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LiterariaMENTE: conversaciones sobre literatura y salud mental

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Segundo encuentro entre Guillermo Lahera y Elvira Lindo:

Autor/autores: Literariamente: Literatura y salud mental
Fecha Publicación: 10/09/2024
Área temática: Psiquiatría general , Psicología general , Salud mental .

«Literariamente: miradas literarias hacia la salud mental» es una iniciativa innovadora que une la literatura y la sensibilización y promoción de la salud mental. Esta propuesta se desarrolla en la emblemática Librería Rafael Alberti de Madrid, ofreciendo un punto de encuentro entre escritores, profesionales de la salud y amantes de la literatura.

El objetivo de «Literariamente» es abordar el sufrimiento desde una perspectiva más humana mediante diálogos enriquecedores que exploran el potencial terapéutico de la literatura. https://www.fundacionmanantial.org/literariamente-miradas-literarias-hacia-la-salud-mental/

Este 2024 se celebra el segundo ciclo. Los organizadores son la librería Alberti, el Hospital Ramón y Cajal, la Fundación Manantial y cuenta con el patrocinio de Lundbeck.
El 14 de mayo hemos disfrutado del segundo encuentro entre el psiquiatra Guillermo Lahera Forteza y la escritora Elvira Lindo https://www.youtube.com/watch?v=mT2ZwHyTn9s
Guillermo comenzó hablando de lo conmovedor que le resultó el libro En la boca del lobo de Elvira, por el tratamiento tan sensible que hace del sufrimiento humano.


La protagonista es una niña a la que se observan comportamientos inusuales. A lo largo del libro, aparecen personajes femeninos que nos ayudan a entenderla mejor. Refirió la importancia de abordar el trauma en la literatura, ya que en el ámbito profesional es común identificarlo como clave en el desarrollo de la psicopatología. Elvira dijo que el comportamiento humano le ha interesado siempre. Comentó que siempre había tenido curiosidad en saber lo que sucede en el interior de las personas y que no era la primera vez que trataba el abuso en su literatura. Ya lo hizo en su libro Algo más inesperado que la muerte. En el caso de En la boca del lobo, quería acercarse a esa niña como cree que se ha acercado a otros asuntos de la vida real. Por una parte, le causaba miedo ya que vivimos en una época muy exhibicionista. “Cuando se cuentan cosas relacionadas con el trauma, parece que hay que dar detalles”, decía. Ella no lo quiso hacer en esta novela. “Los hechos están en nuestra cabeza, no hace falta contarlos con detalle”, aseguraba.


El lector puede intuir las cosas que ocurren y que vulneran la inocencia de la protagonista, dijo.
Comentó que el libro estaba basado en conversaciones con amigas que habían sufrido abuso de niñas y que le sirvieron para observar cómo había sido la marca del trauma a lo largo de los años.
Guillermo estaba de acuerdo en que el lenguaje psicológico se ha popularizado tanto que, a veces, no sabemos lo que significan realmente las cosas. “La vida son contrariedades y conflictos, pero no traumas”, aseguraba y se remitía a un artículo de El País donde habla de ello: https://elpais.com/salud-y-bienestar/2023-08-25/en-salud-mental-es-lo-mismo-vivir-un-
trauma-que-una-adversidad.html


El trauma, explicaba, es algo que se sale de lo que uno espera encontrar en la vida ya que pone en peligro tu integridad psíquica o física y es vivido con indefensión. Hay muchas adversidades que son desafíos, pero no son no traumáticas. Esto
puede sonar molesto a mucha gente hoy en día, asegura, porque vivimos una hipertrofia de la subjetividad que es un rasgo de esta época.
Elvira dijo que, para un escritor, leer artículos como los de Guillermo era importantísimo, ya que los escritores no son expertos en salud mental, sino que sólo tienen la capacidad de observar. Guillermo continuó explicando cómo hemos vencido el estigma
asociado a algunos problemas de salud mental como la depresión o la ansiedad, pero todavía
quedaba mucho camino por recorrer para poder decir abiertamente que uno tiene una enfermedad mental como, por ejemplo, la esquizofrenia. El 8 por ciento de la población noaparece en la conversación pública y no tiene voz, aseguraba. Afirmaba que hay que priorizar a los más vulnerables y no a lo que está de moda.


