Las dificultades para comprender las señales faciales de la comunicación social, incluidas la identidad facial y las expresiones emocionales, se han formulado como hipótesis durante muchos años en el trastorno del espectro autista (TEA). Se piensa que estas dificultades impiden la comunicación e interacción social, que, en combinación con un patr&oa...
Las dificultades para comprender las señales faciales de la comunicación social, incluidas la identidad facial y las expresiones emocionales, se han formulado como hipótesis durante muchos años en el trastorno del espectro autista (TEA). Se piensa que estas dificultades impiden la comunicación e interacción social, que, en combinación con un patrón de intereses e intereses restringidos y repetitivos, constituyen los síntomas centrales de la TEA (1). Muchos estudios conductuales han investigado las deficiencias en el procesamiento facial en el TEA, y las revisiones recientes concluyen que existen diferencias cuantitativas y cualitativas en comparación con los individuos neurotípicos (2,3).
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