Existe un claro conocimiento de cómo afectan los trastornos psiquiátricos y psicológicos el entorno de vida de los pacientes y de quienes conviven con este. La intención de este ensayo es el de hacer hincapié en que las consecuencias de estas afecciones se proyectan también en los centros de trabajo mediante una cascada de eventos negativos que impactarán a la salud de la empresa; a la vez, intentaré sembrar en nuestra conciencia una cultura para la detección oportuna de este tipo de enfermedades con la finalidad de otorgar beneficio a las partes involucradas.
Introducción
Existe un claro conocimiento de cómo afectan los trastornos psiquiátricos y psicológicos el entorno de vida de los pacientes y de quienes conviven con este. La intención de este ensayo es el de hacer hincapié en que las consecuencias de estas afecciones se proyectan también en los centros de trabajo mediante una cascada de eventos negativos que impactarán a la salud de la empresa; a la vez, intentaré sembrar en nuestra conciencia una cultura para la detección oportuna de este tipo de enfermedades con la finalidad de otorgar beneficio a las partes involucradas.
Desarrollo
Se han realizado diversos estudios para poder conocer si existe un origen biológico u orgánico en estas enfermedades más ninguno es concluyente.
Con fines prácticos, a los trastornos psicológicos o trastornos de ansiedad los dividiremos en: trastornos fóbicos (agorafobia, fobia social y fobias simples); neurosis de ansiedad (trastorno pánico, trastorno de ansiedad generalizada y trastorno obsesivo compulsivo) y trastorno de estrés postraumático. La mayoría de los trastornos psicológicos tienen su origen en experiencias de la infancia y adolescencia, manifestándose posteriormente en la vida adulta ante situaciones similares de tipo ambiental que evocan al conflicto original, lo que supone una importante limitación social ya que elaboran durante la vida adulta repuestas de tipo neurótico. Estas enfermedades psicológicas se aprecian con mayor frecuencia en la vida diaria y se caracterizan por no presentar trastornos notables del estudio de la realidad a diferencia de las enfermedades psiquiátricas como los trastornos esquizofrénicos los cuales se acompañan de trastornos del afecto como la falta de congruencia entre las ideas y las emociones; ambivalencias (sentimientos múltiples y contradictorios en grado extremo); autismo; alucinaciones; ideas delirantes y conducta extraña. Los trastornos afectivos son caracterizados por anomalías en el estado de ánimo y en esta clasificación se encuentran: los trastornos afectivos mayores (episodio maniaco y el episodio depresivo mayor); trastorno bipolar (enfermedad maniaco depresiva); depresión, la cual es en estos momentos una enfermedad muy frecuente como consecuencia de un mundo materialista, falto de relaciones interpersonales y manipulado por las situaciones económicas globalistas que exigen una demanda mayor de las capacidades de algunas personas para poder mantener un puesto de trabajo o un estatus socioeconómico. Los trastornos somatoformes son aquellos en los cuales se presenta discapacidad funcional que sugiere una enfermedad física pero en realidad es psicógena de manera conciente o inconsciente. En este grupo se encuentran los trastornos de conversión (histeria) y la hipocondriasis. Otro serio problema son los trastornos de la personalidad; se dice que contribuyen a nuestra personalidad las interacciones tempranas entre madre e hijo, el ejemplo familiar, la disciplina y la enseñanza de otras personas significativas, las relaciones personales únicas y la conformación cultural. Cuando estas formas de conducta se exageran, cuando en cierta manera se hacen estereotipadas, independientemente de la realidad externa, puede decirse que el sujeto sufre de este trastorno.
Considerando que en la actualidad los trabajos que se desempeñan en una empresa son mayormente en equipo, los trastornos psicológicos y psiquiátricos deben ser considerados como una limitante para el desarrollo y productividad de la empresa. Aún a pesar de que el trabajador afectado desempeñara actividades que se consideraran aisladas, las consecuencias de un desequilibrio mental trascenderían hacia el resto del personal y al medio ambiente que lo rodeara.
