“Si quieres poder soportar la vida, debes estar dispuesto a aceptar la muerte” Sigmund Freud
El duelo, concebido como un conjunto fenomenológico de actitudes, conductas y sentimientos ante la pérdida de un objeto amado, se comporta en distintas formas según la etapa de desarrollo en la que estén las personas.
Desde la teoría y mi experiencia profesional en el caso particular de la adolescencia, las reacciones ante el duelo, del adolescente por su nivel cognitivo y de madurez socio-afectiva tienden a ser diferentes de lo que comúnmente se espera en momentos de tristeza y pérdida, en algunos casos y con distintos niveles de severidad podemos observar aislamiento social, apatía, desinterés, incluso evitación o rechazo a participar en los rituales funerarios, también en algunos casos más extremos, no tan frecuentes, pueden presentarse conductas de alto riesgo, tales como: consumo de sustancias psicoactivas, promiscuidad, autolesiones, etc. y que podrían confundirse con rebeldía e indiferencia, pero que tienen más que ver con la capacidad y madurez emocional para afrontar pérdidas afectivas significativas, reconocer y elaborar dichas emociones en forma apropiada. Cuando los niños entran en la adolescencia, empiezan a entender que todos los seres humanos finalmente mueren, independientemente de su categoría, su comportamiento, sus deseos o lo que sea que intenten hacer.
A medida que evolucione la comprensión de la muerte de sus hijos adolescentes, de manera natural surgirán en ellos preguntas sobre la mortalidad y la vulnerabilidad. Por ejemplo, si un amigo de 16 años muere en un accidente automovilístico, es posible que su hijo adolescente sienta miedo de conducir o incluso de ir en auto durante un rato. La mejor manera de responder a esto es ser empáticos y enfatizar que ante un accidente es normal al principio reaccionar así pero también será un buen momento para recordar a su hijo lo que debe hacer para no correr peligros, como no subir nunca en un auto cuando el conductor haya bebido o usar el cinturón de seguridad.
Los adolescentes tienden a preguntar sobre el sentido de la muerte a alguien que esté cercano a ellos. Un adolescente que pregunta por qué alguien tiene que morir probablemente no está buscando respuestas literales, sino empezando a explorar la idea del sentido de la vida. Los adolescentes también tienden a experimentar cierta culpa, especialmente si muere alguno de sus amigos, y así preguntarse por qué le tocó a él y a mi no. Sea lo que sea lo que sienta su hijo(a) adolescente, lo mejor que puede hacer es alentarlo a que exprese y comparta su dolor.
Cuando fallecen los abuelos y en general ante pérdidas significativas para el joven muchas veces el adolescente, aunque sufra intensas emociones, no las comparte con nadie. Posiblemente porque se siente de alguna manera, presionado a comportarse como si se las arreglara mejor de lo que realmente lo hace. Después del fallecimiento de su padre, su madre o de su hermano/a, se le puede pedir "ser fuerte" delante del otro padre o de los hermanos más pequeños. Se espera que sostenga a otros, cuando no sabe si será capaz de sobrevivir a su propio dolor.
Aunque no lo demuestren, es natural que el adolescente sienta mucha rabia, miedo, impotencia... y que se pregunte el por qué y para qué vivir. Los adolescentes perciben la muerte como algo que les hace "diferentes" y temen, que si expresan su dolor públicamente, pueda interpretarse como una señal de debilidad. Otras veces pueden reaccionar con una aparente indiferencia, que no es más que su manera de defenderse de los sentimientos abandono. Esta indiferencia no significa que no les importa y debemos evitar culpabilizarles por su actitud. Este tipo de conflictos puede tener como resultado que el adolescente termine por renunciar a vivir su propio duelo (duelo aplazado o congelado).
¿Es correcto llevar a los niños o jóvenes a los funerales? Depende de usted y de su hijo(a). Es bueno dejarlos que participen en cualquier ritual de duelo, si ellos quieren hacerlo. Antes que nada, explíqueles lo que ocurre en un funeral o entierro y ofrézcales la posibilidad de que ellos decidan si quieren ir.
Hábleles sobre sus creencias sobre la muerte y explíqueles el sentido de los rituales de duelo que realicen usted y su familia.
Si le parece que su propio dolor puede impedirle ayudar a su hijo(a) en este momento difícil, pida a un amigo(a) o un familiar que cuide a su hijo(a) mientras dura la ceremonia. Elija a alguien que sea del agrado de usted y de su hijo(a) y en quien ambos confíen, alguien a quien no importe abandonar la ceremonia si su hijo(a) lo desea.
Un adolescente quizá se muestre enojado y se sienta más cómodo sincerándose con sus amigos. Cualquier que sea la reacción que tengan sus hijos, no lo tome como algo personal hacia usted. Recuerde que aprender a enfrentar la pérdida de un ser querido es igual que enfrentar cualquier otra situación física, mental o emocional, requiere un proceso, es decir implica tiempo y paciencia. Sobretodo confiar en que será capaz de recuperarse, aceptar y reanudar su vida luego de un tiempo.
Sin embargo, esté pendiente de si sus hijos muestran algún signo de que necesitan ayuda para hacer frente a la pérdida. Si el comportamiento de su hijo(a) cambia radicalmente -por ejemplo, si su hijo normalmente es un niño sociable que se entiende fácilmente con la gente y de golpe se muestra enfadado, reservado o demasiado ansioso; o si en la escuela pasa de sacar buenas notas a sacar claramente malas notas- busque ayuda.
Puede consultar con un médico, con el psicólogo de la escuela o con alguna organización que ofrezca atención psicológica para que les oriente y le aconseje. También puede buscar asesoramiento en libros, páginas webs, grupos de apoyo y otros recursos que ayudan a las personas en situaciones de duelo.
No dude en pedir ayuda si ud. considera que su manejo sobrepasa su capacidad y recursos emocionales para atender y apoyar a su hijo.
Signos que indican que un adolescente necesita más ayuda
Como hemos visto, son varios los motivos que determinan que el duelo en el adolescente sea más difícil. Algunos adolescentes pueden mostrar un comportamiento inadecuado o preocupante que puede alarmar a su familia.
Vigilar los siguientes comportamientos:
- Negación del dolor y alardes de fuerza y madurez
- Síntomas de depresión, dificultades para dormir, impaciencia, baja autoestima.
- Fracaso escolar o indiferencia hacia las actividades extraescolares.
- Deterioro de las relaciones familiares o con los amigos.
- Mencionar el suicidio como posibilidad de reencuentro con la persona fallecida.
- Conductas de riesgo: abuso del alcohol y otras drogas, peleas, relaciones sexuales sin medidas preventivas…
Por: Psicóloga Rosalynn Herrera
Asesora familiar y escolar. Psicoterapeuta
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