Cannabis y salud cerebral: ¿Qué sigue para los estudios de cohortes de desarrollo?

Autor/autores: Patricia J. Conrod

El cannabis es la tercera sustancia psicoactiva más consumida después del alcohol y el tabaco. Aunque comúnmente se percibe como una sustancia relativamente segura, los riesgos para la salud del consumo de cannabis siguen siendo poco conocidos. Las políticas de drogas históricas que criminalizaron a los consumidores de cannabis han dificultado que los investigado...

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El cannabis es la tercera sustancia psicoactiva más consumida después del alcohol y el tabaco. Aunque comúnmente se percibe como una sustancia relativamente segura, los riesgos para la salud del consumo de cannabis siguen siendo poco conocidos. Las políticas de drogas históricas que criminalizaron a los consumidores de cannabis han dificultado que los investigadores estudien el impacto del cannabis en los resultados de salud.

Uno de los resultados más importantes de la regulación legal del alcohol y el tabaco ha sido el desarrollo de unidades y medidas de consumo estandarizadas, que se utilizan de manera confiable en la investigación, la práctica clínica y las políticas regulatorias para cuantificar las conductas adictivas y la exposición a las drogas.

La falta de tales unidades estandarizadas para el consumo de cannabis es una de las razones por las que la literatura científica sobre el cannabis y la salud del cerebro está cargada de efectos inconsistentes y marginales.

Establecer la causalidad en la ciencia implica múltiples niveles de investigación y ningún estudio por sí solo puede reclamar una prueba definitiva. Solo un cuerpo de literatura, cuando se considera de manera sistemática y exhaustiva, puede señalar una relación causal entre dos fenómenos complejos como el consumo crónico de cannabis y la salud del cerebro.

Meier et al. proporcionan un conjunto convincente de hallazgos que indican una sólida relación entre el consumo intenso y persistente de cannabis y el deterioro del funcionamiento cognitivo.

Este estudio ofrece una contribución significativa al evaluar la magnitud de la relación entre el cannabis y el funcionamiento cognitivo y muestra que el vínculo entre el cannabis y la cognición, aunque sutil desde la perspectiva de la edad adulta media, se compara con el informado para los consumidores adolescentes de cannabis, particularmente en el sentido de que se demostró que el cannabis tiene un impacto específico y potencialmente mayor en el funcionamiento cognitivo que el alcohol y el tabaco.

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