Un trabajador con trastorno de tipo obsesivo compulsivo contratado para desempeñar labores en un puesto de mandos altos puede protagonizar situaciones difíciles como la toma de decisiones trascendentes ante una situación de contingencia poniendo en riesgo la integridad de todo el personal subordinado; tal vez no podría negarse ante una negociación que fuera en contra del crecimiento o la seguridad de su empresa por presentar baja autoestima o ansiedad como respuesta a su incapacidad para la resolución de conflictos. El tener obsesiones le impide utilizar este valioso tiempo en actividades laborales, lo cual en caso de trabajar en conjunto, afectaría tremendamente en el desempeño de este, ocasionando relaciones interpersonales ríspidas que impactarían en la productividad. La periodista Patricia Matey reportó el pasado 30/06/01 (www.elmundosalud.com/elmundosalud/noticia.html?vi_seccion=11&vs_fecha=200106&vs_noticia=993822505) que según la OMS, el trastorno obsesivo compulsivo ocupa el lugar número 4 entre los desordenes mentales. Ella menciona tres casos clínicos, que a su consideración no ponen en peligro a los que les rodean. Ella no ha enfocado el problema de estos pacientes desde el punto de vista de la salud ocupacional; a uno de los pacientes les tomaba 7 horas lavarse las manos durante el día!... ¿cómo será su desempeño laboral? Estos pacientes son concientes de su problema más no encuentran la manera de solucionarlo, lo cual les genera mayor ansiedad. Según el instituto nacional de salud mental de E.U.A. en 1990 este país gastó 8.4 millones de dólares en el tratamiento de los pacientes afectados por esta enfermedad. El trastorno obsesivo compulsivo es evolutivo desde su origen en la infancia, aumentando progresivamente la severidad de los síntomas, condicionando discapacidad en la vida cotidiana y laboral del paciente si esta no es detectada a tiempo.
Si hablamos de la fobia social, Murray B. Stein concluyó en su estudio sobre más de 8,000 residentes en Ontario, Canadá, de edades comprendidas entre los 15 y los 64 años de edad, que la fobia social puede constituir un trastorno de ansiedad grave y discapacitante, relacionado con una merma considerable de la calidad de vida. La discapacidad constituye un aspecto importante de la fobia social, incluso en ausencia de depresión mayor comórbida.
El miedo a sentir vergüenza en una o más situaciones sociales, el temor a la evaluación negativa, la exposición a la situación social y escribir delante de otros, causa un malestar significativo basado en respuestas de ansiedad interfiriendo en uno o más ámbitos del funcionalismo laboral. Otras actividades desencadenantes de respuesta ansiosas en la fobia social son: hablar en público, actuar ante una audiencia, comer y beber en presencia de otras personas, trabajar ante el público, escribir o firmar ante una persona, usar los WC públicos, entrar en lugares donde hay gente sentada, mirar a los ojos del otro (sobretodo del sexo opuesto), ser el centro de atención, participar en reuniones, iniciar y mantener conversaciones, proponer o acudir a citas, hablar con figuras de autoridad, asistir a fiestas, hablar por teléfono, conocer gente nueva, hablar con extraños, dar o defender las propias opiniones, expresar desacuerdo, solicitar a otros que cambien su comportamiento, hacer una reclamación, hacer o aceptar cumplidos y recibir críticas.
El síndrome de estrés postraumático es otro trastorno muy común. Después de haber vivido o presenciado una situación de alto impacto psicológico, cualquier recuerdo o evento ambiental relacionado con este, puede desencadenar reacciones de neurosis, estrés o pánico. En todas las áreas de trabajo se presentan accidentes, los cuales pueden impactar de distinta manera en la mente del trabajador ocasionando con esto una discapacidad para desempeñarse posteriormente. Un ejemplo de estos casos es el de los trabajadores que prestan servicio en áreas marítimas cuando se ven expuestos a inclemencias del tiempo después de haber sobrevivido a un huracán; la descarga emocional ansiosa no permite la concentración absoluta en la realización de sus obligaciones laborales lo cual puede eventualmente precipitar un accidente. Lo trascendente de esta situación, visto desde el enfoque del médico de salud ocupacional, es el de la necesidad de intervenir y apoyar el tratamiento temprano de este trastorno para poder proveer al paciente de una mejora en su calidad de vida. Si el tratamiento demora mucho en iniciar, el sujeto estructura su vida en torno con los síntomas, dañando sus actividades sociales, interpersonales y de labores. Según los expertos, la mitad de los casos suelen resolverse espontáneamente en el lapso de los primeros 3 meses y el resto requieren atención psicoterapéutica para su resolución completa. Por otro lado, es bien sabido que las personas que cursan con estos trastornos pueden encontrar en el abuso de sustancias psicotrópicas y el alcohol, un refugio a sus respuestas de ansiedad lo cual crearía un inminente entorpecimiento en la recuperación de su salud ocasionando incumplimiento de labores, inestabilidad emocional y repercusión en la productividad ya que a esto le seguiría el ausentismo, originando estrés en quienes dependen del trabajo de esta persona para poder finalizar el que les corresponde. El hecho de que un trabajador se ausente de su trabajo repercute en todos los niveles, desde el departamento de recursos humanos quienes deben buscar un sustituto, hasta el área operativa, no sin dejar de mencionar al área directiva de la empresa.
