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La irritabilidad puede definirse como una mayor propensión a la rabia, en relación con los compañeros. Desde el punto de vista clínico, se manifiesta como ataques de rabietas inadecuadas para el desarrollo y un estado de ánimo huraño y gruñón; es decir, comprende componentes tanto conductuales como afectivos. Los constructos relacionados son la desregulación afectiva, que es más general que la irritabilidad, y la agresividad, que comprende sólo manifestaciones conductuales. La propensión a la rabia tiene una trayectoria de desarrollo definida, alcanzando su máximo en el periodo escolar y disminuyendo a partir de entonces, con un incremento moderado durante la adolescencia1 . La irritabilidad es un motivo frecuente de evaluación de la salud mental en niños, y la irritabilidad pediátrica se asocia a alteraciones concomitantes y futuras. En la década de 1990, investigadores estadounidenses señalaron que el trastorno bipolar pediátrico no se manifiesta por episodios maniacos distintivos como en los adultos, sino más bien como irritabilidad crónica grave. Sin embargo, análisis a posteriori de estudios epidemiológicos revelaron relaciones entre la irritabilidad pediátrica y el riesgo de ansiedad y depresión subsiguientes, pero no para el trastorno bipolar2 . Asimismo, en estudios que comparan las dos dimensiones del trastorno por oposición desafiante (ODD) (es decir, irritabilidad y conducta obstinada), la irritabilidad predice ansiedad y depresión subsiguientes, en tanto que la conducta obstinada predice trastorno por déficit de atención con hiperactividad (ADHD) y trastorno de la conducta2 . En consecuencia, el diagnóstico de trastorno bipolar se ha de reservar para niños y adolescentes (y adultos) con episodios maniacos distintivos, más que irritabilidad crónica. Estudios genéticamente informativos vinculan la irritabilidad y la depresión3 . Estudios en gemelos documentan que las relaciones longitudinales entre irritabilidad y ansiedad y depresión tienen un componente genético. Estos estudios también revelan que la herencia de la irritabilidad es de aproximadamente 40%- 60% similar a la ansiedad o la depresión unipolar. La irritabilidad es un criterio diagnóstico de múltiples trastornos en niños y adolescentes, tales como trastornos por ansiedad, trastorno depresivo mayor y ODD. También es común en niños y adolescentes con ADHD, trastorno bipolar, trastorno de la conducta y autismo. Sin embargo, en los niños y adolescentes, la validez y utilidad clínica de una categoría diagnóstica caracterizada principalmente por irritabilidad, sigue siendo una interrogante importante sin respuesta. Desde el punto de vista histórico, esta categoría ha sido ODD, que se conceptúa como un trastorno de conducta desorganizada. Sin embargo, el ODD consiste en dos dimensiones, de las cuales sólo una, la irritabilidad, tiene relaciones longitudinales mediadas genéticamente con la depresión y la ansiedad. Asimismo, la irritabilidad grave tiene importantes relaciones transversales con los trastornos por ansiedad. Estas consideraciones cuestionan lo apropiado de combinar manifestaciones de irritabilidad y obstinación en un trastorno y de clasificar un diagnóstico caracterizado principalmente por irritabilidad, como un trastorno de conducta desorganizada, exteriorizante, en vez de un trastorno afectivo..
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