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Factores atribucionales de la efectividad psicoterapeutica: un avance de los resultados.

Fecha Publicación: 01/01/2004
Autor/autores: Antonio Romero Moreno

RESUMEN

El presente trabajo es una avance de una investigación mucho más completa encuadrada en la investigación del proceso terapéutico. El objetivo del presente trabajo es analizar la atribución que hacen los psicoterapeutas sobre los factores responsables de la cura en el proceso psicoterapéutico, en el sentido de averiguar si tal responsabilidad atribuida recae sobre las variables específicas de la psicoterapia (en especial, el enfoque y las técnicas utilizadas) o sobre los denominados factores comunes (variables del paciente, del terapeuta y de la relación terapeuta-paciente).

Con este objetivo, y a través de un amplio análisis (descriptivo, de varianzas y factorial) sobre las respuestas de una población de psicoterapeutas a un cuestionario creado ad hoc, se intentará comprobar hasta qué punto las conclusiones a las que ha llegado la investigación de resultados y procesos hasta la fecha (a saber: la psicoterapia ha demostrado ser efectiva; las distintas psicoterapias son similarmente efectivas; la causa de esta equiparable efectividad se debe a lo que tienen en común las psicoterapias y no a lo que las hacen distintas, esto es, se debe a los factores comunes que comparten más que a las variables específicas que las diferencian) han servido para modificar, o no, la opinión generalizada entre los psicoterapeutas de que el principal factor responsable de la cura se debe fundamentalmente a la técnica empleada, entendiéndola como variable específica.

Así, una primera aproximación a los datos permite decir que aunque los psicoterapeutas encuestados se decantan ligeramente por los factores comunes, consideran sin embargo, mayoritaria y significativamente, que los distintos modelos psicoterapéuticos no tienen una efectividad similar.


Palabras clave: Efectividad, Factores atribucionales, Psicoterapia
Tipo de trabajo: Comunicación
Área temática: Psicología general .

Factores atribucionales de la efectividad psicoterapeutica: un avance de los resultados.

Antonio Romero Moreno.

Escuela Universitaria de Estudios Sociales de Jerez
C/Palma, Nº7, 1ºD
C.P 11403
Jerez de la Frontera. Cadiz


(KEYWORDS: Factors attributional, Effectiveness, Psychotherapy.)

página 1
 
[17/2/2004]


Resumen

El presente trabajo es una avance de una investigación mucho más completa encuadrada en la investigación del proceso terapéutico. El objetivo del presente trabajo es analizar la atribución que hacen los psicoterapeutas sobre los factores responsables de la cura en el proceso psicoterapéutico, en el sentido de averiguar si tal responsabilidad atribuida recae sobre las variables específicas de la psicoterapia (en especial, el enfoque y las técnicas utilizadas) o sobre los denominados factores comunes (variables del paciente, del terapeuta y de la relación terapeuta-paciente).

Con este objetivo, y a través de un amplio análisis (descriptivo, de varianzas y factorial) sobre las respuestas de una población de psicoterapeutas a un cuestionario creado ad hoc, se intentará comprobar hasta qué punto las conclusiones a las que ha llegado la investigación de resultados y procesos hasta la fecha (a saber: la psicoterapia ha demostrado ser efectiva; las distintas psicoterapias son similarmente efectivas; la causa de esta equiparable efectividad se debe a lo que tienen en común las psicoterapias y no a lo que las hacen distintas, esto es, se debe a los factores comunes que comparten más que a las variables específicas que las diferencian) han servido para modificar, o no, la opinión generalizada entre los psicoterapeutas de que el principal factor responsable de la cura se debe fundamentalmente a la técnica empleada, entendiéndola como variable específica. Así, una primera aproximación a los datos permite decir que aunque los psicoterapeutas encuestados se decantan ligeramente por los factores comunes, consideran sin embargo, mayoritaria y significativamente, que los distintos modelos psicoterapéuticos no tienen una efectividad similar.

Abstract

This research is an advance of a more complete work fitted in an investigation of the therapeutic process. The aim of this research is to analyze the attribution given by the psychotherapists on the responsible factors of the cure in the psychotherapeutic process when finding out if that fitted responsibility relies on the specific variables of the psychotherapy (especially on the approach and the used techniques) or on the so called common factors (variables of the patient, the therapist and the relation therapist-patient).

