Autor/autores:
Birgit Ludwig, Daniel König, Nestor D. Kapusta...(et.al)
La investigación sobre los métodos de suicidio ha prestado considerable atención a la categorización de estos en dos grandes grupos: métodos “violentos” y “no violentos”. Esta clasificación ha sido ampliamente aceptada en la literatura sobre suicidio, en la cual se agrupan métodos como el ahorcamiento, los disparos y el ahoga...
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La investigación sobre los métodos de suicidio ha prestado considerable atención a la categorización de estos en dos grandes grupos: métodos “violentos” y “no violentos”. Esta clasificación ha sido ampliamente aceptada en la literatura sobre suicidio, en la cual se agrupan métodos como el ahorcamiento, los disparos y el ahogamiento en la categoría de “violentos”, mientras que el envenenamiento suele ser considerado un método “no violento”. Sin embargo, esta distinción dicotómica ha sido raramente cuestionada o refinada desde su introducción, a pesar de la creciente disponibilidad de datos y avances en técnicas de análisis.
Este estudio se propuso desafiar la clasificación convencional, empleando un enfoque de aprendizaje automático basado en análisis de conglomerados, con el fin de explorar posibles patrones más complejos en la elección de métodos de suicidio.
Para ello, se realizó un análisis retrospectivo de una muestra extensa, compuesta por 77. 894 casos de suicidios confirmados oficialmente en Austria entre los años 1970 y 2016. El análisis se centró en los cinco métodos de suicidio más comunes, aplicando un modelo de agrupamiento jerárquico basado en una métrica de distancia que evaluó las distribuciones de suicidios según variables como el grupo de edad y el mes del año. El objetivo era identificar subgrupos o patrones que pudieran desafiar la clasificación tradicional y ofrecer un entendimiento más matizado de los métodos de suicidio.
Los resultados del análisis de conglomerados sugieren que el envenenamiento se distingue de los métodos clasificados como “violentos” en ambos géneros. Dentro de los métodos violentos, se observaron subgrupos específicos: en la muestra total y en los hombres, el ahorcamiento, los disparos y el ahogamiento formaron un grupo, mientras que los saltos se destacaron como un subgrupo aparte. En la muestra femenina, el análisis reveló un patrón ligeramente diferente, agrupando el ahorcamiento y el ahogamiento en un primer conjunto, y el envenenamiento, los disparos y los saltos en otro.
Este estudio epidemiológico de gran escala confirma, en general, la dicotomía tradicional entre métodos “violentos” y “no violentos”, pero también sugiere que, dentro de los métodos violentos, es posible realizar una subcategorización más detallada.
Además, el patrón diferenciado observado en las mujeres sugiere que la elección de método de suicidio puede estar influenciada por factores específicos de género, lo cual destaca la necesidad de enfoques diferenciados en el estudio y la prevención del suicidio.
La identificación de estos “fenotipos de suicidio” refinados podría ser crucial para el desarrollo de estrategias de prevención más eficaces y personalizadas, que tomen en cuenta tanto las diferencias en los patrones de elección de método como las posibles motivaciones subyacentes a estos actos.
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