El cerebro sufre cambios estructurales y funcionales sustanciales durante la adolescencia (10 a 19 años de edad). Algunos de los más relevantes se observan en la corteza prefrontal (PFC), que juega un papel clave en la capacidad de cambiar el control atencional en respuesta a las cambiantes demandas de la tarea. La atención, es una función cognitiva compleja que precede a otras funciones cognitivas altas, como la toma de decisiones, el control de impulsos y el pensamiento estratégico. La prominencia de la PFC en la función cerebral se asocia con una demanda energética muy grande, en particular durante los primeros años de vida. Esta es la base de la creencia de que la adolescencia podría implicar una vulnerabilidad del cerebro a la ingesta dietética.
Los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) son críticos para el desarrollo y la función del cerebro, y su deficiencia puede tener consecuencias funcionales a largo plazo, como deterioro de la memoria, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), depresión o trastornos de ansiedad. El ácido docosahexaenoico (DHA) es el PUFA más abundante en el cerebro. El DHA se acumula rápidamente en la CPF desde el período perinatal hasta los primeros 18 años de vida, con un pequeño aumento después de la segunda década de vida. Esto sugiere que los años de la adolescencia son un período crucial para garantizar una acumulación adecuada de DHA en el PFC.
En la revista European Child & Adolescent Psychiatry se ha publicado un estudio cuyo objetivo ha sido determinar la proporción de ALA y DHA en los glóbulos rojos (RBC), que es un sustituto objetivo y válido de su ingesta dietética a largo plazo. Los resultados del estudio mostraron que proporciones más altas de RBC DHA (que reflejan el consumo de pescado graso) se asociaron con un mejor funcionamiento de la atención. A pesar de las buenas razones para suponer que la ingesta de DHA (o el consumo de su alimento principal, pescado graso) durante la adolescencia podría traducirse en beneficios cerebrales duraderos, la investigación centrada específicamente en el DHA y la función de atención en adolescentes sanos es escasa. Pero, aún así, se observaron beneficios en el rendimiento de la atención después de 12 semanas de comidas a base de pescado graso (3 veces por semana) en comparación con comidas similares con suplementos de omega-3.
En consecuencia, se sugiere que el DHA dietético es importante en la atención selectiva y sostenida y en la detección y resolución de conflictos de estímulos (funcionamiento ejecutivo) en las tareas de atención. Por tanto, existe evidencia sobre los beneficios cerebrales del consumo de pescado graso (la principal fuente de DHA) en relación con el rendimiento cognitivo y una acumulación adecuada de DHA en períodos de la vida en los que el cerebro se está desarrollando o evolucionando, siendo la adolescencia de suma importancia. Pero, aunque parece haber también una relación positiva entre los niveles más altos de ALA en glóbulos rojos y la impulsividad, esta asociación no puede explicarse por factores relacionados con la dieta (es decir, una mayor ingesta de nueces en la dieta).
En general, los resultados sugieren que el DHA dietético está asociado con el desempeño de la atención en adolescentes con un desarrollo típico, específicamente con la atención selectiva y sostenida, y con la detección y resolución de conflictos. Por el contrario, el ALA dietético no se puede asociar con un mejor rendimiento de la atención, aunque los niveles más altos de ALA en los glóbulos rojos parecen tener un efecto positivo sobre la impulsividad. Se necesitan estudios de intervención para determinar la causalidad de estas asociaciones y aclarar aún más los efectos de los PUFA omega-3 más allá del rendimiento cognitivo durante la adolescencia.
Estos hallazgos, están enfocados a ayudar a dar mejor forma a las recomendaciones dietéticas básicas para la población adolescente, a fin de garantizar una ingesta dietética óptima de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 para un desarrollo cerebral saludable. Debemos recordar la importancia de su ingesta por vía exógena durante esta etapa del crecimiento, ya que como hemos descrito anteriormente, en numerosos estudios se ha demostrado una asociación entre su consumo y buen desarrollo cogntivo.