El trastorno límite de la personalidad es una patología caracterizada por tener una base de temor al abandono y a la soledad constante en las relaciones con los demás, presentan una labilidad emocional que fluctúa de forma constante sin tener la sensación de control o gestión de sus reacciones. En este espectro se sitúan la presencia de conductas destructivas que pueden caracterizarse por la presencia de conductas adictivas o autolesiones entre otras cuya finalidad sería calmar o minimizar las sensaciones internas de angustia, tristeza o enfado por no poder conseguir los objetivos establecidos. En general presentan una alta intolerancia a la frustración por no poder manejar las emociones que se manifiestan en estas situaciones.
Los criterios diagnósticos psiquiátricos establecen que el TLP es un Patrón dominante de inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos, e impulsividad intensa, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos
siguientes:
-Esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginario
-Relaciones interpersonales inestables
-Alteración de la identidad de la autoimagen y del sentido del Yo.
-Impulsividad en varias áreas de la vida que son autodestructivas
-Comportamiento o amenazas de suicidio
-Inestabilidad afectiva
-Sensacion crónica de vacío
-Enfado inapropiado e intenso
-Ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés.
Existe una alta comorbilidad con otras patologías que estarían relacionadas con los rasgos anteriores, como, por ejemplo, trastorno del control de los impulsos, trastornos de alimentación, consumo de sustancias, depresión o trastornos disociativos entre otros.
ORIGENES DEL TLP
Joel Paris, planteo un modelo biopsicosocial para explicar el origen del trastorno. Comenta como la parte biológica caracterizada por el temperamento del niño y la presencia de factores ambientales y sociales como traumas, muertes o desatención, pueden hacer que los rasgos límite se puedan convertir en patológicos. Las relaciones de apego en la infancia, serían estos factores ambientales que podrían determinar la evolución de una vulnerabilidad a un cambio en la estructura de la personalidad.
Entre las relaciones de apego más sensibles al desarrollo del TLP, se encontrarían los que están más próximos a la desregulación, la desconexión y la invalidación de los niños. Padres que no pueden regular las emociones de sus hijos, que no conectan con sus necesidades y no pueden validar la expresión o la vivencia de una emoción determinada.
El apego desorganizado caracterizado por la ambivalencia en cuanto a la forma en la que se muestra el progenitor, en ocasiones cercano y en otras atemorizante, puede explicar la dificultad de integrar en el niño a una misma figura con tales antagónicas manifestaciones, necesita disociarlas y almacenarlas en compartimentos separados de su Yo. De ahí que en la edad adulta las relaciones con los demás oscilen de la idealización intentando evitar el rechazo estando hiperalerta e hipervigilante a cualquier disparador por parte de los demás, y la devaluación, que explicaría los conflictos interpersonales constantes.
Aunque la prevalencia de trauma en la infancia (https://www. elpradopsicologos.es/traumas/ infantiles/) es alta en todos los trastornos de personalidad, la relación parece más fuerte con el TLP. Suelen presentar disociaciones y partes de la personalidad representada en formas de actuación y emociones distintas, pudiendo manifestar interiormente la variabilidad e incoherencia del trato en la infancia por parte de sus cuidadores. Presentan una representación de Yo fragmentada que queda a merced de las necesidades de supervivencia de cada parte de la personalidad.
El autocuidado es prácticamente inexistente y queda representado en cómo los cuidadores principales les cuidaron y atendieron a sus necesidades de regulación, conexión emocional o el fomento de la exploración de su entorno y con ellos mismos.
Ha habido un fallo por parte de los progenitores a la hora de mirar y darse cuenta de sus necesidades, y los niños han aprendido a relacionarse con ellos mismos de forma similar.
Existen factores de protección en la infancia que han podido cambiar o mejorar la evolución de su trastorno, como, por ejemplo, haber tenido otras figuras de apego que les hubieran aportado mayor seguridad en el vínculo. Pudiendo ser adultos funcionalmente sin patologías evidentes, pero que en el área de las relaciones personales pudieran mantener relaciones caóticas y destructivas.
TRATAMIENTOS DEL TLP
En los últimos años, han ido surgiendo terapias específicas para abordar parte de los síntomas y el trastorno límite de la personalidad en su globalidad.
Cuando se realiza la evaluación de los pacientes es importante diagnosticar el nivel de interferencia y afectación del trastorno a su vida diaria, pero por lo general la utilización de fármacos, ayuda a mejorar a corto plazo la funcionalidad del paciente.
Entre las terapias psicológicas que están demostrando mayor éxito en sus intervenciones se encuentra la terapia dialéctica conductual, la mentalización y el EMDR.
La terapia dialéctica conductual es un tratamiento especialmente indicado para tratar los síntomas de impulsividad e inestabilidad emocional que se materializan en actos suicidas o parasuicidas. La idea fundamental en la que se basa dicha terapia es en crear a través de la relación terapéutica un clima de validación y aceptación, aspectos que no han podido tener en su familia de origen para poder regular y gestionar las emociones desde un punto de vista más reflexivo.
La mentalización continuaría con la línea de intervención anterior, aportando conocimientos que ayuden a mejorar el pensamiento concreto- obsesivo y el razonamiento emocional a través del cual obtienen sus conclusiones e hipótesis en la relación con los demás.
El EMDR (eye movement desensibilitation and reprocessing) es una técnica basada en la estimulación bilateral de los dos hemisferios cerebrales para conseguir un reprocesamiento de las situaciones traumáticas y así integrarlas de nuevo de una forma más adaptativa y menos traumática. Como comenté con anterioridad, el TLP presenta en sus orígenes en general, relaciones de apego disfuncionales y traumáticas, por lo que la intervención con estimulación bilateral en cada una de aquellas experiencias, mejora y ayuda a disminuir el rechazo intra e interpersonal, consiguiendo una estructura más sólida del Yo.
El prado psicologos
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