With this aim, and through a wide (descriptive, variance and factorial) analysis of a population of psychotherapists to a questionnaire designed ad hoc, we will try to prove if the conclusions obtained in the investigation of the results and the processes up to the moment (i.e., the effectiveness of the psychotherapy has been proved; the different psychotherapies are similarly effective; the cause of this comparable effectiveness are due to the common items of the psychotherapies and not to the items that make them different, i.e., it is due more to the common factors they share than to the specific variables which differentiate them) are useful to modify, or not, the generalized opinion among the psychotherapists that the main responsible factor of the cure is mainly due to the used technique, understanding it as a specific variable. So, a first approach to the data allows us to say that, although the interviewed psychotherapists give a slightly better assessment to the common factors, a majority of them consider however that the different psychotherapies do not have a similar effectiveness.

 

Determinación del problema e hipótesis

Determinación del problema

Como se ha dicho, el presente trabajo pretende determinar la responsabilidad atribuida por los psicoterapeutas a las diferentes variables que intervienen en el proceso terapéutico. Debido a que tradicionalmente se atribuyó a la técnica empleada la responsabilidad principal en el proceso de cura (Critelli y Neuman, 1984), es de esperar que los psicoterapeutas aún mantengan ciertas convicciones sobre la especial relevancia de su técnica como factor determinante en la mejora del paciente (Botella del Cid y Feixas, 1994). No obstante, debido a que los resultados en la investigación sobre la eficacia de la psicoterapia han mostrado que parecen ser las variables compartidas entre las distintas psicoterapias, esto es, las relacionadas con el paciente (expectativa de cura, fe en el terapeuta, etc.), con el terapeuta (empatía mostrada, capacidad de escucha, etc.) y en especial con la interacción terapéutica (alianza terapéutica) las que explicarían un mayor porcentaje del cambio terapéutico (Strupp, 1973; Frank, 1982; Beutler, Crago y Arizmendi, 1986; Greenberg y Pinsof, 1986; Garske y Jay Linn, 1988; Luborsky, Crist-Cristoph, Mintz y Auerbach, 1988; Castillo y Poch, 1991; Lambert, 1992; Feixas y Miró, 1993; Botella y Feixas, 1994; Caro, 1994; Safran, Muran, Samsong, Inck y Santangelo, 1994; entre otros), es interesante comprobar hasta que punto estos resultados han llegado a la comunidad de psicoterapeutas y, aún más importante, hasta qué punto han modificado en estos la creencia tradicional que otorgaba la responsabilidad principal a la técnica empleada derivada de la orientación teórica. De manera que en este trabajo es preciso analizar la responsabilidad sobre la cura que los psicoterapeutas otorgan a las diferentes variables que intervienen en la psicoterapia, y, asimismo, comprobar si determinadas variables del terapeuta pueden incidir en la opinión que muestran al respecto. Nos estamos refiriendo a variables tales como la orientación teórica del terapeuta, su experiencia, etc., que tal vez puedan hacer que tal atribución se realice de forma diferente en psicoterapeutas diferenciados en cuanto a esas variables.

En definitiva, se trata de esclarecer si los psicoterapeutas siguen atribuyendo a las variables especificas (la técnica y el enfoque utilizado) la responsabilidad principal del cambio o si esta atribución ha cambiado a favor de los factores comunes (variables del paciente, del terapeuta y de la interacción terapéutica) en consonancia con los datos aportados por la investigación en psicoterapia en los últimos tiempos.

Hipótesis

H1.- En contra de las principales conclusiones de la investigación del proceso terapéutico realizada hasta el momento, los psicoterapeutas atribuirán a las factores específicos, esto es, a las técnicas y enfoque utilizados, la mayor responsabilidad en la explicación del cambio terapéutico. La relevancia que otorgarán los psicoterapeutas a los factores comunes, esto es, a las variables propias del paciente, del terapeuta y de la relación terapéutica será menor.

H2.- Los psicoterapeutas opinarán en mayor medida que no todos los modelos psicoterapéuticos son similarmente efectivos.

H3.- Aquellos terapeutas que se posicionen a favor de la equivalencia de los diferentes modelos terapéuticos elegirán a los factores comunes como los principales responsables de la cura del paciente.

H4.- Los terapeutas que se posicionan a favor de los factores específicos se decantarán por la no equivalencia en cuanto a efectividad de los diferentes modelos psicoterapéuticos. De igual modo, los terapeutas que consideran a los factores comunes como los mayores responsables de la efectividad del tratamiento, estarán más dispuestos a reconocer la similar efectividad de las distintas psicoterapias.

H5.- Los psicoterapeutas que consideran que los distintos modelos psicoterapéuticos no son similarmente efectivos otorgarán un grado mayor de eficacia al modelo al cual se adscriben.

