Recientemente la interacción entre las funciones cerebrales y el tracto digestivo se ha convertido en un tema de creciente interés en las investigaciones psiquiátricas.
Estas interacciones multidireccionales tienen lugar en el llamado eje del intestino-cerebro, más concretamente en el eje microbiota-intestino-cerebro.
El tracto digestivo es el órgano inmune más grande del cuerpo humano y con la mayor superficie de contacto con el exterior.
La mucosa intestinal ejerce las funciones de inmunidad adaptativa ya que su sistema inmune tiene la capacidad de responder a una infinidad de antígenos, pero también existe la inmunidad innata que es el reconocimiento de determinados antígenos, y que es heredada filogenéticamente desde las plantas hasta los vertebrados. Estos antígenos se han llamado patrones moleculares asociados a patógenos (PMAP) que incluyen lípidos, lipopolisacáridos (LPS) y lipoproteínas. Los PMAP son reconocidos por los receptores de reconocimiento de patrones. La interacción entre estos y los PMAP induce la producción de citocinas e interferones.
Si la reacción del cuerpo a varios factores estresantes es relativamente uniforme, ya sean factores de estrés psicológico o físico, también lo es la activación del sistema inmune que produce una respuesta inflamatoria a través de un nivel elevado de citoquinas proinflamatorias, y el tráfico de células inmunitarias entre la sangre y los tejidos.
El estrés psicológico se percibe principalmente como la sensación de miedo, amenaza, ira, frustración, odio, inseguridad, abandono e imprevisibilidad. Sin embargo, el estrés para el organismo humano tiene un significado mucho más amplio. La inflamación, las infecciones virales, bacterianas o parasitarias, las lesiones, la exposición a diversas toxinas, la radiación, el estrés oxidativo y el entrenamiento físico excesivo también son reconocidos como estrés por el organismo humano.
En consecuencia, el estrés es una influencia en la permeabilidad intestinal lo que a menudo se manifiesta como un factor precipitante de un posible primer episodio, una reaparición y/o un deterioro de algunos de los síntomas en los diversos trastornos psiquiátricos.
Existen varios mecanismos para determinar cómo el aumento de la permeabilidad intestinal y los antígenos derivados del intestino, pueden tener consecuencias inmunológicas en el cerebro y el comportamiento. La medición de estos mecanismos podría servir como biomarcadores del eje del intestino-cerebro y también podrían tener un valor muy significativo para un enfoque terapéutico más amplio.
Los fascinantes descubrimientos recientes de las complejidades microbianas y psiconeuroinmunes del eje microbiota-intestino-cerebro, nos permiten retroceder unos pocos pasos para obtener otra visión más amplia del papel del tracto digestivo en los trastornos inflamatorios, autoinmunes, así como en los numerosos trastornos psiquiátricos como la depresión mayor, la esquizofrenia, el autismo u el trastorno bipolar.
Os dejamos aquí el enlace al artículo original
Nutrición Médica
Relación del eje intestino-cerebro con la aparición de trastornos mentales en la infancia
María Suárez Gómez et. al
Fecha Publicación: 20/05/2024
Psicoeducacion para mejorar la adherencia a la nutricion adecuada para un buen funcionamiento intestinal
Aurora Suárez Gomez et. al
Fecha Publicación: 20/05/2024
Complicaciones obstétricas y neuroimagen en esquizofrenia y primeros episodios psicóticos
Ana Costas Carrera
Fecha Publicación: 20/05/2024
Intervenciones para potenciar la reserva cognitiva
Brisa Solé
Fecha Publicación: 20/05/2024
El abordaje de la sintomatología negativa en psicosis incipiente a través de la activación conductual
Aarón Argudo Palacios
Fecha Publicación: 20/05/2024
Esquizofrenia: investigación del funcionamiento cognitivo y habilidades de la vida diaria
Omneia Sadek El-Shahat
Fecha Publicación: 20/05/2024