Los trastornos psicológicos mencionados anteriormente se presentan en la mayoría de los casos con una frecuencia del 2 % en la población general, más considero que estas estadísticas podrán no representar la realidad ya que es conocido que los pacientes con desequilibrios en su salud mental tienen dificultad para aceptar sus problemas ante los profesionales. Esto es bien conocido pues dentro de la cultura mexicana la mayoría de las personas suelen acudir primeramente a un familiar y a personas no profesionales como curanderos, sacerdotes y tratamientos alternativos antes de presentarse ante un especialista.
Las trastornos de la conducta, desde la perspectiva socio-sanitaria, constituyen un problema de gran envergadura en la sociedad actual, máxime si se tienen en consideración los datos que aportan Kavoussi y colaboradores, quienes estiman que la prevalencia de conductas violentas en la población general se sitúa en torno al 25%. En este marco, la personalidad agresiva supone un auténtico problema social, tanto para las personas y bienes de su entorno, como para el propio individuo (conductas autoagresivas y actos suicidas). Además, este tipo de paciente suele estar, muchas veces, incapacitado para mantener unas adecuadas relaciones sociales, laborales o familiares.
“Es insoportable trabajar con él, siempre cree tener la razón, siempre desea hacer su voluntad, pareciera que ninguno de nosotros está a su altura; todavía fuera un jefe para acatar sus indicaciones, pero tiene el mismo nivel que el grupo”... (trastorno de personalidad compulsiva, trastorno de personalidad narcisista)
“Esa chica fue la culpable, teníamos tan buena relación amistosa y de trabajo que por culpa de sus comentarios con cizaña ahora solo por situaciones imprescindibles es que nos relacionamos”... (personalidad antisocial)
“Pareciera que me tiene coraje, ahora inventa que yo me robo los materiales de la oficina, cómo es posible que pueda existir gente así”...(personalidad paranoide)
Estos son casos comunes que se presentan en cualquier medio laboral. No son considerados como neurosis pues en ellos no existe un conflicto de por medio, esa es “su manera de ser”; no son considerados psicóticos pues no cumplen por completo con los requisitos que especifican las guías para su diagnóstico. Lo que si es una realidad y nadie lo puede negar es que estas personas son una verdadera carga emocional que ocasiona incomodidad, relaciones sociales tormentosas y estrés entre quienes lo rodean.
Algunos otros trastornos de personalidad son aquellos denominados: personalidad limítrofe, dependencia, pasividad-agresividad, evitación, personalidad histriónica o histérica
El trastorno de personalidad antisocial merece una mención especial al igual que la personalidad pasiva agresiva ya que estas reflejan ineficiencia laboral debido a la haraganería, testarudez, conflictivismo interpersonal, falta de aceptación de las normas de conducta y reglamentos internos de la empresa donde laboran, falta de respeto por la verdad mediante mentiras, uso de seudónimos, engañifas de los demás y conducta temeraria. Estos pacientes suelen producir frustración, impaciencia, enojo y rechazo de los demás.
Conclusión
Podría seguir mencionando características de cada trastorno y sus manifestaciones, pero tomando en cuenta que muchos de estos coexisten entre sí, debo finalizar esta exposición mencionando que el denominador común de la inestabilidad en la salud mental, es el desequilibrio personal e interpersonal que lastima seriamente a una sociedad.
La importancia de las actividades del médico de salud ocupacional en la detección oportuna de estos trastornos es inminente desde los exámenes de ingreso a una compañía hasta los de tipo periódico, favoreciendo el mantenimiento de una “empresa sana”, promoviendo y mejorando la seguridad, la salud y el bienestar del trabajador.
El médico deberá ser copartícipe en el seguimiento de las terapias propuestas a los pacientes una vez referidos a la especialidad correspondiente. El médico en salud ocupacional debe mantenerse como la persona a la cual se le puedan confiar situaciones personales mediante un trato humano y cálido ya que como mencioné en el texto, muchos de estos pacientes padecen de autoestima baja que les impide tomar la decisión de solicitar ayuda en las fases tempranas del padecimiento.
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Eduardo H. Cazabat
Licenciado en Psicología. Certified Traumatologist. Presidente ALAET (Arg.) cazabat@yahoo.com pagina.de/traumapsicologico Angel J. Carranza 2400, 12-A C1425FXF Buenos Aires, Argentina.
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Maestría en ciencias con especialidad en
salud ocupacional.
Minatitlán, Veracruz (México).
E-mail: contreras_carlos@hotmail.com