 

Metodología

Sujetos

Se administraron cuestionarios a la totalidad de psicoterapeutas incluidos en el directorio de Gabinetes de Psicología del Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Occidental (Sevilla, Cádiz, Huelva y Córdoba). Dichos terapeutas difieren en cuanto a sus orientaciones teóricas, grados de experiencia, etc. Del conjunto de psicoterapeutas incluidos en tal directorio, que abarca a un total de 134 terapeutas, un total de 69 sujetos cumplimentaron los cuestionarios tras dos envíos o llamamientos realizados en los meses de Junio de 2002 y Septiembre del mismo año. Los sujetos cumplimentaron los cuestionarios explicándoles los objetivos de la investigación una vez recogidos los mismos.

Procedimiento

El presente trabajo se realiza administrando una encuesta a un conjunto de psicoterapeutas, tal y como hemos dicho. De esta forma, la fuente primaria de esta investigación es la encuesta que constituye una de las técnicas más apropiadas para obtener datos sobre aspectos objetivos y subjetivos (actitudes, opiniones y creencias) de una población, basándonos en la información escrita que proporciona el encuestado.

La composición del cuestionario abarca una amplia variedad de preguntas, todas ellas codificadas y cerradas, posibilitando al sujeto la elección entre diferentes respuestas que se le proponen. Las preguntas de carácter perceptivo se constituyen a través de escalas tipo Likert, mediante las cuales los sujetos se posicionan ante el grado de aceptación o rechazo del ítem propuesto. El cuestionario pasará por una prueba de validez de contenido a través de un Juicio de Expertos y por una prueba de fiabilidad (Alpha de Cronbach).

Partiendo de un diseño cuasi-experimental como es éste, una vez se hayan cumplimentado las encuestas y obtenidos los datos, se obtendrán, en un primer abordamiento, las frecuencias y los estadísticos descriptivos básicos, además de realizar pruebas no paramétricas (pruebas de bondad del ajuste como la X2 para una muestra y la binomial). También se realizarán cruces de contingencia y pruebas de X2 entre aquellas variables que se estimen oportunas, a fin de confirmar o desconfirmar la existencia de relaciones entre las variables cruzadas. A un nivel más profundo, se realizarán análisis de varianzas de un factor (con comparaciones a posteriori y planeadas) realizando, en aquellos casos en los que se pretenda analizar si existen diferencias significativas en la valoración de las variables psicoterapéuticas, contrastes de medias tanto para muestras independientes como relacionadas. De igual forma, se realizará un diseño factorial como forma de aglutinar las variables psicoterapéuticas analizadas en determinados factores.

 

Diseño del instrumento de recogida de datos

- Validez de contenido

Era nuestra intención garantizar la validez de contenido de las variables que en la literatura sobre investigación psicoterapéutica se han descrito como posibles interventoras en la obtención del cambio terapéutico en el paciente. Ya que nuestra intención es construir un cuestionario en el que a una población de psicoterapeutas se les cuestione acerca de dichas variables, era necesario delimitar, de entre las que propone la literatura, aquellas que en mejor medida puedan servir para explicar el proceso de cura terapéutica desde el punto de vista de los profesionales de la psicoterapia.

Una vez seleccionadas de la literatura sobre investigación del proceso terapéutico aquellas variables que con mayor énfasis han sido analizadas como posibles responsables de la mejora, el procedimiento elegido para determinar la validez del cuestionario fue el juicio de expertos descrito por Osterlind (1989). Se remitió un cuestionario a un grupo seleccionado de expertos en psicoterapias y tratamientos psicológicos, a los que se les pidió su colaboración para que valorasen el grado de congruencia en la asignación de los diferentes ítems a los objetivos planteados. Un total de doce jueces contestaron al cuestionario. A continuación, a partir de las respuestas de los jueces se calculó el índice de congruencia entre el ítem y el objetivo (Rovinelli y Hambletom, 1977; Hambleton, 1980).

El juicio de expertos ha considerado idóneas todas las variables propuestas excepto la referida al “Bienestar emocional del terapeuta” que al no alcanzar el nivel mínimo requerido para su aceptación en el cuestionario (Iik>0,5) no se incluirá en el mismo. Es de destacar que las variables que han sido consideradas por los jueces como las más congruentes con los objetivos propuestos, esto es, las consideradas como más idóneas para poder llegar a comprender su valor en la efectividad de la psicoterapia, son “la experiencia del terapeuta” con un acuerdo pleno de los jueces (Iik=1), “la expectativa de cura del paciente” y “la implicación del paciente” (ambas con un Iik=0,916).

