MADRID (EUROPA PRESS)
La alimentación saludable se asocia con una mejor autoestima y menos problemas emocionales y de amistades, como tener menos amigos o ser objeto de burlas o intimidación en los niños, independientemente del peso corporal, según un estudio publicado en la revista de acceso abierto 'BMC Public Health'. A la inversa, una mejor autoestima se asocia con una mejor adherencia a las pautas de alimentación saludable, según este trabajo de expertos de la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo, Suecia.
La autora principal del trabajo, la doctora Louise Arvidsson, señala: "Encontramos que en los niños pequeños de 2 a 9 años hay una asociación entre el cumplimiento de las pautas dietéticas saludables y un mejor bienestar psicológico, que incluye menos problemas emocionales, mejores relaciones con otros niños y una mayor autoestima, dos años después. Nuestros hallazgos sugieren que una dieta saludable puede mejorar el bienestar de los niños".
Examinando a 7.675 niños de 2 a 9 años de ocho países europeos (Bélgica, Chipre, Estonia, Alemania, Hungría, España y Suecia), los investigadores encontraron que Una Puntuación de Adherencia Dietética (HDAS, por sus siglas en inglés) más alta al comienzo del período de estudio se asoció con una mejor autoestima y menos problemas emocionales y de amigos dos años después.
La HDAS tiene como objetivo recoger el cumplimiento de las pautas dietéticas saludables, que incluyen limitar la ingesta de azúcares refinados, disminuir la ingesta de grasas y comer frutas y verduras. Una mayor puntuación en HDAS indica una mejor adherencia a las pautas, es decir, una alimentación más saludable. Las pautas son comunes a los ocho países incluidos en este estudio.
Los autores encontraron que una mejor autoestima al comienzo del periodo de evaluación se relacionó con un HDAS más alto dos años más tarde y que las asociaciones entre HDAS y el bienestar fueron similares para los niños que tenían peso normal y los niños que tenían sobrepeso. "Fue algo sorprendente descubrir que la asociación entre la dieta inicial y un mejor bienestar dos años después era independiente de la posición socioeconómica de los niños y su peso corporal", apunta la doctora Arvidsson.
Los investigadores utilizaron datos del 'Estudio de Identificación y Prevención de Efectos de Salud Inducidos por la Dieta y el Estilo de Vida en Niños y Bebés', un estudio prospectivo de cohortes que pretende comprender cómo prevenir el sobrepeso en los niños y al mismo tiempo considerar los múltiples factores que contribuyen a ello.
UNA RELACIÓN BIDIRECCIONAL ENTRE ALIMENTACIÓN Y ESTADO DE ÁNIMO
Al comienzo del periodo de estudio, se les pidió a los padres que informaran con qué frecuencia por semana sus hijos consumían alimentos de una lista de 43 artículos. Dependiendo de su consumo de estos alimentos, a los niños se les asignó una puntuación HDAS. El bienestar psicosocial se evaluó con base en la autoestima, las relaciones con los padres, los problemas emocionales y de amigos, según lo informado por los padres en respuesta a los cuestionarios validados. Se midieron la altura y el peso de los niños y se repitieron los cuestionarios y las mediciones dos años después.
Los autores encontraron que la ingesta de pescado de acuerdo con las directrices (2-3 veces por semana) se vinculó con una mejor autoestima y no tener problemas emocionales y de pares. Se descubrió que las asociaciones iban en ambas direcciones; un mejor bienestar se asoció con el consumo de frutas y verduras, azúcar y grasa de acuerdo con las directrices dietéticas y una mejor autoestima se relacionó con la ingesta de azúcar de acuerdo con las directrices.
Igualmente, las buenas relaciones con los padres se vincularon con el consumo de frutas y verduras de acuerdo con las pautas y menos problemas emocionales se asociaron con la ingesta de grasa según las directrices. También se detectaron menos problemas de pares ligados al consumo de frutas y verduras de acuerdo con las directrices.
Los autores advierten que los niños con mala alimentación y bajo bienestar eran más propensos a abandonar el estudio y, por lo tanto, estaban subrepresentados en el seguimiento de dos años, lo que complica las conclusiones acerca de las verdaderas tasas de mala alimentación y bajo bienestar. Como el estudio es de observación y se basa en datos aportados por los padres, no es posible extraer conclusiones sobre la causa y el efecto.
"Las asociaciones que identificamos aquí deben confirmarse en estudios experimentales, incluidos niños con diagnóstico clínico de depresión, ansiedad u otros trastornos del comportamiento, en lugar de bienestar según la información aportada por los padres", concluye Arvidsson.