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Se descubre porque el consumo de cannabis incrementa el apetito lo que abre una vía a nuevas estrategias en el tratamiento de los trastornos alimentarios.

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Noticia | Fecha de publicación: 28/05/2010
Artículo revisado por nuestra redacción

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV) y la Universidad de Burdeos (Francia) ha desvelado cuáles son las neuronas que provocan un aumento del apetito al entrar en contacto con las sustancias del cannabis. La principal sustancia psicoactiva del cannabis, el tetrahidrocannabinol (THC), estimula el apetito a través del receptor de cannabinoides 'CB1', per...



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Un estudio realizado por investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV) y la Universidad de Burdeos (Francia) ha desvelado cuáles son las neuronas que provocan un aumento del apetito al entrar en contacto con las sustancias del cannabis.



La principal sustancia psicoactiva del cannabis, el tetrahidrocannabinol (THC), estimula el apetito a través del receptor de cannabinoides 'CB1', pero, según ha descubierto la investigación, en función de la dosis de THC, se pueden provocar efectos contrarios, es decir, o aumentar o disminuir el apetito.



En concreto, el equipo de científicos ha utilizado una combinación de técnicas genéticas, farmacológicas y anatómicas en ratones para demostrar que, a dosis bajas, el THC aumenta el apetito, pero a dosis altas lo disminuye.



Ello es debido a que el THC actúa sobre los receptores de cannabinoides 'CB1' expresados en dos tipos de neuronas, las neuronas glutamatérgicas, neuronas excitadoras de origen cortical localizadas en las partes superiores del cerebro, y las neuronas inhibidoras GABAérgicas del estriado ventral, ubicadas en zonas profundas del cerebro.



Según los resultados del estudio, a dosis bajas el THC aumenta el apetito, porque actúa sobre receptores 'CB1' distribuidos en neuronas excitadoras; mientras que a dosis altas el efecto es el opuesto: disminuye el apetito, ya que actúa sobre 'CB1' situados en neuronas inhibidoras.



El conocimiento de estos mecanismos abre "esperanzadores horizontes" en el diseño de nuevas estrategias en el tratamiento de los desórdenes alimentarios, señalan los investigadores. "Si se pudiera actuar separadamente sobre las dos poblaciones neuronales, seríamos capaces de intervenir en determinadas enfermedades como la anorexia o la obesidad", explican los autores.

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