- Fiabilidad del cuestionario

Una vez determinada la validez del cuestionario, se hace necesario, en este momento, establecer la fiabilidad del mismo ya que, junto con la validez, es un requisito mínimo de todo buen instrumento de medición. Para establecer dicha fiabilidad se eligió el modelo de consistencia interna de Cronbach (1951), conocido más comúnmente como modelo alfa. Este modelo asume que la escala está compuesta por elementos homogéneos que miden la misma característica y que la consistencia interna de la escala puede evaluarse mediante la correlación existente entre todos sus elementos.

En nuestro estudio, el modelo alfa se utilizó para determinar la fiabilidad de los ítems centrales del cuestionario, en concreto, para aquellos que fueron seleccionados en el juicio de expertos, y ante los cuales los psicoterapeutas tenían que hacer una valoración de 1 a 5 (donde 1 era “no influye nada en la mejora del paciente” y 5 “influye mucho en la mejora del paciente”). Estos ítems eran los siguientes:

 

1. VAR00008 Enfoque terapéutico

2. VAR00009 Técnicas o procedimientos utilizados

3. VAR00010 Expectativa de cura del paciente

4. VAR00011 Implicación del paciente

5. VAR00012 Fe y credibilidad en el terapeuta del paciente

6. VAR00013 Empatía del terapeuta

7. VAR00014 Directividad/apoyo del terapeuta

8. VAR00015 Percepción del terapeuta de la implicación

9. VAR00016 Capacidad del terapeuta de influir en el paciente

10. VAR00017 Grado de aceptación, interés y ánimo mostrado por el terapeuta

11. VAR00018 Experiencia del terapeuta

12. VAR00019 Establecimiento de alianza terapéutica

El modelo alfa se aplicó a los datos obtenidos en la encuesta para estos ítems por los 69 sujetos que la cumplimentaron. En concreto, el valor del coeficiente alfa que se obtuvo para los 12 ítems fue de 0,7270 para un total de 63 casos válidos. Este coeficiente, considerando lo antes expresado por Carmines y Zeller (1979) y Pedhazur y Schmelkin (1991), está indicando una consistencia interna más que satisfactoria para ese número de ítems (lo que correspondería a un valor alfa » 0,9, para un número de ítems igual a 36). Además, la eliminación de cualquiera de los 12 ítems no hace aumentar sustancialmente al coeficiente de fiabilidad (valor alfa total), por lo que no hay necesidad de eliminar ninguno de los 12 ítems.

Se concluye así que, con los valores obtenidos, la fiabilidad del instrumento está prácticamente asegurada y su utilización no conlleva problemas, ya que está indicando una consistencia interna bastante satisfactoria.

 

Resultados

Como hemos mencionado, sólo ofreceremos en este trabajo un avance de un análisis mucho más amplio acerca de los factores atribucionales de la efectividad terapéutica.

Comenzaremos ofreciendo, brevemente, una descripción de la población de psicoterapeutas objeto de estudio. En este sentido, de los psicoterapeutas encuestados, 35 fueron hombres y 34 mujeres, repartiéndose ambos sexos casi al 50%. Ahondando más en estos datos, un 44,9% de los psicoterapeutas estudiados tienen entre 25 y 40 años, un 50,7% entre 41 y 55 años y un 2,9% entre 56 y 70 años. En cuanto a la edad media de la población encuestada, ésta es de 41,5 años. En lo que se refiere al nivel de estudios, el 52,2% tienen una titulación universitaria de grado superior y el 47,8% de postgrado/doctorado. En cuanto a la experiencia que poseen como psicoterapeutas, la mayor parte de los sujetos estudiados dicen tener una experiencia superior a 9 años (el 78,3%), seguidos por los que tienen una experiencia entre 6 y 9 años (el 14,5%), entre 0 y 3 años (el 4,3%) y por último, los que declaran tener una experiencia de entre 3 y 6 años, representado sólo un 2,9% de los encuestados. Por otro lado, las variables “experiencia” y “edad” correlacionan significativamente (r = 0,56, p = 0,000) de tal forma que, como cabe esperar, a mayor edad, más experiencia.

En lo que se refiere a la orientación teórica que tienen como psicoterapeutas, la más señalada es la cognitiva-conductual abarcando un 44,9% del total de la población de psicoterapeutas encuestados, seguidos por los de orientación psicodinámica representando un 26,1%, los de orientación, ecléctica con un 15,9% y los de orientación humanista-sistémica con un 10,1 %.

En cuanto al acceso a publicaciones especializadas sobre investigación en psicoterapia, el 60,9% dice consultar este tipo de publicaciones habitualmente por un 39,1% que dice hacerlo de forma ocasional, sin frecuencia fija.

