del gran profesional» que fue José Guimón, «impregnado de una gran humanidad». En uno de sus últimos artículos, publicado en EL CORREO, el especialista vasco advertía de los derroteros por los que camina no sólo su especialidad, sino el conjunto de la profesión médica.
«En los decenios que vienen escribía nuestra actividad se definirá mejor como 'asistencia en salud mental' que como psiquiatría, aunque el concepto resulte algo vago y pretencioso. Pero es que las actividades de la salud mental no se limitan ya a los enfermos, sino que incluyen a la población sana a la que, en el futuro, se intentará aumentar su nivel de bienestar psicosocial y detectar cualquier signo de anomalía que pueda alertar sobre la proximidad de una enfermedad. Los profesionales se verán involucrados cada vez con mayor frecuencia en cuestiones como el empleo, la educación, el alojamiento y los problemas legales de sus pacientes y de las poblaciones en general.
Tendrán que dedicar buena parte de su tiempo a realizar acciones en la comunidad para reducir los factores de riesgo y para fortalecer los factores protectores. Esto está requiriendo ya, y lo hará más claramente mañana, la participación de muy diversos profesionales además de los psiquiatras».
El funeral en su memoria se celebrará el próximo viernes día 9 a las 19.00 horas en la iglesia de Santa María de Getxo.