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La SES alerta del vínculo bidireccional entre la soledad no deseada y falta de sueño



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Noticia | Noticia PUBLICO GENERAL | Fecha de publicación: 22/12/2025
Artículo revisado por nuestra redacción

  El Día Internacional contra la Soledad No Deseada se enmarca como un problema silencioso que afecta al 20% de la población española y que tiene consecuencias negativas para la salud y el bienestar. A finales del siglo XX, de hecho, varios estudios demostraron que el aislamiento social y la soledad no deseada predecían una mayor morbilidad y mortalidad ...



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El Día Internacional contra la Soledad No Deseada se enmarca como un problema silencioso que afecta al 20% de la población española y que tiene consecuencias negativas para la salud y el bienestar. A finales del siglo XX, de hecho, varios estudios demostraron que el aislamiento social y la soledad no deseada predecían una mayor morbilidad y mortalidad y que el posible mediador del efecto de la soledad sobre la salud física y mental era el sueño.


El sueño, no en vano, es uno de los pilares de la salud más afectados por la soledad no deseada, tal y como alertan desde la Sociedad Española de Sueño (SES), ya que éste mantiene una relación bidireccional con la soledad, de forma que uno repercute sobre la otra en una cadena de retroalimentación negativa: la falta de sueño, por un lado, empuja a la soledad. Por otro, la soledad no deseada se relaciona con un peor descanso.


"Una revisión sistemática y metaanálisis publicado en 2020 corroboró que la soledad se correlaciona con una alteración de la calidad del sueño, pero no con la duración. La soledad aumenta los niveles de vigilancia y hace que el sueño sea menos reparador.


Posiblemente, debido a que históricamente estar solo, fuera del grupo, era peligroso, se produce una activación del sistema del estrés con un incremento de la actividad del eje hipotálamo-hipofisario y con alteraciones de los niveles y el ritmo de cortisol implicadas en el sueño fragmentado", explica la doctora Francesca Cañellas, miembro del grupo de trabajo de Insomnio de la SES.


Según la psiquiatra especializada en medicina del sueño e investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria Illes Balears (IdISBa), la evidencia científica también demuestra que la privación de sueño (incluso las restricciones leves) provoca conductas de aislamiento social y mayor ansiedad. "Hay estudios que, incluso, han mostrado que los cambios producidos por la privación de sueño en el individuo hacen que otras personas lo perciban como menos accesible socialmente", añade.


Para Cañellas, el mecanismo que explicaría la vinculación entre el sueño y el sentimiento de soledad es la regulación emocional.


"Las estructuras cerebrales y neurotransmisores que regulan las emociones también regulan el sueño, por lo que es intuitivo suponer una íntima relación en el funcionamiento de estos dos sistemas", apunta la experta, que señala que un creciente número de investigaciones en este campo sugieren que la mala calidad de sueño y la privación de sueño constituyen un importante factor de riesgo para la regulación emocional, así como para el desarrollo de diversas afecciones psiquiátricas, en especial la ansiedad y la depresión.


"La restricción de sueño, tan común en la sociedad moderna, aumenta las emociones negativas y modifica la respuesta emocional, lo que constituye un problema de salud pública sobre el que es necesario que las administraciones intervengan", reivindica la portavoz de la SES, que considera que aún hoy no se presta la suficiente atención al impacto del sueño sobre la salud física y mental en general.


Algo de "especial importancia", añade la psiquiatra, en el ámbito de la soledad no deseada, ya que soledad y falta de sueño son factores de riesgo comunes de muchas enfermedades (desde el deterioro cognitivo, hasta los problemas de salud mental, pasando por la enfermedad cardiovascular), por lo que la conjunción de ambos factores multiplica el riesgo de desarrollar numerosas dolencias y de mortalidad.


"Se ha demostrado que al mejorar el sueño también disminuyen las emociones negativas y el estrés, por lo que implementar hábitos de vida saludable que contribuyan a mejorar el sueño en el día a día, mejoraría la calidad de vida y el bienestar emocional, especialmente en dos colectivos, los adolescentes y las personas mayores", sostiene Francesca Cañellas.


 La psiquiatra recuerda en ese sentido que durante la adolescencia aumentan las necesidades de sueño y también es un momento de la vida crucial para la sociabilización.


"Numerosos estudios realizados en jóvenes que duermen menos horas de las necesarias debido, en la mayoría de los casos, al uso de pantallas durante la noche, relacionan la privación de sueño con un deterioro de la salud mental, un aumento del riesgo de sufrir depresión y de tentativas de suicidio.


En los mayores, debido al deterioro de la calidad del sueño con la edad, es muy importante tener hábitos saludables que refuercen los ritmos circadianos", apunta la psiquiatra, que destaca entre esos hábitos algunos como: Darse un tiempo suficiente para dormir, en un entorno seguro, confortable y cómodo. Mantener unos horarios regulares de acostarse y levantarse, y utilizar la cama solo para dormir.


Exponerse a la luz solar durante el día, fundamentalmente por la mañana, y evitar la exposición a la luz durante la noche, así como evitar el uso de pantallas de dispositivos móviles al menos dos horas antes de ir a la cama.Realizar ejercicio físico regular.


 

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