Los terapeutas encuestados debían valorar las diferentes variables psicoterapéuticas presentadas en una escala Likert (de 1 a 5, donde 1 es “no influye nada en la cura del paciente” y 5 “influye mucho en la cura del paciente”). De tal forma que la variable que obtuvo una mayor valoración por parte de los psicoterapeutas fue “la implicación del paciente” con una puntuación media de 4,55. La menos valorada fue “la percepción del terapeuta de la implicación del paciente”, con una valoración media de 3,4.

Como se ha señalado, las distintas variables presentadas a los psicoterapeutas podían clasificarse en dos categorías, esto es, factores específicos y factores comunes. Se consideró interesante analizar si los psicoterapeutas del estudio consideraban que alguno de estos factores es en mayor medida responsable de la cura de un paciente que pasa por psicoterapia o si ambos factores tienen una relevancia similar en la misma. Una primera visión de los datos ofrecidos muestra que un 39,1% considera que son los factores comunes los que preferentemente pueden considerarse como los responsables de la cura terapéutica. Un 36,2% cree que ambos factores (específicos y comunes) son, por igual, los que proveen de efectividad a la psicoterapia, mientras que un 21,7% considera que son los factores específicos los más relevantes. Los terapeutas no se decantan significativamente por ninguno de estos factores tal y como indica la prueba X² para una muestra (X² = 3,701, p = 0,157)

Si atendemos a la preferencia de algunos de estos factores en relación a la orientación teórica de los psicoterapeutas, encontramos que en los psicodinámicos, los factores elegidos como los más relevantes en una psicoterapia efectiva son los factores comunes, ya que un 47,1% de estos terapeutas se decantan por ellos. En segundo lugar, designan a los factores específicos (29,4%) y por último a ambos por igual (23,5%). De los psicoterapeutas de orientación cognitivo-conductual, el porcentaje mayoritario lo encontramos en los que eligen a ambos factores por igual (45,2%), seguido por los que escogen a los factores comunes (29%) y los factores específicos (25,8%). En los eclécticos, un 45,5% de éstos eligen a los factores comunes, un 36,4% a ambos por igual y sólo un 18,2% a los factores específicos. Los terapeutas humanísticos-sistémicos no ofrecen datos suficientes.

Se preguntó a los psicoterapeutas del estudio si consideraban a las distintas modalidades de psicoterapia como similarmente efectivas. Los datos que se extraen del cuestionario nos muestran que un 73,9% no considera que las distintas modalidades de psicoterapia sean similarmente efectivas, por un 23,2% que sí considera que son semejantes en cuanto a su efectividad. Un 2,9% no se pronuncia al respecto. La proporción de psicoterapeutas que se posicionan en contra de la similitud en cuanto a efectividad de las distintas psicoterapias es significativamente mayor que la proporción de psicoterapeutas que se posicionan a favor de tal equivalencia, como muestra la prueba binomial (p = 0,000).

Es importante destacar que, de los psicoterapeutas que creen que las distintas modalidades de psicoterapia son similarmente efectivas, las tres cuartas partes (75%) considera a los factores comunes como los máximos responsables de la efectividad de la psicoterapia. Una cuarta parte de estos terapeutas (25%) señalan a los factores comunes y específicos por igual y cabe destacar que ninguno de estos terapeutas que creen en la similar eficacia de las psicoterapias, señala a los factores específicos como los más relevantes en la cura del paciente. Existe una relación comprobada entre la creencia que poseen los psicoterapeutas sobre la efectividad similar de las distintas modalidades de psicoterapia y la elección del factor preferentemente responsable de la cura, tal y como muestra la prueba X² de Pearson (X2 = 12,522, p = 0,002).

Es interesante comprobar si la opinión acerca de que las diferentes modalidades de psicoterapia son, o no, similarmente efectivas se da preferentemente en los psicoterapeutas de alguna orientación teórica determinada. Es este sentido, podemos decir que los psicoterapeutas de orientación ecléctica de nuestro estudio están más dispuestos a abogar a favor de una eficacia similar, ya que suponen el porcentaje mayor de psicoterapeutas que se declaran a favor a tal respecto. La escasez de terapeutas humanísticos-sistémicos no permiten dar resultados concluyentes. Así, el 45,5% de los eclécticos consideran a las distintas psicoterapias como similarmente efectivas, por tan sólo un 17,6% de los psicodinámicos y un 9,7% de los cognitivos conductuales (X²= 9,332, p = 0,025). El alto porcentaje (50%) de frecuencias esperadas inferiores a 5 impide establecer una relación entre las variables “orientación teórica” y “posicionamiento sobre la similar efectividad de las psicoterapias”. Posiblemente con un número mayor de sujetos se hubiera confirmado dicha relación.

