Autor/autores:
Susan H. Spence ,David Lorenzo y Esteban R. Zubrick
Este artículo examina si los adolescentes pueden categorizarse de manera confiable en subgrupos en función de sus patrones de niveles de ansiedad a lo largo del tiempo y si los bajos niveles de apoyo social de los padres, los compañeros y la escuela, y los altos niveles de victimización entre compañeros, predicen un patrón de aumento de la ansiedad. Los p...
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Este artículo examina si los adolescentes pueden categorizarse de manera confiable en subgrupos en función de sus patrones de niveles de ansiedad a lo largo del tiempo y si los bajos niveles de apoyo social de los padres, los compañeros y la escuela, y los altos niveles de victimización entre compañeros, predicen un patrón de aumento de la ansiedad.
Los participantes fueron 3392 jóvenes del estudio longitudinal de Niños de Australia (LSAC). La ansiedad informada por los jóvenes se midió en tres ocasiones a las edades de 12/13 años, 14/15 años y 16/17 años, y se evaluó el apoyo social y la victimización a los 12/13 años.
Las trayectorias de ansiedad se identificaron utilizando un modelo de mezcla de crecimiento de clases latentes, y los predictores de pertenencia a una clase se examinaron mediante análisis de regresión logística multinomial. Se identificaron tres clases discretas de trayectorias de ansiedad.
La mayoría de los jóvenes cayeron dentro de una clase de síntomas de ansiedad estable-baja (89, 5 % hombres; 78, 2 % mujeres), con porcentajes más pequeños en aumento bajo (5, 6 % hombres, 14, 4 % mujeres) o alta disminución (4, 9 % hombres; 7, 4 % mujeres) clases El bajo apoyo de los padres y maestros, el bajo sentido de pertenencia a la escuela y la alta victimización entre compañeros predijeron la pertenencia a la clase de trayectoria de ansiedad de bajo aumento, independientemente del género.
El apoyo social no moderó el efecto de la victimización entre pares sobre el riesgo de desarrollar ansiedad, y la victimización entre pares siguió siendo un factor de riesgo incluso cuando los adolescentes experimentaron un buen apoyo social de los padres, los compañeros y la escuela.
Los hallazgos resaltan la necesidad de realizar exámenes de detección en la adolescencia temprana para identificar a aquellos que experimentan un bajo apoyo social y una alta victimización entre compañeros y, por lo tanto, tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de ansiedad.
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