Refería que las necesidades de estas personas no son tan escuchadas y que no interesa tanto hablar de ellos, manteniendo aún un estigma doloroso. Sobre la divulgación en salud mental, comentó que a profesionales como a él les motivaba aportar información sobre las enfermedades mentales que puedan ayudar a entender mejor el comportamiento humano. Pero de lo que sí huye como profesional es de recetar fórmulas como dar secretos para vivir mejor. Ponerse a hablar de ello le parece una
impostura, aseguraba.
Elvira continuó hablando de la importancia de la comunidad ya que juega un papel fundamental en la inclusión social y en la recuperación de las personas con problemas de salud mental. Se refería, como ejemplo, a una persona que observó en El Puerto de Santa María con un comportamiento peculiar por la calle, pero a la que todo el mundo sonreía y llamaba por su nombre. Guillermo asentía y resaltaba lo esencial de contar con una escucha sincera por parte de los profesionales de salud mental, de las personas cercanas y de la comunidad en los momentos de mayor sufrimiento. Decía que uno de los mayores peligros de la sociedad actual es que se siga reforzando el individualismo.
Guillermo continuó hablando de la importancia de que los tratamientos en salud mental sean integrales y personalizados, y que en los casos de mayor gravedad hay que incorporar la psicoterapia y la medicación como opciones no excluyentes. En los últimos años de investigación en psicoterapia, aseguraba, se ha concluido que no importa tanto el modelo
psicoterapéutico sino los factores comunes a todas las terapias. Para él, esto sería interesante que se sacara de la consulta y se extrapolara a la sociedad. Por ejemplo, personajes como la Emma del libro encarna esta función sanadora. “Las personas podemos ayudar sin ser psicólogos o psiquiatras. Podemos cambiar nuestra manera de relacionarnos hacia algo más
sanador. La clave de la psicoterapia no es la palabra sino ver a quien tenemos delante, mirar su mundo interior”, aseguraba. “Ser visto por el otro, en la consulta, en la familia y en el barrio permite abordar entender mejor sufrimiento y normalizar la diversidad”, concluía.
Elvira explicaba que quiso hacer una fábula en su libro En la boca del lobo que permitiera convertir en literatura aspectos dolorosos. Eligió un final de la novela con esperanza porque sabe lo importante de pensar que uno puede salir de algo tan complejo como un trauma. Guillermo estaba de acuerdo en que el libro destilaba esa esperanza que era fundamental para cualquier persona que se pueda sentir identificada. También habló que, desde la teoría del apego, la palabra cuidar es clave para desarrollar una buena mentalización.
La clave es encontrar buenos interlocutores y personas adecuada para contarles lo que te pasa, decía. Resulta aún alarmante que un 13 por ciento de mujeres hayan sufrido abusos.
Comentó con preocupación que existe una transmisión intergeneracional del trauma y que hay personas que tienen tendencia a repetir patrones. Afortunadamente, existen personas que rompen el círculo, como Emma. También se habló de la importancia de que los profesionales creasen un clima de seguridad y de confianza. Sobre la pregunta de Guillermo si el libro podría
ser terapéutico, Elvira comentó que le habían escrito muchas personas. Dice que en las ferias hay momentos de intimidad donde la han confesado que se han emocionado leyendo el libro.


Elvira continúo hablando de que, en su libro, A Corazón abierto contaba la historia de sus padres y que explicaba cómo la debilidad no tenía prestigio en esa época. La generación de sus padres no tuvo la oportunidad de decir que estuvieron tistes. Salieron adelante hacia fuera, no hacia dentro. Ella cree que igual ahora se abusa demasiado de mirarse a uno mismo
en la época actual a la que calificó como vanidosa. Guillermo hablaba de un cambio sociológicoen cuanto a cómo se entiende la vulnerabilidad. “Uno de los excesos del uso de la terapia es abusar de la clave egocéntrica en vez de mirar hacia fuera. Lo que sana es al amor a otro y no el amor a uno mismo”, decía. “Hay personas que buscan que el terapeuta refuerce un relato
de víctima e igual lo terapéutico es lo contrario, cuestionar y dar una dosis de objetividad”, afirmaba.


Terapias, traumas, violencias en la infancia, estigma, comunidad, escucha han sido los temas de reflexión abordados desde la psiquiatría y desde la mirada humana de una escritora a la que le apasiona el comportamiento del ser humano. Elvira terminó hablando de la coincidencia de los dos mundos (la medicina y la literatura) ya que trabajan con el mismo
material, el ser humano, que es un material sensible. También comentaron el poder de conversaciones transversales como estas.
Gracias a Guillermo Lahera Forteza y Elvira por este momento mágico que nos ha permitido como dice Raúl Gómez Gómez, uno de los organizadores del ciclo, “abrir ventanas nada habituales para que corra un aire que nos da la vida”.

Palabras clave: literatura y salud mental


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