Por último, se cuestionó sólo a aquellos psicoterapeutas que habían considerado que las distintas modalidades de psicoterapia no eran similarmente efectivas, cuál consideraban más efectiva. Los datos muestran que la modalidad de psicoterapia considerada como la más efectiva por estos psicoterapeutas es la de orientación cognitivo-conductual (40,6%). En segundo lugar, un 18,8% de estos psicoterapeutas señala la de orientación psicodinámica. Un 8,7% la de orientación ecléctica y sólo un 2,9% la de orientación humanística-sistémica. Estos resultados parecen lógicos si tenemos en cuenta que estas preferencias se corresponden con la orientación teórica de los psicoterapeutas del estudio.

Como cabía esperar, cuando a los terapeutas que previamente habían considerado que las diferentes modalidades de psicoterapia no eran similarmente efectivas, se les dio a elegir qué modalidad consideraban entonces por encima de las demás, se decantaron mayoritariamente por aquella a la que se suscribían (p = 0,000).

Dado el número de variables psicoterapéuticas analizadas (en total, doce variables entre específicas y comunes), interesó realizar una análisis factorial exploratorio, como técnica de reducción de datos, a fin de encontrar grupos homogéneos de estas variables y poder así reducir tal cantidad de variables a un número menor. El análisis de la matriz de correlaciones y un coeficiente de Kaiser-Mayer-Olkin de 0,586 indicaron que el análisis factorial era un método adecuado a aplicar a los datos. Además el valor de la prueba de Barlett (Sig = 0,000) hace que podamos rechazar la hipótesis de esfericidad y, consecuentemente, asegurar que el modelo factorial es adecuado para explicar los datos. Se empleó un método de rotación Varimax. Se eligió este tipo de rotación debido a que no disponemos de suficiente información para presuponer que los factores se encuentren relacionados. La carga factorial mínima para cada ítem se fijó en 0,30, adecuada para una muestra de este tamaño (N = 69). En la primera solución libre emergieron cuatro factores, explicando un 58,801% de la varianza de los datos originales (24,291%, 14,231%, 10,662%, 9,617%, respectivamente).

Considerando el marco teórico en el que se insertan las variables iniciales, la denominación que se propone para los factores es la siguiente (por orden de mayor a menor saturación):

Factor I – Factores comunes de orden perceptivo favorecedores de la alianza: capacidad del terapeuta de influir en el paciente; fe y credibilidad en el terapeuta que posea el paciente; percepción que tenga el terapeuta de la implicación del paciente; establecimiento de una alianza terapéutica entre terapeuta y paciente; expectativas de cura del paciente.

Factor II – Factores comunes del terapeuta: empatía del terapeuta; directividad y apoyo que muestre el terapeuta; grado de aceptación, interés, comprensión y ánimo que muestre el terapeuta a su paciente; percepción que tenga el terapeuta de la implicación del paciente.

Factor III – Factores específicos: técnicas o procedimientos utilizados; enfoque terapéutico que se utilice; implicación del paciente en la terapia.

Factor IV – Factores comunes facilitadores de la implicación del paciente en la terapia : implicación del paciente en la terapia; experiencia del terapeuta; expectativas de cura del paciente.

Hay variables que poseen saturaciones destacables (superiores a 0,3) en más de un factor, apareciendo en cursiva en el factor donde menor saturación tienen

Los psicoterapeutas estudiados tienen una percepción del proceso psicoterapéutico basado en factores comunes favorecedores de la alianza, factores comunes del terapeuta, factores específicos y factores comunes facilitadores de la implicación del paciente en la terapia.


Conclusiones

Procederemos en este apartado, una vez mostrados los resultados anteriores, a establecer la aceptación, o no, de cada una de las hipótesis puestas a prueba.

La primera hipótesis señala que, a pesar de los que muestra la investigación de procesos, los psicoterapeutas atribuirán a los factores específicos, esto es, a las técnicas y enfoque utilizados, la mayor responsabilidad en la explicación del cambio terapéutico. Como hemos comprobado, la elección que los terapeutas de nuestro estudio tuvieron que realizar de aquellos factores que ellos consideraban como los principales responsables de la efectividad psicoterapéutica, dio lugar a porcentajes no significativamente diferentes (tal y como muestra la prueba X² = 3,701, p = 0,157), lo que quiere decir que la variable “factor psicoterapéutico más relevante” se distribuye según el modelo uniforme y no se puede concluir que los encuestados se decanten de forma significativa por alguno de los factores propuestos (específicos, comunes o ambos por igual). La primera hipótesis no queda aceptada. Estos datos quedan apoyados por el hecho de que no se encuentra ninguna diferencia significativa cuando se comparan entre si las puntuaciones alcanzadas entre los cuatro factores derivados del análisis factorial. No existe ningún factor psicoterapéutico que sea significativamente más valorado que los otros.

En lo que se refiere a la segunda hipótesis, los resultados muestran que casi tres cuartas partes de los psicoterapeutas encuestados no considera que las distintas modalidades de psicoterapia sean similarmente efectivas, mientras que la cuarta parte restante sí considera que son semejantes en cuanto a su efectividad. En este caso, y como indica la prueba binomial, debemos rechazar la hipótesis de bondad del ajuste y concluir que existe diferencia significativa entre la proporción teórica (0,50) y la observada (0,24) (p = 0,000). Esto quiere decir que la proporción de psicoterapeutas que se posicionan en contra de la equivalencia entre las psicoterapias es significativamente mayor que la proporción de psicoterapeutas que se posicionan a favor de tal equivalencia. La segunda hipótesis queda aceptada.

Recordemos que las tres cuartas partes de los terapeutas que creen en la equivalencia en cuanto a efectividad de las diferentes modalidades de psicoterapia considera a los factores comunes como los máximos responsables de tal efectividad, destacando el hecho de que ninguno de estos terapeutas señala a los factores específicos como los más relevantes en la cura del paciente. En este sentido, se pudo comprobar la existencia de una relación entre el posicionamiento de los psicoterapeutas acerca de equivalencia en cuanto a efectividad de las distintas modalidades de psicoterapia y la elección del factor preferentemente responsable de la cura (X² = 12,522, p = 0,002). La tercera hipótesis queda así aceptada.

Del análisis anterior también se desprende que la totalidad de los psicoterapeutas que se posicionan a favor de los factores específicos se manifiesta a favor de la no equivalencia entres las distintas psicoterapias, tal y como se expresa en la cuarta hipótesis. Si bien es de reseñar que de los que eligen a los factores comunes como los máximos responsable de la cura, el porcentaje que considera que las distintas psicoterapias sean similarmente efectivas no es tan alto (no alcanzando el 50%), hay que señalar, no obstante, que estos psicoterapeutas están más dispuestos a reconocer la equivalencia de las psicoterapias que los que se posicionan a favor de los factores específicos, puestos que, como se ha visto, de éstos no hay ninguno que se manifieste a favor de tal equivalencia. La cuarta hipótesis queda aceptada.

Por último, aquellos terapeutas que se habían posicionado en contra de la equivalencia en cuanto a efectividad de los diferentes modelos de psicoterapia, debían señalar qué modelo psicoterapéutico consideraban así pues como el más eficaz. Los datos revelan que estos terapeutas tienden a elegir la modalidad de terapia a la que se adscriben como la más efectiva (p = 0,000). La última hipótesis queda aceptada.


Discusión

Aunque este trabajo es sólo una avanzadilla de un estudio más amplio que incluirá, entre otras cosas, un extenso análisis de las respuestas de los terapeutas eclécticos, así como una profundización en el diseño factorial anteriormente esbozado, podemos extraer algunas ideas que nos pueden servir para dar sentido a los resultados hasta aquí encontrados. Antes de mencionarlas es necesario llamar la atención de que el presente trabajo puede servir de estudio piloto para investigaciones más abarcativas que incluyeran, por ejemplo, mayores poblaciones de psicoterapeutas con un más amplio número de características diferenciadas a analizar.

Si bien los terapeutas de nuestro estudio no parecen decantarse de forma determinante por los factores específicos, comunes, o la acción conjunta de ambos, a la hora de explicar la efectividad de la psicoterapia, la investigación de procesos muestra ampliamente la responsabilidad esencial de los factores comunes en la provisión de tal efectividad. Si bien esto ya ha quedado manifiestamente claro en la investigación al respecto y que al principio del presente trabajo citamos, era de esperar que los psicoterapeutas mantuvieran la creencia arraigada, pero no demostrada, de que son las técnicas y el enfoque por ellos utilizados (como variables de tipo específico) las responsables principales de la cura de sus pacientes. Como se ha visto en este trabajo, esto tampoco queda confirmado. Nuestros datos parecen mostrar que los terapeutas aún mantienen ciertas dudas acerca de los factores responsables de la eficacia de las terapias por ellos utilizadas.

Teniendo en cuenta que las investigaciones sobre la efectividad diferencial de las psicoterapias muestran, desde hace bastante tiempo, un acuerdo general sobre la similar eficacia de las distintas modalidades de psicoterapia, así como el hecho de que tal similitud es debida a la actuación de los factores comunes que todas ellas comparten, llama la atención la circunstancia de que los terapeutas del estudio se manifiesten sin embargo mayoritariamente, y de forma significativa, en contra de la similar efectividad de las distintas modalidades de psicoterapia.

Todos estos resultados parecen mostrar cierta reticencia por parte de los psicoterapeutas, incluidos los que asumen la principal relevancia de los factores comunes, a asumir la equivalencia entre las psicoterapias a pesar de la alta cantidad de estudios que apoyan esta noción y que, precisamente, explican tal similitud en cuanto a eficacia por los elementos que comparten y no por los que los diferencian. No obstante, hay que decir que a pesar de esta reticencia, y como se ha visto, los psicoterapeutas que se muestran a favor de los factores comunes están más dispuestos a reconocer tal equivalencia que los que se posicionan a favor de los factores específicos puesto que, de éstos, ninguno se manifestó a favor de tal equivalencia.

No obstante, la reserva a reconocer la similitud en cuanto a eficacia de los distintos modelos psicoterapéuticos y la relevancia fundamental de los factores comunes es manifiesta y dicha reserva podría explicarse por varias razones.

Pudiera ser que los resultados de la investigación de procesos no hubieran llegado de forma adecuada a la comunidad de terapeutas, para lo cual la solución podría consistir en mejorar, para los docentes y profesionales de la psicoterapia, el acceso a las publicaciones sobre investigación sobre esta materia, mejorar los canales de transmisión de dichos resultados a través de congresos, simposios, conferencias de casos clínicos, seminarios académicos y cursos de “reciclaje” para profesionales de la psicoterapia. Sería conveniente, asimismo, que la comunidad académica proveyera, a la hora de formar a los futuros psicoterapeutas, de una mayor formación sobre metodología de investigación en psicoterapia. Así, la difusión de los resultados de la investigación deberían merecer más atención ya que tales resultados cobran sentido al servicio de los destinatarios, esto es, los pacientes. Como señalan Botella del Cid y Feixas (1994), el avance del conocimiento revierte así en un beneficio social siempre que los psicoterapeutas lo conozcan y lo incorporen a su práctica. Esta conexión entre investigación y práctica concierne a todos los implicados en el desarrollo de la psicoterapia. El beneficio final será, en cualquier caso, para el cliente, el cual es merecedor del mejor servicio posible.

Otra posible explicación apuntaría a que tal reserva se debiera a una reticencia de índole subjetiva por parte de los psicoterapeutas para aceptar los resultados de la investigación de procesos. Este distanciamiento mostrado por los psicoterapeutas acerca de tales resultados puede estar relacionado con un mayor aferramiento de los psicoterapeutas a los principios propios de la escuela terapéutica a la que se adscriben.

En este sentido, los clásicos enfrentamientos entre las escuelas psicoterapéuticas, tan comunes en los inicios de la Psicología, podrían haber dejado huella aún hoy en los profesionales de la psicoterapia, acortando las miras de estos a la hora de aceptar la importancia de las variables comunes de los tratamientos psicológicos, principales proveedoras de efectividad clínica. En este sentido, la solución sería más compleja, ya que tendría que ver con modificar puntos de vistas arraigados. La adopción de una postura ecléctica en psicoterapia podría ayudar a que los profesionales se concienciaran y asumieran la importancia de los elementos compartidos entre las distintas orientaciones, como promotoras del cambio terapéutico. La dirección a seguir sería la de la integración de teorías y técnicas, ya que cualquier integración exige un acercamiento de los distintos enfoques y escuelas. Esta adopción de una visión integradora, representada por la postura ecléctica, más enfocada a una combinación pragmática de perspectivas y técnicas, minimizaría la ortodoxia y las leyes basadas en la teoría. Además, la flexibilidad técnica parece ser preferible que la rigidez en su aplicación, ya que tal rigidez puede ser un elemento que explique su aparente bajo poder generador de cambio.

De esta forma, los problemas de una orientación teórica residen en su ortodoxia, no en la teoría per se. Una propuesta calmada de integración, en la cual las teorías evolucionen en la dirección de la diversificación y la apertura, mitigará este problema. Como señaló Frank (1981), sólo a través de una orientación abierta por parte del terapeuta tendremos razones para pensar que será tan beneficiosa para el cliente como para sí mismo.


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